Homilía para el Domingo de Pascua
de Resurrección

24 Abril 2011
Lectura: Col 3,1-4
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Según una selección del texto de Thomas Schlager-Weidinger en “Pueblo de Dios” 4/2011
En los días previos a la Pascua, una cadena comercial hacía publicidad de regalos
para la “fiesta de los conejos”.
Uno se puede enfadar con un mal gusto así.
Yo veo esta historia mejor por la parte positiva:
Que nosotros vivimos en un mundo secularizado
se debía haber sabido.
Pero nosotros nos deseamos “feliz Pascua”
como en las antiguas épocas eclesiales populares.
Después hoy cada uno puede percibir lo que quiera:
Por ejemplo, una soleada fiesta de primavera. Conforme a esto, nos contempla desde las columnas publicitarias de Colonia un cariñoso conejo
de Pascua y nos desea “Feliz Pascua”.
¿Por qué no es lo mismo: una divertida fiesta de conejos?

Por consiguiente, debiéramos decirle adiós a las “evidencias” eclesiales populares y reflexionar
sobre lo que verdaderamente es el fundamento de nuestra alegría, ¡no sólo en estos días!
La Lectura del domingo de Pascua de la Carta
a los Colosenses nos puede servir de ayuda.

Con una claridad sin reservas y casi impresionante dice el autor de la Carta a los Colosenses:
“¡Vosotros habéis resucitado con Cristo!”
¡Punto!
¡Aquí no se trata de una mirada al futuro!
Tampoco se trata:
¡Haced esto o aquello y esforzaos para que resucitéis!
Aquí se trata sencillamente de la realidad presente:
“¡Vosotros habéis resucitado con Cristo!”

En un segundo paso
-¡y esta sucesión es esencial!-
en un segundo paso se dice:
“Por ello, aspirad a lo que es del cielo…
¡Inclinaos a lo celestial y no a lo terrenal!”

¡También lo “celestial” es presente!
¡Dios mismo está presente –aquí en esta época!
¡Cristo vive aquí y ahora!
¡Él nos ha llevado con Él de forma irrevocable
a Su Vida nueva, pascual – ya hoy!

Nosotros hemos muerto a lo “terreno”.
También este hecho ha sucedido verdaderamente y de una vez para siempre.
“Terreno” –
    es la guerra y la violencia,
    es el engaño y la corrupción,
    es el dominio de los seres humanos sobre los seres humanos,
    es el ser humano que se ha puesto en el lugar de Dios.
A todo lo que nosotros hemos muerto por el Bautismo.
Pues nosotros por el Bautismo hemos nacido de nuevo con Cristo y vivimos con Él en el “ámbito divino”, en “el cielo”.
Esto significa: Somos seres humanos pascuales.

¡Naturalmente esto tiene que tener consecuencias!
    Naturalmente para una persona que vive pascualmente no puede haber ningún compromiso putrefacto con el mundo de la muerte.
    Naturalmente no podemos hacer otra cosa que ser responsables con la vida, aquí y hoy y en cada situación pensable:
Al principio de la vida y a su final
y en todo momento entre principio y fin.
Sólo -¡no pongamos patas arriba el orden!
No: ¡Haced esto o aquello para vivir algún día como salvados con Cristo!
Esto sería una piedad equívoca y completamente atravesada.
Más bien: “¡Vosotros habéis resucitado con Cristo”; por ello vivid también en esta realidad pascual!

Una pequeña añadidura en la Lectura de Colosenses clarifica todo otra vez de forma inequívoca:
De Cristo se dice como aposición, como añadidura aclaratoria “nuestra vida”:
    Cristo – es nuestra vida.
    Nuestra vida es la vida de Cristo.
    Nosotros estamos unidos con Cristo de forma indisoluble.
Esto se ha convertido en una realidad irrevocable
cuando hemos dicho “sí” a Jesucristo
en el Bautismo y en la Confirmación.
Esto es válido,
podemos abandonarnos a ello,
podemos vivir de ello.

Para el autor de la Carta a los Colosenses
este mensaje pascual es un hecho irrefutable.
Se trata de una realidad en el verdadero sentido
de la palabra;
ciertamente de una realidad creída, de la que podemos vivir aunque todavía no sea visible:
“Cuando aparezca Cristo, nuestra Vida,
entonces también vosotros apareceréis gloriosos
con Él.”

La nueva vida en Cristo nos es verdaderamente regalada ya ahora.
Se hará visible para todo el mundo con la manifestación definitiva de Cristo.
¡Este es el verdadero fundamento de nuestra fe!
Por esto y sólo por esto les deseo de todo corazón
¡Feliz Pascua!
Amén