Homilía para el Séptimo Domingo
del ciclo litúrgico (A)
20 Febrero 2011
Lectura: 1Cor 3,16-23
Autor: P. Heribert Graab S.J.
La palabra clave de la Lectura de hoy es la palabra del Templo vivo de Dios.
Como templo vivo ve Pablo a los cristianos de Corinto y a su comunidad.
La idea veterotestamentaria de la santidad del Templo, en el que Dios habita,
en Pablo se transforma:
Para él, el Templo ya no es una maciza y lujosa construcción de Jerusalem.
Pablo, más bien, entiende como Templo de Dios.
a los mismos cristianos  y a la Iglesia, que se compone de personas vivas.
De la comunidad de Éfeso, escribe Pablo:
“Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas;
la piedra angular es el propio Cristo Jesús.
Mediante Él, todo el edificio bien trabado,
crece para formar un templo consagrado al Señor.
Mediante Él también vosotros vais construyendo
en el Espíritu, una morada de Dios.” (Ef 2,20-22).

En este nuevo Templo, que está hecho de “piedras vivas” (cf. 1Pe 2,5) tiene cada piedra una función única y muy importante.
Por ello es absolutamente absurdo e imposible
que unos “jueguen” contra otros.
Aquí suena el tema central de la carta:
“disputas” en la comunidad,
“disputas” en la Iglesia.
Nadie puede “vanagloriarse” a sí mismo ni tampoco a otros.
Y quien divida la comunidad, destruye el Templo de Dios.
El texto de la Lectura culmina en un dinámico acorde final:
“Todo os pertenece a vosotros: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente y el futuro,
todo os pertenece.
Pero vosotros pertenecéis a Cristo
y Cristo pertenece a Dios.”

Continuamente vuelve Pablo en sus cartas a la imagen del “Templo vivo de Dios”.
Con frecuencia combina la imagen del Templo de las piedras vivas con la imagen del cuerpo y de sus miembros.
Asimismo en la Primera Carta a los Corintios escribe:
“¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu de Dios, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios?” (1Cor 6,19)

Con esta frase, Pablo tiene, en sentido literal,
ante los ojos el cuerpo biológico de cada uno de los cristianos en particular.
Él no separa entre cuerpo y persona:
Todo el ser humano como persona corporal
Es salvado y santificado mediante Cristo.
En esto está fundamentada nuestra dignidad y precisamente también la dignidad del cuerpo.
También este cuerpo terrenal perecedero puede ser llamado a la resurrección con Cristo,
como lo somos todos los seres humanos:
“Se siembra un cuerpo terrenal,
resucita un cuerpo sobrenatural.” (1Cor 15,44)
Esa enemistad con el cuerpo,
que por desgracia continuamente ha tenido lugar
en la Iglesia es ¡totalmente anticristiana!

Pablo utiliza la imagen del cuerpo como Templo de Dios, más aún para la comunidad y para la Iglesia como totalidad.
En algunos capítulos anteriores desarrolla esta imagen:
“Del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros,
y todos los miembros del cuerpo por muchos que sean forman un solo cuerpo, así es también con Cristo.
Porque todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres hemos recibido un mismo Espíritu en el Bautismo a fin de formar un solo cuerpo y hemos bebido del mismo Espíritu.” (1Cor 12,12 ss)

Pablo trata también de la reconciliación,
de la reconciliación de grupos tan diferentes en la comunidad, como eran entonces p.e. los judíos y los griegos, los esclavos y los libres.
Cristo Jesús es “nuestra paz” dice en la Carta a los Efesios.
“Él ha hecho de dos pueblos (judíos y paganos) uno sólo, destruyendo con Su muerte el muro de enemistad que los separaba.” (Ef 2,14).
Hoy probablemente trataría de la reconciliación de otros grupos que están enfrentados:
Nacionales y extranjeros,
“conservadores” y “progresistas”, entre otros.
“El vínculo que mantiene todo unido” es el amor,
se dice en la Epístola a los Colosenses.
Y “que en vuestro corazón reine la paz de Cristo;
Por ella, sois llamados como miembros de un solo cuerpo.” (Col 3,14 s).

En la imagen del cuerpo y sus miembros desarrolla Pablo un pensamiento nuclear del Evangelio:
Él dice a los corintios:
“Los miembros del cuerpo que consideramos más débiles son los más necesarios.” (1Cor 12,22).
Ciertamente hay que cuidarlos de modo especial.
En la comprensión de Pablo del cuerpo y de sus miembros también se halla, por consiguiente, una clara crítica al principio moderno del rendimiento,
por el que se arrincona a los más débiles.

Y no en último lugar, Pablo encontraría hoy palabras muy críticas para el individualismo ampliamente extendido en nuestra sociedad.
La imagen de las piedras vivas que construyen
el Templo conjuntamente,
como también la imagen del cuerpo, en la que todos los miembros son responsables mutuamente y de la totalidad es incompatible con una praxis individualista de la vida:
“Cada uno para sí mismo” y ya desde hace mucho tiempo no “Dios para todos nosotros”.

Otra vez el maravilloso y dinámico himno, que pone fin a la Lectura de hoy:
“Todo os pertenece:
    El mundo con todas sus posibilidades y oportunidades,
    la vida en su total plenitud con sus altos y bajos,
    la muerte como perfección de esta vida en lo definitivo,
    el presente –también de nuestra Iglesia con todas sus crisis,
    el futuro de la Iglesia y del mundo
    y no en último lugar muchas ideas que hay en la Iglesia, muchas culturas, muchas formas de teología y de liturgia y las personas concretas que representan esta variedad-
todo esto y toda la variedad que también nos sucede en la Iglesia,
todo os pertenece.
pero vosotros pertenecéis a Cristo
y Cristo pertenece a Dios.”

Amén.