Homilía para el Cuarto Domingo de Pascua (B)
29 Abril 2012
Evangelio: Jn 10,11-18
Autor: P. Heribert Graab S.J.
La poesía final de Gisela Baltes esta sacada del escrito mensual “Magnificat” (Abril 2012) de la editorial Butzon y Bercker, Kevelaer.
El mundo de los pastores no es nuestro mundo
y, sin embargo, la imagen del pastor cuenta entre
las imágenes primigenias de la humanidad y
nos abre aspectos esenciales de relación.
Además no debiéramos mirar sólo las relaciones interhumanas, sino precisamente nuestras relaciones con la Creación y no en último término nuestra relación con Dios.

1) Contemplemos en primer lugar en el “nivel objetivo” de la imagen del pastor nuestra relación con los animales (¡y con las personas!).
Por tanto, el “pastor” tiene una relación individual con cada uno de los animales –en el modo (ideal) de mirar de Jesús-.
Una relación personal así con los animales la tienen aún hoy sobre todo los niños.
Pero en nuestra sociedad en conjunto ha sido frecuente mirar exclusivamente el valor útil de los animales.

Por ejemplo, vemos a los animales sobre todo como proveedores de carne.
Además la carne tiene que ser barata.
Por eso nos hemos acostumbrado a la cría de animales a gran escala, a un trato con los animales, que hiere masivamente su dignidad como criaturas de Dios.

Por tanto, pensemos un poco sobre nuestra relación con los animales y en consecuencia con nuestro estilo de vida y nuestras costumbres alimentarias.

Silencio

Independientemente de nuestro enfoque personal
se puede señalar como “explotación” el trato práctico de nuestra sociedad con los animales y sobre todo con la Creación en su totalidad.

Tenemos también (como sociedad) una comprensión explotadora con frecuencia para las personas.
La expresión actual “abuso” se dice bastante.
El “abuso” en la Iglesia y en las instituciones eclesiales es sobre todo un escándalo inimaginable.
Pero además no debiéramos perder de vista  que aproximadamente el 90% de todos los casos de abusos suceden en el campo familiar y en el círculo de amigos.

Además hay abuso de niños no sólo como explotación sexual.
A esto corresponden también expresiones como “niños soldados” y “trabajo infantil”.
Nuestra economía además también explota a adultos, sobre todo mujeres, como mano de obra barata en los llamados países con sueldos bajos,
pero también entre nosotros mediante “contratos laborales” y  “externalización de contratos”
Todas estas expresiones suscitan no sólo preguntas políticas sino también preguntas sobre nuestra conducta a la hora de comprar.
¿¿¿Y lo que esto tiene que ver con el discurso
del Buen Pastor de Jesús???

Silencio

2) En la “interpretación superficial” del discurso del Pastor, quisiera sobre todo entresacar una palabra –
la palabra “conocer”:
“Yo conozco a las Mías y las Mías Me conocen a Mí”.

Nuestra comprensión de esta palabra “conocer”
no está marcada en último término por un modismo muy usual, o sea, por la actitud que está detrás de este modismo:
“¡Amigo, ya te conozco yo a ti!”
Con ello se significa un “conocer” manifiestamente negativo.
Yo conozco tus lados obscuros,
yo sé  cuánto egoísmo se oculta detrás de tus bien sonantes palabras.
Yo conozco al “lobo” que se oculta bajo una inofensiva piel de cordero.

Esta comprensión negativa del “conocer” conduce p.e. a que el Salmo 139 cause temor a muchas personas:
“Señor, Tú me sondeas y me conoces.
Tú sabes si me siento o me levanto.
De lejos conoces mis pensamientos.”
Tomémonos algo de tiempo para leer en silencio este Salmo: en la “Alabanza de Dios” Nº 755/2
Espontáneamente ¿actúa sobre usted este Salmo angustiándole o despierta un sentimiento de seguridad?

Silencio 

3) Ahora contemplemos otra vez el Evangelio y estas palabras de Jesús:
“Yo soy el Buen Pastor;
Yo conozco a las Mías y las Mías Me conocen a Mí, como Mi Padre Me conoce y Yo conozco a Mi Padre.”

En la comprensión bíblica resuena en la palabra “conocer” también algo así como “acercarse al otro”, “meterse en él”, “comprenderle”.
Jesús además pone el “conocer” del Pastor en un nivel con el “conocer” del Padre, median el cual Él está unido con el ser humano Jesús.
Pero este “conocer” del Padre tiene totalmente el mismo significado que Su amor:
El amor de Dios reconoce del todo;
Al contrario el “reconocer” y el “conocer de Dios no es otra cosa que el amor.
En Dios “conocer” y “amar” es lo mismo.
Por consiguiente ¿qué es lo que nos podría angustiar?
¿El hecho de que Dios nos conoce y nos ama
en Su Pastor Jesucristo, no nos ofrece más bien seguridad, recogimiento y dicha?

Silencio

Para terminar con el texto del Pastor del Evangelio una poesía de Gisela Baltes:
“Seguridad”

Yo necesito a uno, que me conozca:
mis tristezas, mis obscuridades,
mi culpa.

A uno que conozca mi nombre
y cuyo nombre yo conozca.

Yo necesito a uno que me comprenda:
mis preocupaciones, mis preguntas,
mi nostalgia.

A uno que me llame por mi nombre
y al que yo pueda llamar.

Yo necesita a uno que exista para mí,
que me ame, sin reservas,
tal como yo soy.

A uno, que no me deje en la estacada,
con el que yo esté segura.

Tú dices:
“Yo soy el Buen Pastor.
Yo conozco a las Mías
y las Mías Me conocen a Mí.
Yo doy mi vida por las ovejas.”

¡Qué puedo temer aún!

Amén.