Homilía para el Cuarto Domingo de Pascua del ciclo litúrgico B
25 Abril 2021
Hch 4,8-12
Evangelio: Jn 10,11-18
Autor: P. Heribert Grab S.J.
con un cuento de Fjodor Michailowitsch Dostojewski
¡Celebramos Pascua!
y no sólo la vida más allá de la muerte
¡sino precisamente la vida aquí, en este mundo y
en nuestro vivir cotidiano!
Pues ambas forman una pareja indisoluble:
Dios regala vida en Su Creación
y sobre todo ¡con la muerte y resurrección de Jesucristo!

También mi vida es bajo ambos aspectos
un valioso regalo de Dios:
Yo vivo aquí y hoy como criatura de Dios
y también la plenitud de mi vida en la nueva Creación de Dios será Su regalo por medio
de la muerte y la resurrección de Jesucristo.
El prefacio de la Misa por los difuntos lo expresa así:
“Para Tus creyentes, ¡oh Señor!,
la vida se transforma, no desaparece!

El Dios fiel no revoca un regalo tan valioso como
mi vida, aunque yo haya valorado poco este regalo o incluso lo haya pervertido;
Él descubre con ojos amorosos también en una vida desaperdiciada los más pequeños planteamientos positivos,
para aprovecharlos en una transformación feliz de la vida.
Pero Dios para esto necesita la cooperación o como mínimo el consentimiento del ser humano.

Ambas cosas las ha expresado el narrador ruso Fjodor Michailowitsch Dostojewski en un maravilloso cuento:
Vivía una vez una mujer vieja, que era muy, muy mala y murió.
Esta anciana no había realizado en su vida una sola acción buena.
Entonces llegaron los demonios, la agarraron y la arrojaron al lago de fuego.
Pero su ángel de la guarda estaba allí y pensó:
¿Podría yo recordar algún acto bueno suyo para compartirlo con Dios?
Recordó algo y se lo dijo a Dios:
Dijo “una vez ella arrancó una cebollita de su huerto y se la dio a una mendiga”
Y Dios le respondió:
“Entonces toma esta misma cebollita
y tiendésela  en el lago para que ella la pueda agarrar.
Y cuando la hayas podido sacar del lago,
ella querrá entrar en el paraíso,
pero si arranca la plantita, entonces debe permanecer donde está.
“El ángel corrió hacia la mujer y le tendió la cebollita:
“Aquí”, le dijo a ella “cógela,
 queremos ver si yo te puedo sacar”.
Y comenzó con prudencia a tirar
y ya la tenía casi toda fuera,
cuando los otros pecadores del lago observaron y vieron esto y gritaron todos para que los sacaran del lago también con ella.
Pero la mujer era mala, muy mala,
y los repelía con los pies y gritó:
“Sólo se me debe sacar a mí sola y no a vosotros
porque la cebollita es mía no vuestra”
Pero cuando ella había dicho esto
la pequeña planta se partió en dos.
Y la mujer cayó de nuevo en el lago de fuego
y allí se quema hasta el día de hoy.
El ángel lloró y se fue de allí.

Para corresponder a la imagen del Creador del ser humano como mínimo
“se puede tranquilamente ser algo más” que una cebollita.
Podemos orientarnos hacia la vida y el mensaje de Jesús, en el que la imagen humana de Dios ha aceptado la carne y la sangre.

Sólo bajo esta consideración contemplamos
el Evangelio de hoy:
la parábola de Jesús del Buen Pastor.
En el núcleo se nos da este mensaje:
En la vida el servir es lo más grande que
un ser humano puede hacer por los demás.
Jesús mismo, como el Buen Pastor,
ha entregado Su vida por nosotros.
¡A tanto llega Su Amor por nosotros!

Entregar la vida:
Jesús da Su vida como pastor
no sólo por los encomendados a Él;
más bien Él convierte toda Su vida ya antes de la muerte en una vida por los demás y así
¡la entrega en toda su totalidad!
En este sentido también nos llama a nosotros a
Su seguimiento y nos llama también a poner nuestra vida cada vez más en servicio a los seres humanos.

Esto ya comienza conociendo a los otros,
como el Pastor conoce a Sus ovejas.
Y esto requiere tener tiempo para dedicarse al otro,
para escucharle o escucharla y acogerle en el diálogo.
Luego se trata de:
•    la comprensión de las necesidades de los seres humanos,
•    de empatía, respeto, atención y benevolencia,
•    de ayuda mutua y apoyo recíproco.
Y siempre debiéramos, como el Buen Pastor, acoger sobre todo 
las necesidades especiales que importan al corazón.
Expresado brevemente:
¡Déjanos convertirnos cada vez más en un ser humano pascual-
por tanto en seres humanos que respondan por la vida, que sirvan a la vida
y que podamos celebrar también después la Vida!

Amén
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