Impulsos para el Domingo III
del
Tiempo Ordinario, ciclo litúrgico B
21 Enero 2018
Lectura: 1 Cor 7,29-31
Evangelio: Mc 1,14-20
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Hoy quisiera invitarles a dejarse estimular sobre todo en la reflexión meditativa y en la oración
por esta breve lectura de Pablo (1 Cor).
Escuchen otra vez la parte nuclear del texto:

“Quien tenga mujer, que viva como si no la tuviera,
quien llora, como si no llorase,
quien se alegra, como si no estuviera alegre,
quien compra, como si no poseyese,
quien disfruta del mundo, como si no disfrutase.”

¿Se sienten provocados por este texto?
¿Lo marcarían como “extraño al mundo?
O ¿encuentran en este texto sugerencias valiosas para sí mismos y para una fe vivida?

Silencio

Precisamente ahora les menciono el fondo de este texto:
Pablo parte de la llamada “Parusía”,
es decir, él estaba convencido (como muchos cristianos de aquellos primeros tiempos) de que:
    Este tiempo y el familiar “mundo antiguo” llegarían pronto a su fin.
    Cristo volvería en breve.
    Y una nueva época, el nuevo mundo de Dios, por tanto, el “Reino de Dios” prometido conduciría hacía arriba.

En el texto de la Lectura, Pablo alude a este fondo:
“El tiempo es breve”, dice
y “la figura de este mundo” pasa.
Por tanto, no tiene ningún sentido,
es incluso absurdo y contraproductivo
agarrarse a lo que es importante para nosotros en este mundo, atarse a lo perecedero.
Con esta consideración hagamos de nuevo una pausa:
Aunque la “Parausía” era un error en aquel tiempo-
de todos modos también nosotros estamos convencidos por la fe,
que este mundo en el que se casan,
en el que lloramos y nos alegramos,
en el que compramos y vendemos,
en el que sacamos provecho de todo-
que este “viejo” mundo es caduco
y tarde o temprano llegará a su fin.

Silencio

Quizás nos ayude otro texto de otro tiempo
a comprender mejor las palabras de Pablo
y también a interpretarlas en nuestro tiempo.
Ignacio de Loyola dice al comienzo del Renacimiento en el ‘Fundamento’ de sus Ejercicios:
 
debemos “por nuestra parte no desear más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que vida corta …”

También estas formulaciones suenan provocadoramente.
Pero dejémoslas resonar y pregúntense si descubren en ellas un sentido para sí mismos.

Silencio

Quizás nos ayude a comprender la motivación de Ignacio.
Naturalmente no se trata del inminente fin del mundo,
se trata más bien de la meta fundamental de nuestra vida.

Ignacio escribe.
“El ser humano es creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y,
mediante esto, salvar su alma.
Y las otras cosas sobre la haz de la tierra son creadas para el ser humano y para que le ayuden en la prosecución del fin para el que es creado.
De donde se sigue que el ser humano tanto ha de usar de ellas cuanto le ayuden para su fin
y tanto debe quitarse de ellas,
cuanto para ello le impiden.”

Por ello merece la pena reflexionar ahora,
especialmente si la incomprensible formulación para nosotros
“y así salvar su alma”
se puede sustituir por una formulación moderna, que pudiera sonar aproximadamente así:
“y así realizarse a sí mismo”.

Por tanto, Ignacio piensa:
Nos podemos realizar como criaturas e imágenes de Dios, alabándole y sirviéndole,
por tanto en el servicio de Dios y Su futuro
y con ello nos situamos en el servicio del nuevo mundo de Dios
y, en consecuencia, ‘las cosas de este mundo’ emplearlas como medio de nuestra meta existencial
y de nuestra realización personal.

De aquí se sigue para él inmediatamente la necesidad de hacerse libre interiormente
de nuestra dependencia de los propios deseos y metas.
Por tanto, en este sentido, debiéramos ser indiferentes, por ejemplo, ante la salud y la enfermedad, la riqueza y la pobreza, el honor y el deshonor, larga vida o corta…
¡Se trata de la libertad interior para la propia meta de nuestra vida!

Silencio

Cada vez que nos hallamos ante una decisión -¡también en la vida diaria!- es válido: No se trata de la renuncia ascética en el sentido negativo de esta palabra, sino de la orientación a un futuro feliz,
en el que todo halle su plenitud,
lo que en esta vida de total nostalgia esperamos.
Ciertamente de esto también se trata en la Lectura
de hoy.

Amén.
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