| Homilía para el Domingo Primero de Adviento del ciclo litúrgico C 2 Diciembre 2018 |
| Evangelio: Lc 21,25-28.34-36 Autor: P. Heribert Graab, S.J. Poesía “Recoge al hijo en la estación” de Rudolf Otto Wiemer. |
| recoge al hijo en la estación llega no se sabe con exactitud en qué tren pero la llegada está anunciada sería bueno que alguien fuera allí sino le perderíamos porque él viene sólo una vez Silencio
+ Es hermoso, que uno sea recogido en la estación. + Es hermoso, que uno sea esperado y recibido con flores. + Es hermoso, que a uno se le reciba muy cordialmente diciendo: nos alegramos de que estés aquí, todas las puertas están abiertas para ti. + Es hermoso que se nos manifieste mucho amor; pues aquí comienza la vida – amor algo más que lo habitual Silencio
Adviento significa que el hijo viene. Un acontecimiento emocionante. Hay preparaciones durante varios días. Todos los detalles no se discuten una vez sino repetidas veces. Una espera ansiosa está sobre la familia. Largo tiempo antes de la llegada del tren los familiares andan por la estación de un lado para otro. Uno podría no encontrarle. Pero ¿cómo va en estos días el adviento de nuestra esperanza? ¿Dónde hay algo de tensión, de nostalgia? ¿Dónde se percibe algo de la preparación? ¿No esperamos mucho más intensamente que al Señor, días tranquilos, silenciosos y reposados? ¿Nos rompemos la cabeza con los regalos que queremos entregar a otras personas? También corremos de un lado para otro, miramos también continuamente la agenda cuando sólo que esto ¿tiene algo que ver con el Señor viviente que viene? Silencio
Al final de los tiempos vendrá el Hijo del Hombre con gran poder y majestad. Entonces Le percibirá cada uno, tanto si quiere como si no, lleno de temor o en plenitud de júbilo y alegría. Entonces vino al mundo en Bethlehem como hijo de gente pobre, percibido y saludado por algunos pastores, que en el entorno guardaban sus ovejas. Más tarde Él se ganó discípulas y discípulos y los envió a todo el mundo: Dad a conocer a todas las personas mi llegada, abrid sus corazones a mi mensaje del futuro de Dios en justicia y amor. Dejémonos ganar para anunciar Su llegada, para hablar en nuestro entorno diario y al mayor número posible de personas para hacerlas partícipes de nuestra alegría por Su llegada. Silencio
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