Homilía para la Fiesta de San Miguel 2.006
Lectura: Ap 12,7-12a
Autor: P. Heribert Graab S.J.
El mundo está lleno de malos entendidos.
Cada uno de nosotros ya lo ha experimentado.
Y ciertamente también el Papa Benedicto XVI también lo ha tenido que experimentar de nuevo.
Incluso la Biblia estuvo y está expuesta a malos entendidos.
Esto es válido para la Lectura de esta fiesta,
para la Lectura de la lucha del arcángel Miguel.

A decir verdad, los malos entendidos no serían necesarios, si cada uno se esforzase por prestar atención y comprender verdaderamente lo que el otro quiere decir.
El discurso del Papa no era para entender mal
si verdaderamente se hubiera leído todo,
y, tanto más, si se hubiera interpretado en el contexto de todo lo que este Papa había dicho en el diálogo con el Islam también en otros lugares.

¡Tampoco la lucha del arcángel Miguel es para entender mal!
Sólo se tendría que contemplar el texto más exactamente.
Se trata expresamente de que “Satán” es vencido por la “sangre del Cordero” y por el testimonio de la fe de los discípulos de Jesús.
Y si se hubiera tomado después el contexto del Evangelio de Jesucristo, entonces se hubiera hecho caer en la cuenta a todos los que quisieran entender mal este texto ideológicamente y/o en provecho propio, que Jesús ya había ordenado a Pedro:
¡Guarda la espada!
Y quizás incluso darían con el Sermón de la Montaña y, por ejemplo, con la frase:
“¡Cuando alguien te golpee en la mejilla derecha,
pon también la otra!”
Gracias a Dios, tampoco teníamos en la historia todos los cristianos esta imagen espantosamente anticristiana de S. Miguel con espada y lanza!
Ciertamente en los primeros tiempos, Miguel fue representado exclusivamente con el travesaño de la Cruz.
Y a diferencia del ángel con la espada de fuego en la fachada de nuestra iglesia, la figura del arcángel de nuestro antiguo altar mayor aquí dentro, precisamente está representada con el travesaño de la Cruz.
¡Su arma es justamente la Cruz de Jesucristo!
En el lenguaje del Apocalipsis:
La “Sangre del Cordero”.

No se puede decir que este S. Miguel se convierte, por así decirlo, en un tigre “sin dientes” –si uno le separa de la espada-.
Por el contrario:
Su mensaje es evidente, claro y decisivo:
“¡¿Quién es como Dios?!” – este es el indudable sentido de su nombre.
Él aboga por este Dios de Jesucristo – incondicionalmente-.
Su claro testimonio – sin ninguna representación imprecisa- derriba al “gran dragón”, la “vieja serpiente”.

Y ciertamente esta claridad y evidencia
se exige también hoy de nosotros y de nuestra fe.
¡Benedicto no ha dejado de faltar a esta claridad y evidencia en su discurso de Regensburg.
¡Gracias a Dios!
Su irrefutable mensaje reza:
Fe en Dios y fuerza no armonizan en ninguna parte.
Fe y fuerza son como fuego y agua.
Este mensaje es totalmente válido tanto para alguien como el Presidente Busch como para el Islam.
¡Y sólo sobre la base de esta inequívoca declaración, el diálogo es, en general posible!
Además Benedicto puede construir
sobre el ruego de perdón que conmueve, por toda la fuerza, que ha salido del cristianismo
y que su antecesor ha pronunciado en el año 2000.
Un tal ruego de perdón no he oído por la otra parte todavía.

* Sólo la decisión del arcángel Miguel  por Jesús
y Su mensaje puede hacer posible y fructífero un diálogo interreligioso.

* Sólo una clara decisión por las tradiciones católicas de nuestra fe hace posible el ecumenismo
y puede encaminar como resultado a una unidad de las iglesias que no se basa precisamente en el minimalismo y en la representación imprecisa,
si no que más bien vive de la riqueza de las diferentes tradiciones religiosas.

* Solo la clara decisión del mayor número posible de cristianos de todas las confesiones puede poner término a la creciente mezcolanza de las improductivas ofertas de sentido.

* Sólo la clara decisión para la que todos nosotros somos libres por el Bautismo y sobre todo por la Confirmación, puede dar también a toda nuestra vida personal sentido y futuro.

De todo corazón deseo y pido a nuestros jóvenes,
que fueron confirmados el pasado domingo,
esta clara decisión por la fe en Jesucristo, que pueden conseguir con la mirada en San Miguel.

De todo corazón le deseo a Vd. también esta decisión de fe, querida Señora Bischoff, que recibe ahora el Sacramento de la Confirmación y con ello el don fortalecedor del Espíritu de Dios.

Amén