Homilía para el Domingo Segundo de Pascua (A)
23 Abril 2017
Evangelio: Jn 20,19-31
Autor: P. Heribert Graab S.J.
“A quien perdonéis los pecados, le serán perdonados;
a quien se los retengáis, le quedarán retenidos.”
(Jn 20,23)

1. Con frecuencia entristece en la muerte de un ser querido, un autoreproche muy duro:
La muerte nos ha separado sin reconciliarnos.
Yo siempre me he sentido empujado
a pedirle perdón.
Y ¡al final fue demasiado tarde!

“A quien le retengáis el perdón, le queda retenido”
Se podría decir también esto eventualmente:
A quien omitís el perdón,
a éste vuestro perdón es denegado ???
¡Después es demasiado tarde!
La culpa, tu culpa, permanece entre vosotros más allá de la muerte.

2. Este texto también podría rezar conforme al sentido de Jesús:
“A quien regalas la paz, a este es regalada la paz.
A quien tú le retienes la paz, a éste le es retenida.”
Conforme a esto se convierte en tristeza por la muerte de un amigo a veces también el lamento
o el autoreproche:
la muerte nos ha separado en discordia.

3. Ahora se comprende también,
que la palabra de Jesús se debe interpretar no sólo individualmente, sino que también se refiere a la conducta social:
“Si tú retienes
a cumplir tu cuota para la paz en este sociedad, entonces falta precisamente la cuota de paz,
que solo tú puedes crear
¡y nadie más!.

Concretamente:
“Cuando estás demasiado cómodo,
para hacer por la paz, lo que puedes hacer,
cuando te tratas de persuadir de que no puedes cambiar nada,
entonces no sucede lo esencial.
Entonces falta la paz,
que únicamente tu aportación hubiera hecho.

4. ¡Hoy celebramos la Pascua!
Pero ¿qué tiene que ver esta palabra de Jesús de perdón y del perdón retenido con Pascua.
Se trata del regalo de Pascua de Jesús para todos nosotros.
“¡Recibid el Espíritu Santo!”
Pero ¡el Espíritu Santo es el Espíritu del perdón!
En la fuerza del Espíritu santo el propio Jesús ha regalado a la humanidad, a todo el mundo y también a nosotros la reconciliación.
Porque los seres humanos seguramente retenían esta reconciliación, finalmente Jesús fue crucificado y asesinado.
El mensaje de la Resurrección en la mañana de Pascua anuncia para todas las épocas:
¡El Espíritu de la reconciliación supera incluso el odio mortal!
¡El amor de Dios es más fuerte que el odio y que la muerte!
¡La vida vence!

5. Nos hemos referido con demasiada frecuencia al regalo de Pascua de Jesús en el perdón sacramental de la confesión de forma exclusiva,
como si el regalo de la reconciliación se dirigiese sólo a un círculo de elegidos:
a los ministros sacerdotales de la Iglesia.
¡No! ¿Y una vez más no!
¡Todos somos obsequiados pascualmente!
A todos nosotros se nos dice: ¡Recibid el Espíritu Santo!
¡Perdonaos unos a otros! ¡Reconciliaos!
¡Cread paz pascual!
Haced posible la vida pascual – ¡ya aquí y en esta época!
Quien retiene este regalo pascual,
se sitúa contra el Espíritu Santo de Dios,
contra el amor, contra la vida.

“¡Feliz Pascua!”
Por tanto, esto significa: ¡Pascua reconciliada!
¡Pascua fundamentada en la paz!
¡Nueva vida que crea Pascua!

Amén
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