Homilía para la Fiesta de Pentecostés (B)
27 Mayo 2012
Himno de Pentecostés: Veni Creador Spiritus
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Pensamientos para la transmisión e interpretación del Himno por Huub Oesterhuis de Ales Stock en “Devoción –para la teología poética de Huub Oesterhuis” (EOS-Editorial, St. Ottilien)
También el alegre mensaje de este día de Pentecostés se nos transmite en lenguaje humano
–con frecuencia entrecortado–.
Los autores de la Sagrada Escritura han redactado
la manifestación de Dios en su (de ellos) lengua-
con frecuencia casi inseparablemente unido
a los conceptos culturales de su época.
En la liturgia y también en nuestra lectura personal de la Escritura, nos encontramos estas transmisiones en una multitud de traducciones.

Prescindiendo de todo esto – ya la Biblia y las personas creyentes de todas las épocas han formulado su en fe también en salmos, cantos e himnos.
Con ello también entra en juego el lenguaje de la poesía y una dificultad añadida para traducir los textos poéticos.

Sin embargo –o quizás ciertamente por ello–
tales textos poéticos son muy sugestivos
para contemplaciones teológicas y espirituales.
Por eso en esta homilía se puede tratar del Himno de Pentecostés ‘Veni Creator Spiritus’.
Se atribuye al monje Rabano Mauro, que en el siglo noveno fue también Arzobispo de Maguncia.
En alemán hay muchas traducciones de su Himno.
Nos resulta familiar la traducción de Heinrich Bone,
que también está en el libro ‘Alabanza a Dios’:
‘Ven Espíritu Creador’.

En comparación con esta, el neerlandés Huub Oosterhuis pone en su traducción moderna aspectos muy peculiares:
“Hierheen, Vrouwe Ademtocht”
ya la primera línea suena muy sorprendente.
Esto no se puede reproducir así en alemán,
en una versión alemana se dice:
“Aquí, brisa inspiración”
Cada palabra provoca una reflexión:
1) Sobre todo naturalmente la traducción de la palabra latina ‘espíritu’ (‘Veni Creator Spiritus’).
Esta palabra puede traducirse de forma totalmente diferente:
en primer lugar con soplo o respiración y entonces en sentido figurado: con soplo vital o espíritu.
Con este fondo recordemos:
De la creación del ser humano se dice en el relato de la Creación:
“Dios, el Señor, formó al ser humano de la tierra de cultivo
y sopló en su nariz el hálito de vida.” (Gn 2,7)

Ya en su creación, respira el ser humano el ‘hálito’ de Dios –¿o también el Espíritu de Dios? –
y éste le convierte en ‘hálito de vida’.

Con este fondo bíblico, traduce Huub Oosterhuis ‘spiritus’ por ‘inspiración’, que podría llegar como una brisa “que nos creará de nuevo para que seamos campos abiertos al rocío de Tu gracia.”

Con una mirada retrospectiva a lo pasado
- que Tu poder ha creado – se hace esperanza
en el presente: “para que seamos creados de nuevo”.
Y de la petición:
“lo que Tu poder ha creado, llénalo ahora con Tu gracia” surge ahora un desarrollo poético de la esperanza en la nueva creación mediante el Espíritu de Dios:
“para que nosotros seamos campos abiertos
al rocío de Tu gracia.”

De aquí se siguen para mí varios aspectos de un deseo pentecostal:
* Si alguien oprimiese nuestra cabeza bajo el agua,
el deseo de una inspiración se haría irresistible.
Una nostalgia comparable del “hálito” del Espíritu nos deseo en Pentecostés.
* Al principio Dios nos creó de tierra de cultivo y nos insufló un hálito de vida en la nariz.
Mi deseo: que en Pentecostés seamos creados de nuevo,
y que nosotros – en alusión a la tierra de cultivo-
queramos ser ‘campos abiertos’
totalmente preparados para la aceptación del regalo del Espíritu de Dios,
del mismo modo que un campo de labor recientemente arado y rastrillado está preparado para recibir el ‘rocío que cae del cielo’.

2) Nos colocamos de nuevo ante esta palabra ‘Spiritus’ = Espíritu.
Aunque en latín, como también en alemán –y en las lenguas románicas y germánicas- esta palabra es de género masculino.
En griego, por el contrario, “to pneuma” es neutro y en hebreo “ruach” es femenino.
No sólo teólogas feministas –impulsadas por esta propiedad lingüística de la lengua bíblica primordial- han encontrado más de una referencia a que el Espíritu de Dios podría ser algo así como
el elemento femenino del Ser de Dios.

Huub Oosterhuis se funda en esta comprensión de Dios, cuando interpreta en su traducción del Himno de Pentecostés ‘spiritus’ como ‘Vrouwe Ademtocht’.
Esto es más que un juego de palabras.
La espiritualidad que se esconde detrás de la elección de esta palabra se extiende como un hilo rojo a través de todo el Himno:
* Ya los ‘campos abiertos para el rocío de la gracia’
hay que mencionarlos en esta conexión.
* La segunda estrofa comienza con la invocación del Espíritu como “Paráclita, Consoladora”.
La forma femenina corresponde ampliamente a nuestra experiencia:
La mayor parte de nosotros hemos experimentado sobre todo a nuestra madre como “.
consoladora”.
Oosterhuis subraya esto –reforzando la correspondiente palabra griega- en una forma femenina, que verdaderamente no existe en absoluto.

* En el libro de oraciones ‘Alabanza de Dios’ esta segunda estrofa termina con la perífrasis del Espíritu como “unción del alma, bien supremo”.
En Oosterhuis se lee:
“Cuando la desesperación brama en nosotros,
úngenos con manos suaves.”

* En la tercera estrofa nos es familiar el Espíritu como “dedo de Dios, que nos conduce”.
Oosterhuis, por el contrario, Le denomina
“Mano suave sobre la cabeza cansada”.

* En la cuarta estrofa se dice en el libro “Alabanza de Dios”: “Vierte amor en los corazones”.
Este amor tiene en Oosterhuis resonancias casi eróticas:
“Deseo, despierta mi deseo de nuevo”
Deseo de todo amor, alegría de vivir – esto es el Espíritu de Dios, que este deseo de amor y alegría de vivir, también en nosotros quiera despertar de nuevo.

De todo esto resulta otro deseo pentecostal:
Que el Espíritu de Dios quiera abrirse más y más en nosotros en su dimensión femenina y hacer así nuestra fe más rica y multicolor.

3) Una última mirada todavía a la estrofa final de este Himno de Pentecostés:
Tradicionalmente un himno así desemboca en la alabanza del Dios trinitario.
Esta traducción algo diferente del ‘Veni Creator Spiritus’ lo hace también –precisamente de una forma algo diferente y sobre todo:
muy cercana a los seres humanos de nuestro tiempo,
a los que generalmente se les hace bastante difícil la fe heredada de sus abuelas y abuelos.

La última estrofa de Oosterhuis suena así en alemán:
“Nunca he visto a Dios, ni al Padre ni al Hijo.
Pero Tú eres la fuerza espiritual de ambos,
déjame habitar en el amor de Ellos.”

Este “déjame habitar en el amor de Ellos”
podría ser mi último deseo pentecostal
para todos nosotros.

Yo quisiera terminar esta homilía del mismo modo que Oosterhuis cierra su traducción del Himno de Pentecostés:
¡Con un agradecimiento!
“Gracias porque me buscas,
Paráclito, inspiración.”

Amén