Homilía para el Domingo Décimo Quinto del ciclo litúrgico (B)
16 Julio 2006
Evangelio: Mt 10,34-11,1
Autor: P. Heribert Graab S.J.

Hay tres versiones de esta homilía: Ésta escrita y dos versiones verbales expuestas libremente. Las versiones difieren considerablemente en parte: así en la homilía de las 18h 30m se trata más de la nueva cooperación con una comunidad en Burkina Faso que de la Citypastoral en Göttingen.
El verano invita a fiestas comunicativas:
a encontrarse recíprocamente, a celebrar unos con otros –
y esto al aire libre bajo un cielo muy cautivador y
lo más azul posible.

Éste es también el tiempo de las fiestas para todos los que pertenecen a la parroquia,
de las fiestas de la comunidad parroquial  o incluso de las fiestas de la familia parroquial – como se dice en nuestra comunidad próxima de María Frieden.

También nosotros celebramos hoy en el hermoso patio interior de nuestra iglesia una fiesta así –nuestra fiesta de verano, como la denominamos hace años.

A primera vista no parece haber ninguna diferencia:
fiesta de la comunidad parroquial, fiesta de la familia parroquial, fiesta de verano.
En una segunda y reflexionada mirada quizás llaman la atención diferentes matices:

* Una fiesta de la comunidad parroquial y tanto más una fiesta de la familia parroquial tiene ante los ojos al grupo destinatario:
Se trata de una fiesta de aquellos que “forman parte”, de la fiesta de una comunidad, de la fiesta de una “familia parroquial”.
Naturalmente - como en toda fiesta familiar - son bienvenidos también los convidados - en todo caso cuando han sido expresamente invitados.

* Una fiesta de verano no se dirige expresamente
a un grupo destinatario determinado.
La palabra misma indica la época del año,
en la que la fiesta se celebra.
Luego la mayor parte de las veces se indica adicionalmente quién invita a esta fiesta:
“Fiesta de verano de St. Michael”.
Hace algún tiempo cuelga en la parte frontal de nuestra iglesia
-por consiguiente en la publicidad de la zona peatonal –
un cartel visible a lo lejos, con el que el consejo parroquial de St. Michael invita públicamente.
Del mismo modo que este cartel, también invitan las hojas incluso a dos fiestas diferentes.
Invitan simultáneamente a una en el “Oasis de St. Michael” con ocasión de la “Noche de la Cultura” en Göttingen.
Y aquí es tanto más notorio:
Invitados son todos los que pasen y sientan agradado por esta fiesta veraniega de la Cultura en nuestra ciudad.

Y ahora ¡contemplemos el Evangelio!
Recordemos en primer lugar:
Jesús tiene siempre la pequeña “familia”
de Sus discípulos, reunida a Su alrededor,
ha buscado el diálogo con ellos en el pequeño círculo,
los ha llevado consigo a lugares apartados
para cultivar la comunidad entre ellos
o también sólo para encontrar un poco de descanso juntos.
Probablemente Él ha celebrado también fiestas con el “círculo cerrado” de esta pequeña comunidad – no sólo la Cena Pascual poco antes de su Pasión y Muerte en Jerusalem.

Por consiguiente es absolutamente legítimo, incluso necesario, también hoy reunirse como comunidad
Y en el círculo de las “hermanas y hermanos” celebrar algo así como una fiesta familiar.
Es legítimo, alguna vez estar sólo “entre nosotros”.

Sin embargo, el Evangelio de hoy
muestra otra dimensión del ser cristiano:
¡Se es cristiano para los demás!
Jesús enseña esto a Sus discípulas y discípulos,
mandándolos muy lejos con la misión
de anunciar el mensaje del Reino de Dios,
curar y expulsar demonios,
y además dirigirse muy conscientemente a los extranjeros y aceptar su hospitalidad.

En la línea de esta praxis de la fe cristiana abierta y misionera está también nuestra fiesta de verano.
Con la invitación del cartel en la fachada de nuestra iglesia salimos p.e. al público de la calle,
nos dirigimos a los transeúntes.
Sería hermoso y en la línea del Evangelio
si todos nosotros y cada uno en particular aprovechásemos todo lo posible la fiesta de verano
como una posibilidad no sólo para dirigirnos a aquellos que nos son familiares en la comunidad,
sino también a aquellos que nos son extraños,
aunque pertenezcan a la comunidad
e incluso a aquellos que como profanos
sencillamente curiosean a veces.

Si Jesús encarga a Sus discípulos,
aceptar la hospitalidad de aquellos,
podríamos nosotros como mínimo buscar y cultivar con ellos la comunidad de mesa por un cuarto de hora o media hora -quizás de dos en dos- como Jesús prevé.

Vivimos en un tiempo en que la Iglesia en conjunto descubre de nuevo su dimensión misionera.
Conforme a esto, ya hace años nacen de forma creciente “iglesias City” en las ciudades alemanas.
Los que llenan estas iglesias de vida
- y no son en absoluto sólo profesionales -
se entienden como enviados por Cristo a las personas de la ciudad.
No se quedan parados
en abrir su iglesia a los transeúntes y precisamente también a los profanos.
Ellos quieren más bien –como entonces los discípulos de Jesús- salir fuera y dirigirse a las personas.

Un pequeño paso en esta dirección es ya nuestro banco de iglesia fuera, en la calle.
Para una oferta de diálogo en este banco
con seguridad están suficientemente cualificados algunos miembros de la comunidad.

Otros pasos fuera del “espacio de repliegue” de la iglesia son también nuestras “visitas espirituales a la ciudad” o la búsqueda de las “huellas de la fe”,
o sea, de las “huellas de Dios” en esta ciudad –
y también en los lugares extraños a primera vista.

La así llamada Citypastoral con seguridad también ganará peso aún en St. Michael.
Yo estoy muy agradecido a que esta evolución se comparta por el consejo parroquial y por muchos particulares en la comunidad.

Citypastoral y trabajo de la comunidad no deben correr uno junto a otro
y ni siquiera servirse uno de otro.
Citypastoral y comunidad pastoral se enriquecen mutuamente.
Sin duda alguna, también la comunidad de St. Michael ha ganado por medio de la Citypastoral,
como a la inversa la Citypastoral a la larga se rezaga mucho de sus posibilidades
si la comunidad no la contempla y configura como su propio deseo.
Citypastoral es además una posibilidad de hacer justicia a la misión del Evangelio de hoy.

En este sentido les deseo en la fiesta de verano de
St. Michael no sólo una noche alegre y hermosa
sino también uno u otro encuentro más allá de nuestra comunidad.

Amén.