Homilía para el Domingo Primero
de Cuaresma, ciclo litúrgico (C)
10 Febrero 2019
Lectura: Dtn 26,4-10
Evangelio: Lc 4,1-13
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Generalmente relacionamos con “desierto” sobre todo ideas negativas:
desierto pedregoso, tierra despoblada, ciudades destruidas o desoladas….
Cuando contemplamos el Evangelio de hoy,
también parece estar en primer plano lo negativo:
El desierto como lugar de la tentación.

“Lugar de tentación” fue ya el desierto para el pueblo de Israel en su huida de Egipto:

“En aquellos días, el pueblo sediento seguía murmurando contra Moisés:
¿Por qué nos ha sacado de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?
Moisés denominó este lugar de la rebelión del pueblo Masá -es decir, prueba- y Meribá -es decir, querella-, porque los israelitas habían puesto a prueba al SEÑOR y se habían querellado contra Él, diciendo:
¿Está el Señor en medio de nosotros o no?”
(Ex 17,3-7)

Y ¡ahora el Evangelio de la tentación de Jesús!
Contemplemos en primer lugar
de que se trata verdaderamente
y si las tentaciones de Jesús nos atañen a nosotros hoy.

1. La primera tentación del demonio:
“Si eres el Hijo de Dios,
manda que esta piedra se convierta en pan.”

Después de 40 días en el desierto Jesús sencillamente tenía mucha hambre.
Necesitaba pan urgentemente. Pero ¡no hay nada a la redonda!
Por tanto, el demonio Le anima
a abusar del poder divino en esta necesidad humana.
La respuesta de Jesús es: “No sólo de pan vive el ser humano”.

Jesús se había retirado al desierto
para encontrarse con Dios en el silencio y la soledad
y asegurarse de Sí mismo y de Su misión.
Su hambre y la tentación
querían desviarle ahora de esto,
lo que en este momento es para Él totalmente esencial:
La pregunta por el sentido y la misión de Su vida
amenaza ser sustituida en comparación con
el hambre banal de pan.

Jesús sabe que el pan es indispensable.
Él se preocupa del hambre de todos los seres humanos, que más tarde Le escuchan – cinco mil aproximadamente,
a los que Él sacia con la “multiplicación del pan”.
Pero también vela por las prioridades:
“No sólo de pan vive el ser humano.”

Prioridades hoy: El consumo amenaza con convertirse en ídolo.
¿También para mí?
¿Qué es para mí verdaderamente importante?
Tan importante que incluso necesidades materiales verdaderamente precisas tienen que ponerse en segundo plano,
para acallar del todo las “necesidades” ,
que nos persuaden en nuestra sociedad del bienestar…

Silencio

2. La segunda tentación:
“Te daré todo el poder y la gloria de este mundo…
si te arrodillas ante mí y me adoras.”
La tentación del poder.
Jesús responde a esto:
“Ante el Señor, tu Dios, te debes postrar
y sólo a Él servir.”
Más tarde le dice Jesús a Sus discípulos,
que sueñan con el poder y la reputación
en el Reino de Dios:
“Vosotros sabéis que los jefes de las naciones oprimen a sus pueblos y los magnates abusan de su poder sobre los seres humanos.
Pero no debe ser así entre vosotros,
sino que el que quiera ser importante entre vosotros,
debe ser vuestro servidor…” (Mt 20,25 s)

Suponemos que sobre todo políticos y economistas
sucumben a la tentación del poder y del prestigio.
Sin embargo, nosotros mismos nos debemos colocar ante el espejo:
¿Qué medios dudosos empleo yo mismo
para jugar un papel importante y ganar prestigio
en la profesión, en la sociedad, entre el vecindario, y también en la familia…

Silencio

3. La tercera tentación:
“Si eres el Hijo de Dios, tírate desde las almenas del Templo.”

Esto lo entiendo sobre todo como una tentación de
intentar sobresalir mediante un efecto de show.

El patio del templo está lleno siempre
de una gran cantidad de personas.
Éstas verán el espectáculo, hablarán de él
y lo divulgarán.

Por Su parte Jesús tiene un mensaje
que Él quisiera anunciar.
Para ello necesita lo más posible un gran público.
Esto es bueno para ser escuchado,
para crearse un nombre.
Por tanto…
Esto o algo semejante es quizás también mi tentación:
Crearme un nombre para sobresalir por medio del farol, del efecto Show…

Tomémonos finalmente un momento
para preguntarnos sobre la tentación,
¿qué nos inquieta muy personal y continuamente?
El “demonio” conoce nuestros puntos de ataque,
que a él en Jesús le prometían posiblemente éxito.

Él también conoce nuestras debilidades.
¿Las conocemos también nosotros mismos?

Silencio 

Finalmente quisiera otra vez volver al principio con brevedad:

“Desierto” – no es en absoluto un lugar peligroso,
un lugar negativo, que se intenta evitar lo más posible.

“Desierto” es desde el punto de vista bíblico
sobre todo un lugar de encuentro con Dios:
Ya el antiguo Israel hizo en su peregrinación por
el desierto la siguiente experiencia:
Dios está con nosotros en el camino-
por el día, en la “columna de la nube”, por la noche, en una columna de fuego.

“Desierto” es también el lugar de encontrarse consigo mismo;
para asegurarse a sí mismo;
para descubrir (de nuevo) el sentido y la misión de la propia vida;
para cargar fuerza, para entregarse a la propia tarea existencial y para atreverse sin temor a dar el paso hacia el futuro.

•    Esta experiencia la han hecho sobre todo y continuamente los profetas.
•    Por amor a esta experiencia se retiró Jesús al desierto al comienzo de Su vida pública.
•    Por amor a esta experiencia también hoy buscan las personas silencio y retiro, p.e. en un monasterio…
•    Por amor a esta experiencia algunos monasterios cuidan la tradición de los “días de desierto”.
•    Por amor a la posibilidad de tales experiencias nos invitan los 40 días de Cuaresma también a nosotros a mantenernos alejados, en la medida de lo posible del barullo y del ajetreo de nuestro tiempo y a rebajar el consumo en la medida de lo más frugal posible.

Amén.
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