Homilía para el Tercer Domingo del ciclo litúrgico (C)
21 Enero 2006

Evangelio: Lc 4,14-21
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Este Evangelio ha sido siempre para mí
como “una raspa en el pescado”,
tan a menudo que yo también lo suprimo en la vida diaria:

“El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado,
para que lleve la Buena Nueva a los pobres,
para que anuncie la liberación a los presos
y a los ciegos la vista;
para que dé libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor.”

En el Evangelio de Lucas se encuentra esta cita de Isaías al comienzo de la vida pública de Jesús,
por así decirlo, como título y programa anticipado de toda Su vida y de Su mensaje.
¡Éste es el titular de lo que se trata,
éste es el núcleo de la fe cristiana!

¿Lo hubieran pensado ustedes?
Acepten que yo les hubiera preguntado cuando entran en la Iglesia, según la forma  de un de sondeo de opinión:
¿Qué es lo decisivo de su fe?
¿Qué es lo esencial del cristianismo?
¿Hubieran citado este texto de Isaías?
Y quizás aún añadido a éste:
Esto se ha realizado en Jesús,
¿qué se ha realizado hoy?

Probablemente ustedes no llegarían ni por lo más remoto a esta idea.
Y esto – aunque todos los Evangelios sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) colocan este programa al principio y en él reúnen la total actuación de Jesús.

En Marcos y Mateo está formulado claramente de forma más breve y concisa:
“¡Se ha cumplido el tiempo,
el Reino de Dios está cerca.
Convertíos y creed el Evangelio!”
La expresión “El Reino de Dios” no significa nada más que esto, que se expresa en la cita de Isaías.
¡En todo caso se trata de un mensaje revolucionario!
Y los Evangelistas estaban convencidos profundamente con Jesús de que este mensaje “revolucionario” “hoy” había llegado a la plenitud.

¡Y ciertamente este convencimiento nos falta!
Ya pronto comenzaron los cristianos a especular sobre todas las cuestiones dogmáticas posibles:
* Sobre la Encarnación de Dios y cómo ésta fue posible;
* sobre la Muerte y la Resurrección de Jesús
como “salvación” en un sentido elevadamente espiritualista;
* sobre la Trinidad de Dios;
* sobre la naturaleza divina y humana de Jesús,
* sobre fe y razón...

Lo que en el Evangelio es el “título” de la fe
se orilla más y más;
de ello se debiera y se debe ocupar Caritas.

Se ha dado siempre el intento de aproximar lo esencial del Evangelio al punto central de la fe eclesial:
* Francisco de Asís lo ha intentado;
su comprensión de la fe y su praxis existencial fueron desactivadas.
* Aún en los años setenta del siglo XX
lo intentó la “teología de la liberación”;
fue observada en la Iglesia de forma recelosa, marcada a fuego como “comunista”
y eclesialmente obligada a callar.

¿Cómo es posible esto?
* Los pobres vienen a la casa de comidas,
pero no pertenecen a la parroquia.
Y la cuestión es si nosotros en general queremos esto.
* Los presos han merecido estar donde están.
A fin de cuentas nosotros vivimos en un estado de derecho.
Pero este estado de derecho que se refiere a Dios en la ley fundamental envía incluso a emigrantes impopulares a la prisión de deportación.
* Los ciegos son personas desgraciadas,
pero los etiquetamos como a todos los impedidos de grupos marginales.
En el Obispado de Hildesheim hay un pastor de almas para ciegos.
¡Por consiguiente, la Iglesia se preocupa de ellos!
* ¿Los oprimidos?
¡Como siempre víctimas del poder!
¿Esto ha cambiado verdaderamente en dos mil años de cristianismo?
El poder hace estragos alrededor del mundo y no menos en nuestras zonas habitables.
Bajo la presión de la segunda guerra mundial la Iglesia ha conseguido –bastante penosamente- una relación más crítica con el poder.
Estrategias no violentas como ya pide el Evangelio de Mateo – como desarrollo del “titular”- en el Sermón del Monte de Jesús,
no son asunto de la “corriente dominante”, tampoco en la Iglesia.
En verdad, Pax Christi no pertenece a las instituciones eclesiales  en “primera línea”.
* Y ¿el año de gracia del Señor?
Aquí se debía tratar verdaderamente de la puesta en libertad de los esclavos, de la posibilidad de regreso de todos a su país y naturalmente de las condiciones adecuadas para ello.
* Pero en la tradición de la teología moral eclesial
estuvo y está siempre en primer plano el derecho
–sin duda legítimo- a la propiedad.
Y en esto insisten sobre todo los partidos “cristianos”.
Recientemente hay muy modestamente en la Iglesia y en la sociedad los primeros comienzos
Del servicio consultivo para los deudores,
de regulaciones de los concursos privados,
de derechos internacionales de los países más pobres en el así llamado Tercer Mundo.
* Que nunca se dio en la historia de la humanidad un número tan grande de esclavos –también y ciertamente de esclavos infantiles-
se lee acaso ocasionalmente en una noticia escondida.
* ¿Y el regreso de todos los refugiados y emigrantes a su patria?
Nosotros los expulsamos con gusto.
Pero ¿nos interesamos por las condiciones de la posibilidad de un regreso digno?

Todos los análisis sociológicos dan el resultado de que las iglesias cristianas en Alemania son “iglesias de clase media” y que no se acercan a otros grupos de población.
Hace poco el todavía Obispo de Limburg Franz Kamphaus ha censurado esta orientación demasiado fuerte de la Iglesia hacia la clase media burguesa.
Opinaba: “Pobres – como p.e. los receptores del Hartz IV – son probablemente un caso para Caritas”.
Y esto no hace justicia a la palabra de Jesús:
“Anunciar el Evangelio a los pobres”
No podría ser que en la Iglesia sólo éstos alzasen su voz y fuesen acogidos como los que así y todo llevasen la batuta.

¡Bien rugido, león!
Pero Franz Kamphaus se jubila.
Él es el último de unos pocos “Obispos-Leones” de esta clase.
Una reliquia de unos hombres en la Iglesia alemana, que fueron influenciados por el movimiento del 68.

¿Comprenden ustedes por qué encuentro el Evangelio de hoy como “una raspa en el pescado”?
* ¿Cómo se presenta esto aquí entre nosotros en St. Michael?
Desde hace dieciséis años existe la “casa de comidas” St. Michael.
A veces –cuando conviene- nos adornamos con ello.
Pero ¿está verdaderamente St. Michael detrás?
* Hemos conservado libre una vivienda para ocasionales “asilos eclesiales” o para alojamiento a corto plazo de necesitados.
¡De eso hace mucho tiempo!
* En Göttingen hay – desgraciadamente sólo al margen-
p.e. el círculo de trabajo “Göttingen pobre”
o el círculo de trabajo Asilo,
o el círculo de trabajo Paz.
En estos círculos estuvo St. Michael –más exactamente unos pocos de nosotros- ya activo.
De esto no ha quedado demasiado.
Nuestro diácono se ocupa aún en “Göttingen pobre”
¡Bien! Es su misión eclesial.
Con esto nosotros mismos nos hemos descargado de preocupaciones.

Yo no tengo ninguna respuesta para todas las preguntas que se hallan en esta homilía.
Y no quisiera tampoco quejarme.
Hay muchas cosas en la Iglesia y también aquí en St. Michael que producen alegría.
También el Evangelio del día de hoy es y deja un mensaje alegre,
también ciertamente un mensaje provocativo siempre de nuevo.

“El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado,
para que lleve la Buena Nueva a los pobres,
para que anuncie la liberación a los presos
y a los ciegos la vista;
para que dé libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor.”

Alegre y al mismo tiempo provocativa
no es en último lugar la frase final de Jesús:
“¡Hoy se ha cumplido la escritura que habéis escuchado!”

Hoy – esto no es válido sólo para el “hoy” de entonces en Nazareth.
Hoy –
esto excluye un aplazamiento para la semana sin viernes (nunca).
Hoy –
significa nuestro Hoy en el siglo XXI.
Hoy –
significa también este momento, en que prestamos atención al Evangelio y en el que celebramos juntos la Misa.

Amén