Homilía para el Domingo
vigésimo primero del ciclo litúrgico (B) 23 Agosto 2009-08-22 |
Lectura: Jos 1-2a.15-17.18b Evangelio: Jn 6,60-69 Autor: P. Heribert Graab S.J. Algunas sugerencias de Claudia Simonis-Hippel de “Pueblo de Dios” 7/2009 |
Durante mis vacaciones, tuve una
experiencia completamente fascinante:
Pude visitar un templo pagano de nuestra época enteramente magnífico e impresionante. Quizás ustedes estuvieron ya alguna vez en Dresde en “Manufactura del vidrio”. Ciertamente allí se fabrican coches – se tendría que decir más exactamente: Allí son fabricadas “vacas sagradas”. Por este motivo también se tiene que olvidar todo lo que uno se imagina sobre una fábrica de coches. En Dresde se ha generado un Palacio de Cristal incluso con una “torre de iglesia” simbólica de vidrio, que lo domina todo. El maravilloso coche no se fabrica sobre un pavimento de cemento embadurnado de petróleo en una ruidosa nave industrial. No –todo se mueve sobre un parquet claro, en una atmósfera casi de recogimiento. Los “trabajadores”, vestidos de blanco, se asemejan a “sacerdotes”, que sólo con guantes tocan lo “santo”, para que no se produzca ningún arañazo. Y cuando los compradores – o digamos mejor: los “creyentes” – van a recoger personalmente el objeto de su nostalgia, entonces se prepara para ellos una “liturgia” correcta de entrega. De nuevo me hice consciente de cómo las personas permanecen iguales más allá de los siglos – tanto si sus dioses se llaman Baal o Astarte, o –como en este caso – llevan el nombre de un filósofo griego, que como discípulo de Sócrates, reflexiona sobre las –bien entendidas- últimas cosas. Me parece destacable como aquí la enseñanza de Platón se materializa en una carroza de lujo. Naturalmente todos nosotros sabemos que hoy día no sólo los dioses materiales seducen a las personas, para decidirse contra el único Dios, el Dios de la Vida. Es cierto que personas formadas académicamente siguen en su decisión tanto las ideas seductoras del racionalismo y del positivismo, del relativismo, o de los modernos ismos. todos los quieren llamar. En todo caso, también hoy estamos desafiados a la decisión – * lo mismo que continuamente el pueblo de Israel, * lo mismo que los oyentes de Josué, * lo mismo que los discípulos de Jesús después de Su “discurso del Pan de Vida”, que ellos, como muchos otros, sintieron como provocación, * lo mismo que los destinatarios del Evangelio de Juan al final del primer siglo, de los cuales muchos se apartaron ya entonces de la Iglesia primitiva, porque a ellos su mensaje ya no les parecía convincente, ni razonable, ni digno de fe. ¿Qué era lo que verdaderamente producía en las personas de entonces una clara e indiscutible decisión por Dios? Y ¿cuál es el motivo de que nosotros no nos hayamos despedido ya hace mucho de la fe, sino que hoy nos reunamos aquí para el servicio divino? 1. Las tribus de Israel encontraron en Siquem una clara decisión a la vista de las experiencias de su pueblo a lo largo de su historia: “El Señor, nuestro Dios, fue el que a nosotros y a nuestros antepasados nos sacó de la esclavitud de Egipto y el que ha hecho ante nuestros ojos todas las grandes maravillas. Él nos ha protegido en todo el camino que hemos andado y entre todos los pueblos, cuyo territorio hemos atravesado.” Yo creo que también nosotros tenemos motivos para mirar hacia atrás agradecidamente: * A nosotros se nos ha regalado una de las regiones más fructíferas de esta tierra, que nosotros tratamos responsablemente. Ciertamente de nuestro pueblo salió la guerra más grande de todos los tiempos y nuestros antepasados fueron cómplices de uno de los más terribles crímenes de la humanidad. Pero se nos perdonó, y ahora vivimos el período más largo de paz y bienestar de nuestra historia. Como cristianos podemos ser miembros del nuevo pueblo de Dios. * Nuestra Iglesia fue continuamente infiel a su misión por la culpa de las personas. Pero fue y continúa siendo un signo de salvación para este mundo y pudo ser en todos los tiempos sobre todo mediadora de la bendición divina. * Además cada uno de nosotros podemos contar cuanta bendición, ayuda, consuelo acompañamiento en el camino, Dios le ha regalado a él mismo en las horas de abatimiento y en las situaciones aparentemente sin salida. ¡Recordémoslo continuamente! ¡Y decidámonos día tras día nuevamente por el Dios de la vida, al que le debemos todo! Ahora contemplemos también la confesión de Pedro, que como portavoz de los “Doce” responde a la pregunta de Jesús: “¿También vosotros os queréis ir?” Pedro dice: “Señor ¿a dónde podemos ir? Sólo Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos accedido a la fe y hemos reconocido: Tú eres el Santo de Dios.” Palabras de Vida que consuelas, liberan, levantan, vitalizan. Todos nosotros celebramos en conjunto este servicio divino, porque continuamente hemos hecho la experiencia: Aquí encontramos palabras de Vida, también para nosotros muy personalmente: * Palabras de las que podemos sacar fuerza para nuestra vida diaria. * Palabras que nos fortalecen en tiempos de crisis, * Palabras que nos liberan de temores, * Palabras que nos dan ánimo para vivir. Quizás se les ocurra en este momento muy espontáneamente una palabra así de Vida, que se haya hecho muy importante para ustedes: Quizás una Palabra de la Sagrada Escritura – * “¡No temas!” o esta maravillosa palabra sálmica, que ya ha acompañado a muchos de nosotros de forma ayudadora: “El Señor es mi Pastor, nada me falta… Aunque pase por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque Tú estás conmigo.” Salmo 23,1.4ª o la palabra de Jesús: “No os preocupéis por el mañana…” (Mt 6,34) o Su invitación: “Venid a Mí todos los que estáis fatigados y agobiados. Yo os aliviaré.” (Mt 11,28) Finalmente en todo caso es una “Palabra de Vida” Aquella: “Yo te amo como tú eres” – dicha por una persona querida o en último caso por Dios mismo. Las palabras bíblicas pueden convertirse también En “piedra de escándalo” o en exigencia, pueden provocar, como escandalizaron a los discípulos las palabras de Jesús. Pero cuando Dios algo exige, es también una invitación para confiar, para crecer y para tener más Vida. Quizás para ustedes también sea importante un verso de un canto o una oración que les sea familiar. Quizás también encuentren ustedes estímulo en el centro de la celebración eucarística: “Esto es mi Cuerpo…, esto es mi Sangre…”, “Yo estoy contigo, Yo estoy cerca de ti”- ahora y “todos los días hasta el fin del mundo,” (Mt 28,20) ¡sí – también en las últimas horas de tu vida, aquí, en este mundo! Nos deseo a todos la certeza, la confianza y la decisión de Pedro para poder decirle a Dios desde lo más profundo del corazón: “¡Tú tienes Palabras de Vida – para mí!” Amén. |