Homilía para el día de Todos los
Santos y de Todos los Fieles Difuntos
1 y 2 Noviembre 2014
Lectura: Ap 7,2-4.9-14
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Entre cada pasaje particular dejar pasar un tiempo de silencio.
Ayer celebramos la Fiesta de Todos los Santos;
hoy, en el día de Todos los Fieles Difuntos
recordamos a nuestros muertos.
Ambos días están no sólo muy cerca el uno del otro
en el calendario, sino que también están
estrechamente unidos en cuanto a su contenido.
1. Como cristianos cuidamos el recuerdo de todos
los que nos han precedido en la historia y que han
configurado de forma esencial las condiciones de
nuestra vida.
Como cristianos estamos convencidos de que Dios
actúa en la historia:
y Él actúa mediante los seres humanos que marcan
esta historia.
Un individualismo sin historia tiene una mirada muy
restringida sobre la realidad y es algo muy diferente
a cristiano.
2. Santos -¡no son sólo los que la Iglesia ha
declarado santos!
Son más bien todos los que pertenecen a Dios y se
dejan obsequiar por Él con la ‘salvación’ divina.
El Apocalipsis habla de una gran multitud de todas
las naciones y tribus, pueblos y lenguas,
que nadie puede contar.
Naturalmente confiamos en que todos nuestros
muertos pertenezcan a esta gran multitud.
3. En la tradición ortodoxa y católica se pide
continuamente a los Santos y sobre todo en la Fiesta
de Todos los Santos su intercesión ante Dios por los
muertos.
Esto también lo hacemos muchos de nosotros
cuando celebramos en la Misa, Todos los Santos o
Todos los Fieles Difuntos y visitamos las tumbas de
nuestros muertos.
Pedir a los Santos su intercesión es para la mayoría
de los cristianos evangélicos impensable.
Pero hoy también muchos católicos tienen este
problema;
en todo caso muchos no se vuelven en la oración a
los santos.
Con respecto a eso, tres pensamientos primitivos
cristianos, que también son naturales para la mayor
parte de los protestantes:
a. En unión con todos los cristianos creemos en la
resurrección de los muertos – en todo caso lo
intentamos.
Finalmente a todos nos une esta confesión de fe:
“Creo en la resurrección de los muertos y en la vida
eterna.”
Por tanto, por la fe estamos convencidos
conjuntamente de que nuestros muertos viven en
Dios – en todo caso en cuanto confiesan a Dios y
se dejan obsequiar por Él con Su “salvación”.
Expresado de otro modo (si ustedes quieren “de
forma católica”):
En todo caso ellos son ‘Santos’.
b. El segundo pensamiento:
Para todos los cristianos es también más o menos
natural, rezar unos por otros.
Naturalmente los cristianos evangélicos también
oran p.e. por sus hijos enfermos.
En no pocas iglesias evangélicas yo he encontrado
también libros de intercesiones con la invitación
de registrar la petición de deseos personales.
Seguía la promesa:
En la Misa del domingo pediremos por sus deseos.
De aquí se sigue que, por tanto, ¡también la oración
de ‘intercesión’ nos une!
c. Ahora se trata sólo de unir ambos pensamientos:
Si para mí es natural rezar por otros y si, al mismo
tiempo, estoy convencido de la vida de los muertos
en Dios, entonces ¿no es evidente que los ‘santos’
como mínimo interceden por las ‘peticiones’ de
ustedes, como yo pido a amigos y a cristianos?
Aún una observación final, que aclara otra vez cómo
están muy cerca Todos los Santos y Todos los Fieles
Difuntos:
Por ejemplo, yo estoy personalmente convencido de
forma firme de que mi madre pertenece a aquella
‘innumerable multitud’ de santos.
Naturalmente después de su muerte yo he rogado
por ella con muchos otros para que su vida se realice
en comunión con Dios.
De ello –como ya he dicho- estoy firmemente
convencido.
Por tanto ¿por qué no podría yo pedir también su
intercesión, su oración de petición a Dios
por personas y deseos, que son importantes para mí
y seguramente también por mí mismo.
En consecuencia, los invito a ustedes a expresar en
las siguientes peticiones también sus deseos
personales y el nombre de las personas, por las que
ustedes quieran orar con nosotros.
Amén.