Homilía para el Quinto Domingo de Cuaresma (A)
9 Marzo 2008
Lectura: Ez 37,12b-14
Evangelio: Jn 11,1-45
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Ante esta historia reaccionaríamos con la pregunta:
¿Esto es exacto?
La resurrección de un muerto -¿ha tenido lugar realmente?
¿Cómo ha ocurrido?
Con mucho gusto hubiéramos estado con el periódico:
¡el periódico habló con el resucitado!
En esto no nos diferenciamos en nada de las personas de entonces:
En dos partes informa el Evangelio de Juan de que las multitudes fluían hacia Betania
“para ver a Lázaro,
al que Jesús había resucitado de entre los muertos.” (Jn 12,9)

Desgraciadamente entonces todavía no había periódico.
Y desgraciadamente entonces nadie dominaba tampoco el arte fotográfico.
Así nos quedan a primera vista sólo dos posibilidades:
* Podemos decidirnos a favor de los escépticos:
¡Algo así no se da, no se ha dado nunca, no puede darse en absoluto!
O simpatizamos con los fundamentalistas:
¡Cada palabra de la Biblia hay que entenderla tal como está!
¡Naturalmente Lázaro ha resucitado!
¡¿Dónde llegaríamos con nuestra fe si diésemos la vuelta o hiciéramos sutilezas con la palabra de la Biblia?!

Juan se halla en un dilema como nosotros, cuando escribió su Evangelio aproximadamente alrededor del año 100.
La resurrección de Lázaro es largo tiempo historia
y para él aún mucho menos verificable que para nosotros.
Más aún: este Lázaro no vive ya mucho tiempo
-resurrección para acá, resurrección para allá.
Quizás Juan se ha propuesto la misma pregunta
que se propone el hombre reflexivo de hoy:
¿Qué sentido puede tener esta resurrección
cuando consta irrefutablemente:
¿Este hombre morirá de nuevo –
y entonces de forma irrevocable?

Sin embargo, para esta pregunta Juan tiene una respuesta.
Para él, el relato de la resurrección de Lázaro contiene un mensaje simbólico;
y este mensaje para Juan es irrefutable,
y él anuncia este mensaje sin turbarse
y de forma indiscutible por los escépticos de su época:
¡Jesús de Nazareth es el Cristo resucitado!
¡Jesucristo es el Señor de la vida y de la muerte!

Para Juan no está la historia tan en primer plano
sino más bien el diálogo teológico
entre Jesús y Marta, la hermana de Lázaro.

* Se trata en primer lugar de la confesión esperanzada de Marta:
“Todo lo que Tú le pidas a Dios, Dios Te lo dará”
Con ello, Jesús se mueve en una cercanía de Dios
no sobrepujable.
Aquí suena ya la fe de la Iglesia:
Este Jesús de Nazareth es el Dios encarnado.
* Sigue después la segunda confesión de fe de Marta:
“Yo sé que él resucitará en la resurrección del último día.”
Ésta es la confesión de fe judía de la época
en la resurrección de los muertos en el “día del juicio”

*La auto-revelación de Jesús y Su promesa constituyen el punto álgido del diálogo:
“Yo soy la resurrección y la vida.
El que crea en mí vivirá,
aunque muera,
y todo el que vive y cree en Mí
no morirá eternamente.”

* Finalmente sigue la confesión de fe central de Marta:
“Sí, Señor, yo creo que Tú eres el Mesías
el Hijo de Dios, que debe venir al mundo.”

A consecuencia de este diálogo “pascual” escuchamos este Evangelio en el quinto domingo de Cuaresma.
Nos debe unir al núcleo de nuestra fe pascual,
que celebraremos con total alegría dentro de catorce días.

La historia de la resurrección de Lázaro proporciona sólo una noción muy imperfecta de la misma.
Aclara sobre todo la causa de nuestra esperanza:
Jesucristo es el Señor de la vida y de la muerte.
Él es la resurrección y la vida por antonomasia.

Además insinúa, como mínimo, aspectos esenciales de nuestra fe en la resurrección:
* En la fe cristiana se trata de la resurrección del hombre total.
El ser humano no se separa en alma y cuerpo
como quiso hacer creer la filosofía griega.
Nosotros confesamos la “resurrección de la carne”.
Mirado bíblicamente no se puede identificar sencillamente la “carne” con el cuerpo.
Se reduciría la corporeidad del ser humano a su cuerpo
y entonces la resurrección tendría que pensarse como restauración del cuerpo desintegrado
en la muerte.
Pero esto sería un error fundamentalista
y se opondría a la razón.
La “carne” se comprende como lugar de la comunicación.
Con y por medio de la carne entra el ser humano
en contacto con otros,
se comunica, toca,
crea relación o la rehúsa.
Con y por medio de su carne el ser humano también está unido a la historia.

Por consiguiente, resurrección del hombre total significa:
El ser humano con todo lo que forma su vida,
también con todas sus relaciones
y con su propia historia – el hombre total
se coloca en la muerte ante Dios,
no sólo un Yo aislado,
que todas sus relaciones y la historia vivida
deja y abandona en cierto modo en la muerte.
Entonces perfección no es sólo la perfección
de un”alma” sin relaciones y sin historia.
Perfección implica más bien
la perfección de la propia historia existencial
y de las relaciones unidas a ella.

Otro punto de vista de nuestra fe en la resurrección hace recordar:
“Quien crea en Mí, vivirá”
se dice en el texto.
Esta palabra de Jesús se aclara con otra palabra semejante de Jesús, que precisamente es transmitida por Juan:
“Quien escucha mi palabra y cree
a Aquel, que me ha enviado,
tiene la vida eterna.” (Jn 5,24)

Por consiguiente, la resurrección a la vida
no sucede “según” la muerte del ser humano.
La “vida eterna” comienza ya en esta vida
por la fe en Jesucristo.
La “vida eterna” no releva la vida temporal
sino que se empieza por medio de la fe
ya ahora en la vida terrenal.
“Después” de la muerte se hará visible
lo que ahora ya es realidad.
Esto corresponde totalmente al anuncio de Jesús
del Reino de Dios:
También el Reino de Dios ha despuntado ya
aquí y ahora en la Persona de Jesús
y, al mismo tiempo, no ha llegado todavía
a su plenitud.

Todavía otro modo de lectura de la resurrección de Lázaro desarrolla la Lectura veterotestamentaria
de este domingo:

En la visión de Ezequiel se trata de que
Dios mismo abrirá las tumbas
y sacará los cadáveres del pueblo.
En esta visión no se trata en absoluto de efectos macabros.
Se trata más bien
de devolver la vida a los seres humanos,
que han enterrado todo ánimo y esperanza.

Dios promete al pueblo
que Su Espíritu dador de vida actuará
y, de nuevo, vivirá.
Y esto dice Dios a cada persona también hoy,
que considera su situación desesperanzadamente.
Esto dice Dios por medio de la visión de Ezequiel.
Esto nos dice Jesucristo –
también con la historia de la resurrección de Lázaro.
Amén.