Homilía para el Sexto Domingo del Pascua,
Ciclo litúrgico A

14. Mayo 2023
Evangelio: Jn 5,17-37
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Pocos días antes de la Ascensión de Cristo
suena el Evangelio de hoy como una forma de ‘Testamento’ de Jesús.
En primer plano está la promesa, la promesa:
“¡Yo no os abandonaré como huérfanos,
sino que volveré a vosotros!”
Ahora os enviaré el Espíritu Santo como ayuda,
el Espíritu de la Verdad, que es totalmente amor.
Os enviaré el Espíritu,
que me une con mi Padre
y por medio del cual también vosotros estáis “en mí”
y Yo estoy “en vosotros”.
La palabra clave de este discurso de despedida de Jesús es la palabra “amor”.
Debiéramos sumergirnos un poco en esta palabra
y rastrear lo que Jesús quiere decir con ella.
Evidentemente Su intención rebasa ampliamente lo que esta palabra “amor” significa entre nosotros y
sobre todo como resuena en el lenguaje coloquial de nuestra época.
Amor, significa para Jesús sobre todo:
‘estar en el otro’, incluso ‘fundirse con el otro’,
simultáneamente sin perder la propia identidad.
Ya el domingo pasado se leyó en el Evangelio:
“Creedme porque yo estoy en el Padre
y el Padre está en mí.”
Hoy Jesús habla de nuevo de esta unidad de relación:
“Yo estoy en ni Padre”;
pero hoy Él no se detiene en esto sino que lo complementa;
“Y vosotros estáis en mí, y Yo estoy en vosotros.”
Esta impresionante expresión tiene que leerse repetidas veces,
para convencerse:
“¡Como Yo estoy en el Padre y como el Padre está en mí
vosotros estáis en mí y Yo estoy en vosotros!
Por tanto ¡nosotros mismos estamos en relación de intimidad con el Dios trinitario!
¡Rodeados por aquel amor, que está en el propio Dios!
¡Seguros en Él!
¡Ahora bien el amor según su esencia, nunca es una calle de sentido único!
Más bien se funda en el amor de Dios hacia nosotros en aquella inmemorial “instrucción” de la Tora, a la que Jesús se refiere con frecuencia:
“Debes amar al Señor, tu Dios
con todo el corazón, con todo el alma
y con todos tus pensamientos.” (Mt 22,37 según Dt 6,5)
Amar a Dios, que significa por tanto:
+ Ser uno con Él-
con Su pensar y Su hacer en este mundo;
+  siempre de forma más profunda Sus planes y propósitos;
+ cada vez más intensamente conformarse con Él
+ y más y más dejar que el propio querer se sumerja en Su querer iluminado por el amor divino.
El mandamiento del amor de la Tora es como el mandamiento del amor de Jesús un mandamiento doble:
“Tan importante (como el mandamiento del amor a Dios) es el segundo: Debes amar al prójimo como a ti mismo.” (Mt 22,39)”
“Tan importante” significa en la traducción de la unidad del antiguo texto griego ‘idéntico’.
Esta palabra sugiere una traducción adicional:
Su significado es ’idéntico’.
Es decir el amor de Dios y el amor al prójimo son finalmente uno y el mismo, dos caras de la misma moneda.
No hay amor a Dios sin amor al prójimo,
como también al contrario no hay amor al prójimo
que no sea también amor a Dios – con frecuencia inconsciente y quizás también sin querer-.
Jesús ha anunciado este ‘doble mandamiento’ del amor no sólo con palabras.
Él lo ha vivido más bien día tras día y siempre y en todas partes:
También el amor al prójimo significa ampliamente ‘hacerse uno’ con el otro y, al mismo tiempo, permanecer todo ‘él-mismo’.
Concretamente esto significa, por ejemplo:
mirar con los ojos del otro, meterse en él, ponerse en su lugar, sufrir con él, alegrarse con él…..
En la misma dirección va la llamada regla de oro:
“trata al otro como quisieras que te tratasen a ti.”

Entendida esta regla de forma cristiana,
el común denominador es el amor al prójimo y el amor a sí mismo
totalmente como la segunda parte del ‘doble mandamiento’:
“Debes amar al prójimo como a ti mismo.”
Por tanto, amar es una triada en el Amor de Dios,
amar al prójimo y a uno mismo es un sonido con armonía conjunta.
Para terminar aún una autocomprensión bíblica
sobre todo una autocomprensión para el propio Jesús:
Este amor tridimensional no sonará verdaderamente
en sentimientos sublimes o con grandes palabras,
ni siquiera en el sencillo “¡yo te amo!”,
sino sobre todo cuando ni siquiera exclusivamente
en el concreto ir uno tras otro, en el responder el uno por el otro,
en la (literalmente) existencia saludable juntos,
en la fiel resistencia junto al otro y con el otro,
en el “Sí” irrompible para el otro
y en el hacer práctico.
Si ocasionalmente pueden dedicar un poco de tiempo
a leer uno de los cuatro Evangelios ¡en su totalidad bajo esta consideración!
capítulo tras capítulo descubrirán este amor vivido.
Amén