Meditaciones –Impulsos
para el Quinto Domingo de Pascua,
ciclo C - 15 Mayo 2022
Lectura: Ap 21, 1-5a
Evangelio: Jn 13,31-33ª.34-35
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
¿Es posible experimentar a Dios;
y cuando y cómo?
Una respuesta muy importante a esta pregunta
-quizás la respuesta por antonomasia-
es la da Jesús en el Evangelio que acabamos de escuchar.
Jesús nos encarga transmitir el amor de Dios a este mundo:
“¡Donde hay caridad y amor, allí está Dios!”

Silencio

Donde hacemos la experiencia del amor
-en todas sus dimensiones-
y donde nosotros mismos nos experimentamos como amantes,
Le experimentamos continuamente de nuevo a Él,
que es al Amor por antonomasia,
es decir, experimentamos a Dios
como las discípulas y discípulos experimentan a Dios en el encuentro con Él,
aunque fueron conscientes de esto poco a poco y finalmente después de Pascua.

Silencio

Muchos de aquellos, que se reunieron con Jesús,
y, sobre todo aquellos que Le acompañaron en Sus caminos,
consiguieron poco a poco una corazonada de la presencia de Dios en Él a través el modo en que Él los encontró y de cómo se dirigía a las personas:
Ellos hicieron la experiencia
de que este Jesús de Nazareth irradiaba un amor insuperable.
Cada mirada, con la que Él nos mira,
expresa cuanto nos ama.
Cada palabra de Su boca es lenguaje de amor.
Su amor, Su SÍ incondicional a nosotros
y a toda persona, a la que Él encuentra,
nos cambia a nosotros y a todos los demás.

Silencio

Su Amor incondicional ocasionaba en Sus discípulas y discípulos el dejarlo todo para seguirLe.
Su Amor curaba a las personas en cuerpo y alma,
tanto a los impedidos como al publicano mentiroso.
Su Amor despertó a Lázaro
y a la hija de Jairo a una nueva vida
y no sólo a ella, sino a muchos, a muchos otros.
que en medio de una vida de apariencia estaban como muertos y así están hasta hoy.
No por casualidad en la lengua alemana
“vivir” y “amar” tienen lingüísticamente una raíz común.

Silencio

Ciertamente esta conexión interior de amar y vivir
¿quizás la han vislumbrado las discípulas y discípulos de Jesús poco a poco?-
en la experiencia del acontecimiento pascual,
finalmente también de forma incipiente:
Dios es el Dios del Amor y de la Vida.
Y este Dios del Amor y de la Vida
se nos ha aparecido en Jesucristo;
y en Pascua ha vencido el poder del odio,
de la violencia y de la muerte en este mundo,
aunque los poderes de la muerte siempre se rebelan
porque han perdido la batalla desde hace mucho tiempo.
Esta derrota la experimentamos actualmente en la rebelión de Ucrania.
Silencio
Pero ¿dónde nos es posible hoy la experiencia de Dios, bajo las actuales condiciones quizás en Ucrania?
En el misterio pascual celebramos
que este ser humano Jesús de Nazareth
totalmente uno con el “Padre”-
es absolutamente incorporado al
Amor y a la vida de Dios.
Desde Pentecostés también nosotros tenemos parte
en este Amor divino,
en esta vida divina.
Por el Bautismo y la Confirmación
se nos ha obsequiado la comunidad con Dios.

Silencio

Podemos experimentar también en nosotros a Dios y Su actuación tanto más intensamente
cuanto más nos abramos al regalo del Amor
y cuanto más continuemos obsequiando el Amor de Dios.
“¡Donde hay caridad y hay amor, allí está Dios!”
Ya un niño pequeño
- seguro en el amor de la madre y del padre-
está ciertamente protegido por el Amor de Dios.

Silencio

Yo experimento también la cercanía de Dios
en el encuentro con jóvenes que verdaderamente
se aman;
y tanto más en los diálogos con parejas,
que desean en su boda decir SÍ totalmente
el uno al otro;
pero más aún en el encuentro con personas,
que han envejecido juntas
y cuyo SÏ a lo largo de toda una vida
lo han vivido en los altibajos de la existencia.

Todavía quisiera llamar la atención:
a otro “lugar” de la experiencia de Dios:
Si mirásemsos con los ojos de Jesús-
p.e. podríamo experimentarla en toda la ayuda espontánea a las víctimas de las inundaciones
en toda Alemania,
y lo mismo en la gran disposición para la
aceptación de los refugiados de Ucrania
experimentamos la presencia de Dios.

Por el contrario no podemos experimentar la Presencia de Dios tan conmovedoramente
en la confrontación con aquel odio abismal
del terrorismo actual
o exactamente también en el ataque de Putin a Ucrania.

En la faz de este odio mortal,
el propio Jesús en la Cruz grita Su desesperación:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Por el contrario, brilla toda oscuridad en la penetrante Luz del Amor de Dios definitivamente
y para todos nosotros en la mañana de Pascua.
Por eso podemos cantar llenos de alegría pascual:
“¡Donde hay caridad y amor, allí está Dios!”

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