P. Heribert Graab S.J.




Ignatianische Spiritualität 







Ignatius von Loyola





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Una breve mirada
sobre la vida
de San Ignacio de Loyola



Iñigo López Oñaz de Recalde y Loyola nació como hijo duodécimo de una noble familia vasca en el castillo familiar. En su juventud fue paje en la Corte del Rey Fernando V de Castilla. El sueño de su vida era una carrera militar.

Después una bala de cañón de piedra, que le hirió en 1521 en la defensa de la fortaleza de Pamplona contra los franceses, le obligó a estar por largo tiempo en cama en el castillo de Loyola. Durante su convalecencia leyó por aburrimiento, ya que no encontró ninguna otra lectura en casa, textos religiosos y leyendas de santos, lo que le condujo a la decisión de entregarse a una vida espiritual.

Después de la convalecencia, se fue en 1522 a la soledad de las montañas de Montserrat. En el Monasterio de Montserrat depuso definitivamente sus armas y después se retiró a una cueva de Manresa. Allí experimentó una “transformación mística” de enorme envergadura. En este tiempo se originó también el esbozo de su famoso librito de Ejercicios, los “Ejercicios Espirituales”. Como mendigo peregrinó a Jerusalem de 1523 a 1524, siguieron diez años de estudio en una escuela de latín de Barcelona y en la universidad de Alcalá de Henares  y Salamanca, donde también aconsejaba espiritualmente a muchas personas y les daba los “Ejercicios Espirituales”. Esto le hizo sospechoso para la Inquisición. Siguieron interrogatorios, detención, pero finalmente la absolución.

A partir de 1528 estudió filosofía y teología en París. Con seis compañeros de estudios fundó en 1534 una comunidad espiritual con votos perpetuos de pobreza y castidad. Junto con sus compañeros de convicción, entre ellos Francisco Javier y Pedro Fabro, Ignacio fue ordenado sacerdote en 1537. Ya que el plan de actividad misionera en Palestina fracasó a consecuencia de la guerra entre Venecia y los turcos, el grupo de amigos se dirigió a Roma.
En el camino, Ignacio tuvo una visión: Dios mismo pidió a Jesús que aceptase a Ignacio como siervo, éste consintió y en Ignacio se avivó una fuerte inclinación hacia el nombre de Jesús. Su nueva comunidad se llamó en adelante “Compañía de Jesús”, “Jesuitas”. En 1540 fue confirmada la “Compañía de Jesús” como Orden por el Papa Paulo III, en 1541 Ignacio fue elegido General de la Orden.

Después Ignacio vivió hasta su muerte, el 31 de Julio de 1556, en Roma. Su tumba se halla en la iglesia del Gesú en Roma. Fue beatificado en 1609 y canonizado en 1622 por el Papa Gregorio XV.

La Orden de los Jesuitas fue la respuesta al quebrantamiento del sistema cerrado y no analizado de la Iglesia Católica válido en la tardía Edad Media. La Iglesia y la sociedad se habían desmoronado ahora en ámbitos diferentes. Los jesuitas tomaron como tarea escaparse del Getto de los que permanecían fieles al pasado y –no en último lugar por la Reforma surgida recientemente- luchar por la enseñanza de la Iglesia.

La extensión de la Orden sucedió muy rápidamente. A la muerte de Ignacio contaba ya con 1.000 miembros. Su lema reza: “Omnia ad maiorem Dei gloriam” (OAMDG) – “todo a mayor gloria de Dios”.



Pintura de Giacomo del Conte, comenzada al día siguiente de la muerte de Ignacio,
hoy en el Generalato de los jesuitas en Roma.
En la iglesia de St. Michael Göttingen está colgado desde hace algún tiempo la copia de una imagen de Ignacio que le representa como el “peregrino” de Manresa. El original (óleo sobre lienzo) se halla en la capilla de Manresa (en Barcelona):
“El peregrino y la bala de cañón”

Vidriera de la Capilla de Comunidad del Colegio-Noviciado de San Estanislao de Kotska, Salamanca: San Ignacio de Loyola presenta al Papa Paulo III en 1539 la fórmula del Instituto. (màs...)