Homilía para el Primer Domingo Cuaresma (A)
1 Marzo 2020
Lectura: Gn 2,7-9; 3,1-7
Evangelio: Mt 4,1-11
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Dios no ha creado al ser humano de ceniza;
más bien Él lo ha creado como Su propia imagen.
¡Imposible más hermoso!

Tampoco Dios quiere la muerte sino la vida-
y una vida hermosa y valiosa.
Esto lo expresa la Biblia, contando que Dios
ha creado al ser humano
en un jardín paradisíaco, en el jardín del Edén.
Y Jesús subraya además que Él ha venido
para que tengamos la vida en plenitud. (Jn 10,10).

Este mensaje completamente positivo también debía
determinar en primer lugar el tono fundamental de la Cuaresma.
Para mí personalmente esto significa –y también y precisamente en la vejez:
¡La vida es un maravilloso regalo de Dios!
Pero un regalo así debiéramos valorarlo mucho y en consecuencia cuidar.
Sin embargo el problema es que:
¡Ciertamente los seres humanos y también nosotros hemos faltado a esta alta valoración y cuidado de la vida!
Y esto da como resultado finalmente toda la miseria de este mundo.

En seguida, ya al comienzo, se disparó esto:
Adam y Eva cayeron en la tentación de “ser como Dios”.
Se trataba de la tentación de determinarlo todo,
de la tentación de tener poder.
Desde Caín hasta nuestros días dio como resultado
esta pretensión de poder la violencia sin límites.
Jesús expresa esta pretensión de poder con todas sus consecuencias con las siguientes palabras:
“Ante el Señor, tu Dios, debes postrarte y sólo servirLe a Él.”

* Dar una alta valoración a la vida como regalo de Dios también significa naturalmente:
Atención y alta valoración de la vida de los demás.
Esto se halla en contra de la tentación
de situarse uno mismo en el centro y sobre los demás.
De forma individual sucumbimos a esta tentación – “yo mismo soy el primero”, pero también como grupo – América primero, Alemania para los alemanes o también: ¡Sólo la Iglesia católica santifica!

A esta vanidosa pretensión de notoriedad responde Jesús con las palabras:
“No debes poner a prueba al Señor tu Dios”

* Sin embargo, en primer lugar está en el Evangelio
la presuntuosa ilusión de que todo está a mi disposición,
yo puedo satisfacer toda necesidad en todo momento, por tanto puedo caer en la tentación de querer tener todo.

A esta tentación responde Jesús con las palabras:
“No sólo de pan vive el ser humano,
sino de toda palabra, que viene de la boca de Dios.”

En todas las tentaciones de Jesús se trata por parte del tentador del  desprecio de la vida como un regalo de Dios, concretamente de esta vida según el propio criterio y de una aparente ventaja para manipular.
En cada una de estas tentaciones Jesús reacciona
reflexionando sobre la esencia de la vida
como regalo y misión de Dios.

Para esta reflexión sobre el núcleo y la misión
de Su Vida, el Espíritu de Dios condujo a Jesús,
al comienzo de Su vida pública, al desierto y a la soledad.
Ciertamente debiéramos tener esta determinación de meditar sobre nuestra vida durante los cuarenta días
de Cuaresma:

¡Aprovechemos este tiempo en primer lugar para reflexionar de forma agradecida sobre el regalo de nuestra vida!
Si “contemplamos con buenos ojos” nuestra vida actual, tendremos sobre todo esperanzadamente motivo de alegría.

En una segunda mirada descubriremos probablemente
también las partes sombrías de nuestra existencia.
Ciertamente procuramos protegernos de esto
y buscar en seguida la culpa en otros o en las “circunstancias”.
Sobre todo más bien nos preguntamos:
¿Dónde he faltado en el cuidado de este regalo tan valioso?
Quizás caigamos incluso en aquellas tentaciones,
que Jesús entonces en el desierto alejó de sí:

•    El querer tener y la nostalgia de una mesa con alimentos.
•    El afán de prestigio y el deseo de ponerse uno mismo en el punto central.
•    La voluntad de dominio que no sólo en el Estado y en la Iglesia causa daños sino también en nuestro ámbito privado, por ejemplo en las familias, comunidades religiosas, puestos de trabajo o en grupos de tiempo libre.

Para descubrir en este tiempo cuaresmal otros déficits y quizás muy personales en el cuidado de la vida que nos ha regalado Dios, es ayudador preguntarse:
•    ¿Qué conviene a mi vida verdaderamente a mi edad y en estas circunstancias?
¿Qué es para mí verdaderamente importante?
•    ¿Dónde veo un sentido pleno y feliz de mi vida actual?
•    ¿Dónde se me necesita y dónde necesito a los demás?
•    ¿Veo también en lo que otros aportan a mi vida, un regalo?
•    ¿Dónde coloco las prioridades en mi vida y qué prioridades se ofrecen verdaderamente, si me oriento a la vida de Jesús?
•    ¿Qué hago para cuidar mi propia salud corporal y espiritual?
•    ¿Soy suficientemente frugal para eventualmente (por ejemplo, en cuanto a mi edad) contentarme también con mis aparentes bagatelas?
¿Me puedo alegrar también con ‘pequeñeces’?

No con respuestas ya hechas
sino con éstas y otras preguntas semejantes para
las semanas próximas de Cuaresma quisiera despedirles a ustedes hoy.
Todos nosotros necesitamos este tiempo
para hallar respuestas totalmente personales
y de ellas sacar consecuencias para celebrar la Pascua
llenos de alegría por nuestra vida, regalo de Dios.

Amén