Homilía para el Domingo de Ramos
9 Abril 2017
Evangelio: Mt 21,1-11
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Propuesta para la homilía sacada de una oración de Wilhelm Willms en „El cielo conectado a tierra“ 7.5
Para saludar a Jesús en la Ciudad Santa de Jerusalem,
Le complacían
extendían sus vestidos en la calle,
cortaban ramas de los árboles y
las esparcían por el camino.

Reflexionemos un poco sobre esto,
sobre lo que hoy sucede en nuestras calles,
a quien extendemos alfombras rojas
y como muchas personas tienen que vivir en la calle
y se alimentan de los desperdicios de nuestra opulenta sociedad.

Nuestras calles se han convertido
en pasarelas de la moda.
¿Cuándo nos quitaremos nuestros trajes
como entonces la gente en Jerusalem para arrojarlos a la calle, para que el verdadero ser humano que se halla en nosotros, camine sobre ellos – como entonces en Jerusalem?

Nuestras calles,
vías de unión de los seres humanos entre sí,
se han convertido en zonas peligrosas,
en las que uno se mete bajo las ruedas,
muy textualmente, muy concretamente
aquí entre nosotros en Colonia.
Nuestras calles son muy a menudo
como la calle de Jerusalem a Jericó,
en la que un ser humano cayó en manos de los ladrones.

Nuestras calles
son como la calle, en cuya orilla se sienta el ciego
y pide a gritos compasión;
como la calle en cuya orilla se sienta el paralítico,
al que nadie ayuda.

Nuestras calles se han convertido en la
“via dolorosa”, el Via Crucis para innumerables personas-
no sólo de tan mala fama como la ruta de los Balcanes.

Algo así fueron para Jesús las calles de Su entrada jubilosa en Jerusalem de camino hacia el Gólgota.
Ahora ya no le gritaban “¡Hosanna!”
Ahora sus palabras eran “¡Crucificalo!”

¡Las personas parecen que siguen siendo las mismas a través de los siglos!
¡‘Semana Santa’
no es sólo un tiempo para reflexionar sobre la Pasión de Jesús entonces!
‘Semana Santa’ es más aún una exhortación para todos nosotros, una exhortación para hoy:

¡Convertíos seres humanos en lo que fuisteis creados!
Convertíos en seres humanos,
porque fuisteis salvados para ser verdaderamente humanos,
seres humanos según la imagen de este único ser humano, que vivía el amor de Dios,
que ciertamente por ello fue atormentado hasta la muerte,
el cual, sin embargo, en Pascua resucitó para una vida nueva e invencible.
¡Vivid vuestro sueño de vida, vivid vuestra esperanza!
Y orad al Dios de la Vida
para que esta esperanza pascual pueda expandirse como un reguero de pólvora
y para que también nosotros mismos “pongamos fuego en la mecha.”
Amén.
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