Homilía para el Sexto Domingo de Pascua (A)
17 Mayo 2020
Lectura: Hch 8,5-8.14-17
Evangelio: Jn 14,15-21
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
“¡Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida!”
Esta expresión de Jesús era el mensaje nuclear del pasado domingo:
¡Pascua continúa!
¡El Crucificado vive por los seres humanos!
Más aún: ¡Él es la Vida para este mundo y para todo futuro y más allá del tiempo – en toda la eternidad!
¡Y para cada persona, en la que Él vive y actúa también hoy!

Silencio

¡En Pascua comienza el tiempo de la Iglesia!
¡En Su Iglesia el Cristo vivo también hoy quiere hacerse experimentable para el mundo y para los seres humanos!
Para que esta experiencia se pueda hacer cada vez  más realidad y lo más extensamente posible.
Él envía a todos los que Le siguen como ayuda,
Su Espíritu, el Espíritu de Dios, el ‘Espíritu de la Verdad’.
Por medio de este Espíritu divino, Él mismo permanece en Su Iglesia y así se hace presente en este mundo como ‘piedra angular viviente’ de una nueva Creación, de la ciudad de Dios en la tierra.
Él permanece en este mundo también, después de Pascua como ‘piedra de escándalo’.
A esta emocionante realidad entre Cristo,
‘la piedra angular viviente’ y, al mismo tiempo,
la ‘piedra de escándalo’ somos llamados como comunidad de bautizados en Su nombre
e incluso como ‘piedras vivas’ en la nueva realidad de Dios, que se incorporan a la nueva Jerusalem.

Silencio

Pero estas piedras, con las que Cristo quiere construir la nueva realidad,
tienen sus manías – esto lo experimento Él ya en seguida:
Sus primeros discípulos, que convivían con Él muy intensamente, necesitaron mucho tiempo,
para comprender sólo en parte de lo que Él trataba.
La pregunta de Pedro “Señor ¿cuántas veces tengo que perdonar?”
fue sólo un ejemplo de lo costoso que era para todos ellos comprender el núcleo del mensaje de Jesús.
Y uno –o sea Judas– no lo comprendió hasta el final.
Antes las mujeres que seguían a Jesús tuvieron olfato para lo esencial:
Pensemos en el diálogo de Jesús con Marta después de la muerte de Lázaro sobre la resurrección de los muertos:
A las palabras de Jesús “Yo soy la Resurrección y la Vida” ella responde: “Señor, yo creo que Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que debe venir al mundo.” (Jn 11,20-27)

Concretamente. Jesús designó a personas con partes de luz y de sombras, con flaquezas y fuerzas en Su seguimiento, puso en ellas el fundamento de Su Iglesia y las envió con el auxilio del Espíritu Santo para transformar el mundo y configurar la nueva Creación de Dios.
Y esto ¡hasta hoy! Y nosotros formamos parte de
esto.

Silencio

Por consiguiente, en la Iglesia de Jesucristo actúa entonces como hoy tanto el Dios trinitario como también personas con su fortaleza y su debilidad.
En la época de auge como también en tiempos más tardíos hubo continuamente situaciones de frustración y decepción.
Pero también hubo al menos ocasión de júbilo y gratitud.
En la Lectura hemos oído hablar de esta alegre gratitud:
Tanto en las personas de la capital de Samaria,
como también en los cristianos de Jerusalem,
que continuamente estuvieron sorprendidos y alegres,
cuando escuchaban, que incluso recibían el Espíritu Santo personas, que no le hubieran esperado nunca.

Quizás debiéramos acostumbrarnos, no sólo a lamentarnos hoy de nuestra Iglesia,
sino a descubrir conscientemente ‘con buenos ojos’ las situaciones, en las que también hoy el Espíritu de Dios actúa.

Amén.
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