Homilía para el Domingo Primero de Adviento
del ciclo litúrgico B

3 Diciembre 2017
Lectura: Is 63,17-19b
Evangelio: Mc 13,24-27.30-33.37
Autor: P. Heribert Graab S.J.
El tiempo de Adviento es tiempo de nostalgia.
Ante la actual miseria de este mundo
y también ante nuestra propia dureza de corazón,
Isaías expresa gritando la nostalgia de la humanidad:
“¡Señor, Dios nuestro, rasga el cielo y desciende!”

En el Evangelio, Jesús responde a este grito lleno de nostalgia de Isaías y a toda la humanidad con una promesa:
“En aquellos días, después de la gran necesidad…
se verá al Hijo del Hombre venir entre nubes con gran poder y majestad.”

¿Comprenden ustedes este grito de nostalgia?
¿Y lo que significa para ustedes la promesa de Jesús?
Silencio
Canción: Oh Salvador, rasga el cielo…

Hay que deducir que el símbolo de la ‘nube’ es muy enriquecedor en el lenguaje iconográfico de la Sagrada Escritura.
Seguro que ustedes recuerdan la experiencia de Dios de Moisés en el Sinaí:
Dios habló a Moisés desde la nube y en el trueno. (cf. Ex 19)

Cuando bajo el Rey Salomón
se había concluido el Templo de Sión
y fue llevada el Arca de la Alianza al Sancta Sanctorum,
“una nube llenó la casa del Señor.
Los sacerdotes, a consecuencia de la nube,
no pudieron oficiar;
porque la gloria del Señor llenaba la casa del Señor.” (1Re 8,10 s.)

También el Nuevo Testamento asume este lenguaje simbólico:
“Él se elevó ante la vista de Sus discípulos
y una nube lo ocultó de la vista de ellos.” (Ap 1,9)
Por tanto, Él fue acogido en la gloria de Dios.

Él también aparecerá en Su gloria divina –visible para todos– “al final de los tiempos”.
Esto expresan las visiones escatológicas del libro de Daniel, el Apocalipsis de Juan y también el Evangelio de Lucas.

Todos estos textos relatan la gloria del Señor,
que se afirma sin distinción entre el Dios del Primer Testamento y el Cristo encarnado y que vuelve.
¿Tiene esto algún significado para nuestra fe personal?

Silencio
Canción: Dios ama a este mundo…

Finalmente contemplemos la pintura miniada “viniendo entre nubes” del manuscrito del monje Facundo de 1047:
 
Cristo aparece en una obscura nube que Le envuelve, como en una mandorla que insinúa Su gloria.
Su figura une el ámbito divino con nuestro mundo terrenal.
En el ámbito misterioso y divino flotan cuatro figuras de ángeles alados con nimbos de oro.
En el ámbito terrenal reciben al Señor de pie diez personas, que Le saludan con los brazos levantados.
Nos representan a todos nosotros
y están totalmente abiertos al que viene.
Una esperanza nostálgica se hace visible,
una complacencia, disposición y asombro.
Esto quizás trae a la memoria el alegre “Maranatha”,
“¡Ven, Señor Jesús!”,
expresión con la que se cierra el Apocalipsis de Juan y todo el Nuevo Testamento.

También aquí hay una pregunta para nosotros:
¿Nos sentimos representados por medio de estas diez personas en “Adviento” y en la Parusía de Jesucristo?

Silencio
Canción: Abrid la puerta….

Amén.
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