Homilía para el Domingo Quinto de Pascua, ciclo litúrgico A
14 Mayo 2017
Evangelio: Jn 14,1-12
Autor: P. Heribert Graab S.J.
También en el quinto domingo de Pascua celebramos naturalmente Pascua
o expresado en griego: ANASTASIS.
Esta palabra está en grande en el mosaico del ábside
de la antigua iglesia conventual de Chora
en Estambul (1310):
Resurrección de Jesucristo,
la clásica imagen pascual de las Iglesias de Oriente.

 

Yo quisiera contemplar con ustedes dos mensajes nucleares del Evangelio de hoy mirando este mosaico pascual.

En el centro, lleno de poder y de fuerza el propio Resucitado:
Contra esta dinámica energía no puede nada ni nadie;
esto es claro como la luz del sol para el autor de este mosaico.
La resurrección de este Cristo es algo así como una erupción:
Él en Su Resurrección no hace saltar una tumba individual;
Él hace saltar los infiernos,
el ámbito del dominio de la propia muerte:
- Sobre las fuertes puertas de roble de este mundo de muerte, está Él como el vencedor.
- Todo lo que este mundo de muerte ha mantenido unido, goznes, cerrojos, clavos, cerraduras, tornillos gira vertiginosamente en confusión como en una explosión;
- la muerte misma “en persona” (¡no el diablo!) es encadenada y es –como toda la chatarra metálica- lanzada alrededor.
- Pero, el Resucitado lleno de fuerza libera a Adam y Eva de la prisión de la muerte, representada por todos los muertos de la historia de la humanidad.
“La muerte está muerta, la vida vive.”

Silencio
Canto: resuenan alto cantos de victoria (GL 775/1)

Una primera frase nuclear del Evangelio de hoy suena así:
“¡No dejéis que se desconcierte vuestro corazón.
Creed en Dios y creed en Mí!”
Esta frase de Jesús es pronunciada en medio de la confusión de los discípulos,
ante la catástrofe que se acerca.
Esta frase es pronunciada bajo la presión de la muerte que aprieta:
¡No os desconcertéis por todo lo que produce temor!
¡Confiad en Dios! ¡Confiad en Mí!
¡Confiad en la invencible fuerza de la vida!

Jesús había dicho en Su último discurso público:
Ahora la justicia se mantiene sobre este mundo;
ahora la soberana de este mundo –la muerte- es arrojada fuera”.
Ciertamente esto es captado en imagen de forma impresionante en el mosaico del ábside de la Iglesia Chora de Estambul.
¡No tengáis miedo!¡Creed en Dios!¡Creed en Mí!
¡Creed en la vida! ¡Creed en el Amor!

Silencio

Quisiera entresacar todavía una segunda frase del Evangelio de hoy:
Tomás con confusión y temor había preguntado:
“Señor, no sabemos adónde vas.
¿Cómo podemos conocer el camino?”
Jesús responde:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida;
nadie va al Padre sino es por Mí.”

Jesucristo es el camino de la vida y también el camino en la vida.
Es el camino hacia el Padre de la Vida, hacia el Creador de toda vida.
Más aún: Él es el camino, que, al mismo tiempo, está con nosotros de camino;
y esto de forma altamente activa y comprometida.
Él tira de nosotros vigorosamente fuera de toda angustia mortal y de la propia muerte aparentemente tan prepotente e inevitable: en el camino de la vida, así como el Resucitado saca a Adam y Eva del mundo de los muertos y los lleva consigo por el camino de la vida.

Silencio

Un último pensamiento todavía sobre esta frase de Jesús, con la que más de uno choca:
“Nadie llega al Padre si no es por mí.”
Y ¿qué pasa con aquellos que no conocen a Jesús,
que no se sienten llamados por Él
o que Le niegan expresamente?
¿Está el camino de la vida cerrado para éstos?
¿Hay todavía un obscuro ángulo del mundo de la muerte que no está liberado para la vida?
Esta palabra de Jesús ¿es un documento de Su intolerancia?

En el mosaico pascual del monasterio de Chora, Jesús libera a Adam y Eva de las cadenas de la muerte para que vivan.
Pero “Adam” significa sencillamente “ser humano”
y “Eva” significa “madre de todos los vivientes”
Por tanto, vayamos al origen primitivo de los nombres,
entonces el Resucitado libera a todos y a cada uno
de las cadenas de la muerte y abre para él, el camino hacia el “Padre”, el Creador de la Vida.
En este sentido se dice en la celebración eucarística en las palabras de la consagración del vino:
”Este es el cáliz de la nueva y eterna Alianza, mi Sangre, que es derramada por vosotros y por todos…

Si estas reflexiones tampoco son suficientes para el problema de la exclusividad de la palabra de Jesús
“nadie va al Padre si no es por Mí”
entonces yo puedo en todo caso decir sobre esto
que los no-cristianos tienen otros caminos y accesos hacia las ‘moradas eternas”, es decir, hacia la ‘vida’,
de los que yo no sé nada.
Lo cierto es que: ¡Dios es amor universal!

Amén.
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