La Aparición del Resucitado
en
Jerusalem

El Evangelio
... según Lucas:


Estaban hablando de ello, cuando el mismo Jesús se presentó en medio y les dijo: La paz esté con vosotros. Aterrados y llenos de miedo creían ver un fantasma. Pero él les dijo: ¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies: soy yo en persona. Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y dicho esto les mostró las manos y los pies. Pero, como aún se resistían a creer por la alegría y el asombro, les dijo: ¿Tenéis algo que comer? Ellos le dieron un trozo de pescado asado. Él lo tomó y lo comió delante de ellos.

Después les dijo: cuando aún estaba entre vosotros ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí, en la Ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos. Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran las Escrituras y les dijo: Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se anunciara a todas las naciones, comenzando desde Jerusalem, la conversión y el perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de estas cosas. Por mi parte, os voy a enviar el don prometido por mi Padre. Vosotros quedaos en la ciudad hasta que seáis revestidos de la fuerza que viene de lo alto.

Lc 34,26-49
... según Juan:

A la tarde de este primer día, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros. Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús les dijo de nuevo: La paz sea con vosotros. Y añadió: Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros. Sopló sobre ellos y les dijo: ¡Recibid el Espíritu Santo!
Jn 20,19-22
Nuestro pesebre:

A primera vista recuerda la escena de la
          Última Cena....


  ...En una segunda mirada llaman la atención las diferencias: aquí no hay ninguna tranquila y absorta comunidad de mesa en diálogo, que busque la cercanía del Maestro. Aquí más bien todos contemplan sorprendidos, levantados de sus asientos, incluso escépticos al que, de repente - a pesar de las puertas cerradas - está en medio de ellos. Conocido como ningún otro y, sin embargo, en este momento extraño, distante e incluso asustando. Un muerto – ellos le han visto morir en la Cruz – vivo "como antes" y, sin embargo, muy diferente. La representación del pesebre sólo puede insinuar a ese "Otro" – por medio de una valiosa y resplandeciente túnica, que Jesús lleva. La situación hace saltar todos los horizontes de experiencia y representación. Incluso María, su Madre, está confusa a un lado de la escena. La mayor parte de los discípulos están atónitos como ella. Otros se dirigen al grupo e intentan entre ellos hacer comprensible lo incomprensible. El camino de la fe no fue para ellos más sencillo que para nosotros hoy. También su fe pascual creció despacio – y no en último lugar por medio del testimonio "de muchos testigos".

En Pascua se cruzan los acontecimientos: En la tumba vacía, se aparece el Resucitado a María de Magdala y a otras mujeres, en Jerusalem a sus amigos más íntimos, en el camino hacia Emaús a dos de sus discípulos, de nuevo en Jerusalem a Tomás "el incrédulo" y a los demás, en el lago de Genesaret a Pedro y a sus compañeros de pesca... Pablo menciona, por así decirlo, a una "nube de testigos": a Kephas, después a los Doce y finalmente a más de quinientos hermanos al mismo tiempo, la mayor parte de los cuales aún viven. Después se apareció aún a Santiago, después a todos los Apóstoles (cf. 1Cor 15,4 ss). Es difícil poner por orden temporal todas estas experiencias pascuales – en parte muy personales. Se superponen y aquellos, a los que  tocan en suerte, transmiten el mensaje – hasta el día de hoy. "De lo que está lleno el corazón, habla la boca." De este modo nuestro pesebre reúne muchas de estas experiencias pascuales: El encuentro del Resucitado con sus amigos en Jerusalem, después también el encuentro con Tomás, que está arrodillado a la mesa y extiende sus manos hacia Jesús. "De fuera", por así decirlo, se añade un grupo de testigos pascuales: María de Magdala con una túnica roja que como primera habló del acontecimiento pascual y, por ello, es llamada "apostola apostolorum" – la "Apóstola de los Apóstoles", la "Enviada" a los "Enviados" para anunciar el mensaje pascual. Acto seguido, detrás de ella aparecen los dos discípulos de Emaús, para igualmente anunciar, lo que experimentaron en el camino y cómo Él partió el pan para ellos.

Maria von Magdala...

Todas estas experiencias pascuales, los seres humanos también las hicieron más tarde – comenzando por Pablo hasta las personas de nuestros días – y su testimonio constituye el fundamento de nuestra fe pascual.