Homilía para la fiesta de San Martin
11 Noviembre 2018
(Domingo XXXII del ciclo litúrgico B)
Lectura: Leyenda de Martín que partió su capa
Evangelio: Mt 25,31-40
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
La fiesta de San Martín, que celebramos hoy,
tiene entre nosotros en Renania un lugar destacado
y ¡no sólo para los niños!

Al mismo tiempo aquí entre nosotros en Sankt Peter fue iluminado de nuevo festivamente el letrero luminoso de Martin Creed “Don’t worry”, que estuvo estropeado muchos años.

 

Que ambas cosas coincidiesen no fue por casualidad:
Ciertamente la leyenda de Martín, que partió su capa, puede ayudarnos a comprender lo que
“Don’t worry” puede decirnos como cristianos.

Martin Creed hace referencia con el “Don’t worry”
de forma consciente a la cultura moderna del pop y a
“Don’t worry – be happy”.
Pero el verdadero encanto de este letrero luminoso en la torre de Sankt Peter consiste para los artistas
en la tensión entre la cultura pop y el mensaje del Evangelio.

El “no os preocupéis” tiene en Jesús un lugar central en Su Sermón de la montaña, por tanto en la “ley fundamental” de Reino de Dios:
“No os preocupéis por vuestra vida
y (por todo lo que es indispensable).
Mirad los pájaros de cielo:
No siembran ni siegan ni tienen graneros,
vuestro Padre celestial los alimenta.
¿No tenéis vosotros más valor que ellos?”

En la letra de un texto (abreviado) suena así:
“No te preocupes, sé feliz.
Mírame a mí, yo soy feliz.
Si tú estás preocupado, llámame.
Yo te haré feliz.
No te preocupes, sé feliz.
Porque si tú te preocupas,
se te arrugará tu rostro.
Y esto derrumbará a todos.”

El texto de esta canción pone claramente otros acentos a los de la confianza total dirigida por Jesús al cuidado amoroso de Dios.
Pero ¿cómo es posible una confianza así en Dios    
sin que esté marcada a fuego la confianza ciega?

En primer lugar esa confianza creyente en Dios presupone aquella confianza fundamental
que las personas experimentaron en su más tierna infancia,
sobre todo en la relación fundamental con sus madre, con sus padres en general
y después también con sus primeras y más importantes personas de referencia.
Sin esta confianza fundamental
es difícil el desarrollo de la confianza en Dios.
Más tarde son ayudadoras también las experiencias de confianza interpersonales,
aunque no pueden substituir la confianza fundamental infantil.

Y, sin embargo, el “no os preocupéis de Jesús” está en estrecha conexión con concretas experiencias de las más tempranas comunidades cristianas.
En los Hechos de los Apóstoles se reflejan tales experiencias:
“La comunidad de los creyentes tenía un solo corazón y un .alma sola.
Nadie tenía nada propio,
sino que lo tenían todo en común.
No había nadie entre ellos que pasase necesidad.
Pues todos… vendían sus propiedades…
y a cada uno le era asignado lo que necesitaba.”
 (Hch 4,32 ss)

Seguramente aquí se describe un ideal,
tras el que permaneció probablemente la realidad.
Pero con seguridad también es impensable que una descripción así se pudiera dar sin experiencias reales.
Estas y semejantes experiencias de una hermandad vivida hicieron entonces y hacen hoy comprensible el “no os preocupéis” de Jesús como anticipación del Reino de Dios.

Ahora tiene también aquí su espacio la leyenda de Martín, que hemos escuchado como Lectura:
Martín hace de la atención al pobre delante del portón de Amiens su propia atención, compartiendo con él su capa, y así da testimonio –consciente o inconscientemente- del cuidado del “Padre Celestial” a todo ser humano en necesidad.
De igual modo todo servicio al prójimo es testimonio vivido del amor de Dios y de Su cuidado,
sobre el que también nosotros podemos construir llenos de esperanza.

Amén.
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