Homilía
para el Primer Domingo de
Cuaresma, ciclo litúrgico A 5 Marzo 2017 |
Evangelio: Mt 4,1-11 Autor: P. Heribert Graab S.J. |
Es propio de las tradiciones religiosas, que sus raíces lleguen a tiempos pasados y a culturas extranjeras. Esto nos coloca continuamente ante la tarea de interpretar estas tradiciones hoy para nosotros y llenarlas con vida en nuestro tiempo. Ya se cambia el significado de palabras individuales. Así incluso palabras claves de la tradición -si no se exploran nuevamenteson mal entendidas o incluso se hacen incomprensibles. Esto es válido actualmente p.e. para palabras como “Cuaresma – Tiempo de ayuno” o “penitencia pascual”. Nosotros hemos crecido con estas ideas como algo natural; y, sin embargo, su comprensión en el sentido de la tradición cristiana, es también para nosotros como cristianos algo muy diferente a lo natural. ¿Quién ‘ayuna’ aún hoy en el sentido original de la palabra? Se dice que “ayunar es la total o parcial abstención de alimentos, bebidas y estimulantes designada para un tiempo determinado” ¿Quién hace esto hoy? Esto lo hacen en primer lugar aquellos que quieren o tienen que adelgazar. Otros quisieran por medio del ‘ayuno sagrado’ sanar de nuevo. Otros quisieran fortalecer su fuerza de voluntad. Y otros quisieran por medio del ayuno público, es decir, por medio de un ‘huelga de hambre’ protestar o provocar cambios (políticos). El ayuno cristiano se orientaba hacia los cuarenta días que Jesucristo pasó ayunando y orando en el desierto. Él trataba entonces de comprender la voluntad del Padre para Su vida, y, en correspondencia a esta voluntad del Padre prepararse para Su vida pública. Naturalmente es un tiempo de aislamiento, también hoy estos ‘días de desierto’ (con o sin ayuno) están llenos de sentido y son ayudadores para alcanzar decisiones fundamentales en la vida. Pero ¿como praxis general para la preparación de la Pascua? Ya hace alrededor de cincuenta años que la Iglesia católica redujo los cuarenta días de ayuno al Miércoles de Ceniza y al Viernes Santo, porque sencillamente ya no era aceptado ni vivido y en nuestra época probablemente tampoco podían ya llevarlo a cabo la mayoría de los cristianos. Pero al mismo tiempo se han generado también iniciativas nuevas y muy diferentes, que recogen los ‘antiguos’ deseos de la Cuaresma como tiempo de ayuno para las personas de hoy. Pienso, por ejemplo, en la campaña de ayuno de “Misereor”. En ella no está en primer plano la renuncia, sino la renuncia para compartir y este compartir por una justicia universal. Desde hace veinte años hay una campaña de la Iglesia evangélica “7 semanas sin”: También aquí está en primer término el aspecto positivo: pues “7 Semanas SIN son también siete semanas CON” y donde hay renuncia hay también lugar para lo nuevo. Este año el tema que reza es “7 semanas sin EN SEGUIDA”. ¿Qué significa esto? ¡Ciertamente pausa! Y ¿después? Esta campaña de ayuno 2017 anima a detenerse y respirar hondo en nuestro apresurado tiempo, en el que todo tiene que suceder EN SEGUIDA, en el que leo los correos electrónicos en seguida, incluso en el Smartfone mientras el semáforo está en rojo. Y después respondo en la plaza de aparcamiento delante de la casa. ¡EN SEGUIDA! Por tanto para contrarrestar esto: ¡Una cura de desaceleración! Probablemente nos resulta familiar la invitación a ayunar del coche: Tampoco se trata de la renuncia a la comodidad, sino de ser reflexivo y de dar que pensar a otros: ¿Hasta qué punto contribuimos al deterioro del medio ambiente, comenzando por las partículas en suspensión, que nuestro propio aliento expulsa, hasta el cambio climático, que destruye la vida humana de modo universal? ¡Estos y muchos otros ejemplos de ayuno ‘moderno’ están en general “humanamente” llenos de sentido e incluso son necesarios! Sin embargo, todo esto se halla en una muy estrecha conexión con aquellos cuarenta días en el desierto: En segundo plano se halla siempre, de forma consciente o inconsciente, la pregunta de Jesús sobre la voluntad de Dios para sí mismo y más o menos también para este mundo. Y no se trata menos, de la forma más concreta posible, de resistir las tentaciones en los desiertos de nuestra época; sobre todo de la tentación de aferrarse al estilo de vida cómodo, aunque sea, por ejemplo, una causa de la injusticia de este mundo, aunque conlleve la destrucción del medio ambiente, aunque me robe el tiempo, que necesitaría urgentemente para mí mismo y también para el cuidado de los demás. Quizás para terminar sin fisuras, sería conveniente una breve reflexión sobre un segundo término de la tradición cristiana, que se ha convertido quizás para nosotros en algo aún más extraño, mal entendido o incomprensible: la palabra ‘penitencia’, que también nos encontramos en el ‘tiempo de penitencia pascual’. ¿Qué les sugiere a ustedes de forma espontánea? ¿Piensan ustedes (como yo) en aquellas ‘multas de tráfico’, que amables mujeres policía pegaban detrás del limpiaparabrisas de su coche? Por tanto, ¿piensan ustedes en el dinero de la multa, en el acta, quizás incluso en una sanción? Nos acercamos al significado bíblico y cristiano de ‘penitencia’, cuando recurrimos a la palabra correspondiente en el texto original griego del Nuevo Testamento: En él se dice ‘metanoia’. Y en la traducción alemana se dice: “orientar el pensamiento en otro sentido” Por tanto, no sólo “volver”, sino desde dentro “orientar el pensamiento en otro sentido”. “Volver” y tanto más “orientar el pensamiento en otro sentido” es hacer un cambio de dirección necesario de 180 grados aproximadamente. Se trata de orientarnos de nuevo hacia la voluntad de Dios; se trata, por tanto, -ciertamente como Jesús en el desierto- de ponernos en búsqueda de la voluntad de Dios para nosotros. Conforme a esto, ‘penitencia’ desde el sentido de metanoia, ya no dirige nuestra mirada en primera línea hacia atrás, hacia el pasado, sino hacia delante, hacia el futuro, que corresponde a la voluntad de Dios. Expresado de otra forma: Penitencia/metanoia dirige nuestra mirada hacia el Reino de Dios venidero y nos pone ante la vista la única meta verdaderamente ventajosa y que plenifica nuestra vida. Esta es la meta conductora del mensaje y de la vida de Jesús. Finalmente también esta es nuestra meta existencial como cristianos. “Cuaresma-tiempo de ayuno” o “penitencia pascual” significan, por tanto, vivir más conscientemente hacia esa meta, hacia el Reino de Dios venidero. Amén www.heribert-graab.de
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