Homilía para la festividad de la Ascensión del Señor con referencia al Domingo siguiente a esta celebración. (B)
17 y 20 Mayo 2012
Lecturas: Hch 1,1-11
Autor: P. Heribert Graab S.J.
‘Equipaje’ de Linda Nadji
Centro de Arte de Sankt Peter de Colonia
en el marco de la Bienal ‘nuevos talentos 2012’

¿Se han tomado ustedes ya tiempo y sosiego para contemplar la escultura-equipaje de Linda Nadji aquí en Sankt Peter?
Maletas y bolsos son los accesorios más importantes de un viaje.
El conjunto podría despertar espontáneamente
la impresión:
de que alguien está a punto de marcharse.
O también:
De que alguien ha regresado de un gran viaje
y ha dejado aquí su voluminoso equipaje.

Pero ¡alto!
¡Estas piezas de equipaje están moldeadas en hormigón!
Pesan demasiado para ir con ellas a la estación de ferrocarril.

Yo no soy ningún profesional del arte,
por consiguiente, no quisiera en absoluto interpretar esta obra de arte.
Pero el ‘equipaje’ de Linda Nadji me ha interpelado espontáneamente y ciertamente con la mirada en la Ascensión del Señor.
El ‘equipaje’ me señalaba “salida”.
Y también la ‘Ascensión de Cristo’ significa ‘partida’, lo que también puede significar ‘partida hacia el cielo’.
Acto seguido, me estimuló esta aparente contradicción con referencia a la tensión interior entre la necesaria ligereza del equipaje para un viaje y el material elegido por la artista para su equipaje:
¡hormigón y acero!

Los Hechos de los Apóstoles relatan así la Ascensión de Jesús como si fuera lo más natural del mundo:
“Él fue elevado ante sus ojos
y una nube Le cubrió
y Le separó de su vista”

‘Ascendido’ muy sencillamente –
como una pluma por un soplo de viento.
Ligero como una pluma, libre del peso de la gravedad.
“Y una nube Le cubrió.”
Con lo cual, los Hechos de los Apóstoles abandonan aquel nivel de relato que se podría mal interpretar como un reportaje realista.
En la tradición del lenguaje bíblico,
el autor entra con esto de forma manifiesta
en un plano de interpretación iconográfica:
Continuamente en la Sagrada Escritura la ‘nube’ representa a Dios mismo.
* En el Sinaí Dios se apareció a Moisés en una nube.
* Cuando Salomón consagró el Templo del Señor y los sacerdotes había llevado al Santo de los Santos
la Tienda de Dios con las Tablas de la Ley,
“una nube llenó la casa del Señor” (1 Co 8,10) – signo de Su presencia.
* Y finalmente el propio Jesús había preparado
a Sus amigos más íntimos para este momento,
en que una nube Le levantó en Su Ascensión:
En Su Transfiguración en la montaña
“vino una nube y lanzó su sombra sobre ellos,
y fuera de la nube gritó una voz:
Éste es mi Hijo amado, escuchadle.” (Mc 9,7)

Por tanto, en la Ascensión de Jesús se trata
de un acontecimiento entre la fuerza de la gravedad terrenal y la ligereza celestial, entre la dependencia del ser humano de la materia y su libertad en el ‘ámbito divino’.

Lo fascinante del relato es que no es sólo la historia de este único Hombre Jesús de Nazareth.
¡Es más bien nuestra propia historia!
También para esto ha preparado Jesús a Sus discípulos:
“Que no se desconcierte vuestro corazón…
En la casa de mi Padre hay muchas estancias…
Yo voy a preparar un sitio para vosotros…
Para que también vosotros estéis donde Yo estoy.” (Jn 14,1-3)
Así vosotros también estáis en casa en el ‘cielo’,
es decir: con Dios.

Naturalmente en esta promesa de Jesús se trata
de la plenitud definitiva de nuestra vida.
Pero al mismo tiempo, Jesús está casi convencido
de que el cielo para los Suyos ya ha despuntado aquí en esta época.
En este sentido, Él habla del ‘Reino de Dios’ que despunta.
En este sentido, envía a Sus discípulas y discípulos también el Espíritu Santo de Dios-
ya ahora y aquí en esta vida.
Los Hechos de los Apóstoles transmiten
Su última Palabra:
“Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo,
que descenderá sobre vosotros”-
ya dentro de pocos días, en Pentecostés.

El Espíritu de Dios nos libera de la abrumadora carga, que continuamente nos empuja hacia abajo
y nos eleva,
de modo que aquella ‘nube’ nos pueda cubrir.

¿Cómo esto?
Dos palabras clave y dos experiencias,
que hacen las personas continuamente,
nos pueden ayudar a comprender:

1. Se dice: El amor presta alas.
Quien verdaderamente esté captado por el amor soltará todo –casi como por sí mismo–
lo que esté en contra de este amor:
* Los valores materiales se relativizan.
* Las prioridades de la vida hasta ahora se desplazan,
algunas de ellos ‘se evaporan totalmente.
* Algunas cosas, que hasta ahora eran sentidas como carga, se llevan en la mano de repente
muy ligeramente.

Los que se aman experimentan con frecuencia
una insospechada ligereza de la vida.
Ellos transcriben su sensación con palabras como liberado, estimulado, ligero…
Ciertamente esto experimentan las discípulas y discípulos de Jesús en Pentecostés.
El Espíritu de Dios, el Espíritu del Amor
los “inflama”, les quita sobre todo el temor paralizante,
abre las puertas cerradas incluso de su cárcel escogida, desata su lengua e inspira sus palabras.

Pentecostés les abre el ‘cielo’.
Comienza la ‘Ascensión’.
La Ascensión de su Maestro se concreta –también para ellos mismos.

2. Una liberación semejante a la del amor es la de la alegría.
También la experiencia de la alegría es algo así como una pequeña ‘ascensión’ en la vida diaria.
Esto se expresa muy bien en una oración matinal africana:
Señor, yo lanzo mi alegría como pájaro en el cielo.
La noche ha desaparecido y yo me alegro con la luz.
Un día, Señor, un día.
El sol ha hecho desaparecer el rocío
de la hierba y de nuestros corazones…
Los pájaros y los ángeles cantan y yo me regocijo también…
Señor, yo me alegro por la Creación.
Y de que Tú estés detrás y cerca y delante y encima y en nosotros.
Señor, yo me alegro y me alegro…
Señor, yo lanzo mi alegría como pájaro en el cielo.
Un nuevo día, que centellea y crepita y da gritos de júbilo por Tu amor.
Aleluya, Señor.

Si ustedes quieren – tómense después otra vez un poco de tiempo para el ‘equipaje’ de Linda Nadji.
Quizás se les ocurra qué ‘equipaje’ superpesado arrastran, y qué cargas les impiden ‘despegar’.
Les propongo:
Después intenten sencillamente
orar ustedes mismos con las palabras de esta oración africana.
 
Amén.