Homilía para el Domingo de Cristo Rey
del ciclo litúrgico B

25 Noviembre 2018
Lectura: Ap 1,5b-8
Evangelio: Jn 11,33b-37
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Jesús llamó a Sus discípulos y dijo:
“Sabéis que los que figuran como jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que sus magnates las oprimen. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera ser grande debe ser vuestro servidor y quien quiera ser el primero debe ser el esclavo de todos.” Mc 10,42ss.

Hasta nuestros días aquellos gobernantes,
de los que Jesús habla, llevan el título de “Rey”.
Título y denominaciones del cargo han cambiado entretanto, pero el juicio de Jesús sobre
los gobernantes de este mundo es válido también hoy con demasiada frecuencia –como en tiempos de Jesús.

En la política, en todos los tiempos y en todas partes allí donde se ejerce el poder se produce abuso de poder, represión, explotación, terror y violencia, injusticia y el propio enriquecimiento.
Siempre y continuamente guerra y violencia parecen ser medios más sencillos para la solución de los conflictos que los laboriosos diálogos y la disposición al compromiso.

Mientras todo esto caracteriza muy  menudo el dominio de este mundo, Jesús sitúa al contrario
Su modelo del “Reino de Dios”-
Su visión del “Señorío de Dios” o también del “Reino de los Cielos”.
Este modelo  del “señorío de Dios” ya en este mundo lo vive el propio Jesús en obras y palabras:
“Si Yo curo a los enfermos
y expulso a los demonios de este mundo por el Espíritu de Dios, entonces el Reino de Dios ya ha llegado a vosotros.”
(cf. Mt 12-28)

Él espera de Sus discípulos y también de nosotros como cristianos que también nosotros hagamos visible Su mensaje central del Reino de Dios y cuya presencia ya despunta.
Evidentemente esta praxis del Señorío de Dios es el amor incondicional a Dios y al prójimo.
Y que abarca incluso el amor al enemigo.
El amor al enemigo y la renuncia a la violencia
-bajo estos dos términos- está el contenido esencial de las dos antítesis del llamado Sermón de la Montaña, por tanto de la ley fundamental del Señorío de Dios. (vgl. Mt 5,38-48)

Estas dos antítesis hoy en la fiesta de Cristo Rey,
debiéramos escucharlas de nuevo y dejarlas que penetrasen en nosotros.

En primer lugar la antítesis de la renuncia a la violencia en lugar de la revancha y la venganza:
“habéis oído que se dijo:
ojo por ojo y diente por diente.
Pero Yo os digo:
No hagáis frente al que os hace mal,
sino que a quien te abofetea la mejilla derecha,
preséntale también la otra. (Mt 5,38 ss)

Y después también la antítesis del amor a los enemigos:
“Habéis oído que se dijo:
Debes amar a tu prójimo y odiar a tu enemigo.
Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos
y orad por los que os persiguen
para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir Su sol sobre buenos y malos
y hace llover sobre justos e injustos.” (Mt 5,43 ss)

También hoy muchos cristianos son de la opinión de que las tesis del Sermón de la Montaña sobre la no violencia son puro idealismo
y no se pueden cumplir en el mundo real.
Con esto no se puede hacer política.
Hay muchos ejemplos que demuestran lo contrario.
El ejemplo más conocido de la eficacia de la no violencia es el de la lucha por la libertad de la India
bajo la dirección de Mahatma Ghandi,
por tanto precisamente un ejemplo no cristiano.

Esencialmente influida por los cristianos es la “revolución” pacífica contra el régimen comunista en la República Democrática Alemana en el otoño de 1989.

Un tercer ejemplo es la resistencia civil de los daneses contra la deportación de los judíos por los nazis.
Sobre un 90% de los daneses judíos fueron prevenidos oportunamente antes de la deportación,
algunos días estuvieron escondidos en viviendas particulares y en los desvanes de las iglesias y después en una operación en una noche de niebla
fueron llevados a Suecia en barcas de pescadores.
Esta solidaridad con los judíos incluyó a casi toda la sociedad danesa hasta incluso la casa real.

A ejemplos en el ámbito privado de convivencia pueden todos ustedes contribuir por su propia experiencia.
Aquí se trata sobre todo de la alta estimación humana del otro y de su dignidad,
de la tolerancia vivida y de la disposición al compromiso,
de fantasía y creatividad,
de la capacidad de escuchar y de conducir verdaderamente diálogos.

Hasta sus últimas consecuencias vive el propio Jesús
Su pretensión de pacifismo y de amor al prójimo:
El dirigentes de este mundo se encuentran
por regla general del lado de los criminales.
Jesús, por el contrario, se convierte en víctima de una nueva realidad: Él anda Su camino hasta la muerte en Cruz.
Por tanto, a primera vista, fracasa y
Su propio Sermón de la Montaña parece conducir al absurdo.

Por el contrario, se podría citar la enorme expansión del cristianismo y sobre todo los innumerables ejemplos de más humanidad en este mundo por medio de Jesucristo y Su mensaje-
a pesar de toda la violencia y maldad,
que entre los cristianos también se ha dado por desgracia continuamente y se da.

Sin embargo es decisivo:
Jesús con Su pacifismo e impotencia en la Cruz se convierte en vencedor de la muerte y de todos los poderes mortales de este mundo.
El misterio pascual de la Resurrección de Jesucristo
es el verdadero núcleo de nuestra fe.
En la resplandeciente Luz de la mañana de Pascua
se revela Jesucristo como Señor de la Vida y con ello como Cristo Rey del incontenible y venidero Reino de Dios.

Amén.
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