Homilía para el Domingo del Bautismo del Señor
8 enero 2017
Lectura: Is 42,5a.1-4.6-7
Evangelio: Mt 3,13-27
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Desde la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II, el tiempo de Navidad termina con el Bautismo del Señor.
Sin embargo, tomado precisamente en sentido estricto, el Evangelio de este día anuncia el auténtico núcleo del tiempo festivo navideño.
Pues originariamente en Navidad no se trataba de ningún modo del Niño en el pesebre.
Para el cristianismo primitivo en el centro estaba más bien la Manifestación del Señor en este ‘mundo perdido’ como su Salvador, como el Mesías de Dios prometido a Su pueblo y a la humanidad en general.

Hemos escuchado ahora el más antiguo texto del Evangelio para esta fiesta de la Manifestación del Señor.
La declaración nuclear reza así:
Cuando Jesús fue bautizado en el Jordán por Juan
y salió del agua,
“se abrió el cielo y vio descender sobre Él
al Espíritu de Dios como una paloma.
Y una voz desde el cielo dijo:
Éste es mi Hijo amado, en el que he puesto mis complacencias.”

Revelación del Dios encarnado,
manifestación del Señor,
cumplimiento de la antigua promesa del Mesías,
del Ungido de Dios, del Cristo.
Ahora acontece la nueva Creación, la salvación del mundo creado.

Silencio

En la Iglesia occidental (y sobre todo en Colonia)
nos resulta esencialmente familiar en la fiesta de la Manifestación del Señor, el Evangelio de los Magos de Oriente.
También este Evangelio festivo retrocede a épocas muy antiguas.
El motivo para ello es que en la fe de la Iglesia,
la Manifestación del Señor tiene un significado central semejante a Su Resurrección de entre los muertos.
Por eso hay así para el misterio festivo ‘navideño’
como para el misterio festivo pascual
varios textos bíblicos, que anuncian el alegre mensaje.
Manifestación del Señor – este misterio de fe
va más allá de la fe de Israel;
se trata del alegre mensaje por antonomasia
para toda la humanidad - ¡sí, para el cosmos en general!
La estrella de Bethlehem lleva el misterio finalmente no sólo a los sabios y astrónomos de todos los continentes.
El mensaje de esta estrella tiene más bien dimensión cósmica.

Silencio

En la temprana transmisión de la fiesta de la Manifestación del Señor hay aún un tercer texto
del Evangelio, que desde entonces le pertenece:
Se trata del Evangelio de las Bodas de Caná.
Hasta la reforma litúrgica este texto tenía su lugar
fijo todos los años en conexión con la fiesta de la Manifestación del Señor, el segundo domingo después de la fiesta;
(fiesta: Tres Reyes Magos/ Domingo 1: el Bautismo del Señor/ Domingo 2: Caná).
desde la reforma sólo está en el Ciclo litúrgico C.
El versículo clave para comprender esta conexión reza así:
“Así hizo Jesús Su primer signo en Caná de Galilea,
y manifestó Su gloria,
y Sus discípulos creyeron en Él.” (Jn 2,11).
Es evidente que Jesús manifiesta Su gloria
0por medio en cada uno de Sus ‘signos’.
Por tanto, cada uno de Sus signos significa en último caso ‘Su manifestación’.

Silencio

El Evangelio de Navidad  yo mismo no lo he denominado hasta ahora Evangelio de la ‘Manifestación del Señor’.
La total historia de la infancia de Jesús adquirió relativamente bastante tarde el significado que tiene hoy para nuestra fe.
Otros textos estuvieron desde el principio más en primer plano.
Pero naturalmente el ángel también anuncia
el mensaje a los pastores de Bethlehems, que es
la ‘Manisfestación del Señor’ y Su Reino de paz:
“Un ángel del Señor se les apareció y la gloria del Señor los envolvió con Su luz.
Entonces les entró un gran temor, pero el ángel les dijo:
No temáis, pues os anuncio una gran alegría,
que lo será también para todo el pueblo:
Os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador que es el Mesías, el Señor…
Y, de repente, se unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo:
¡Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz a los seres humanos, que gozan de Su gracia.” (Lc 2,9-14)

Actualmente, en nuestra época, este aspecto de paz la ‘Manifestación del Señor’ mantiene desde 1968
un valor suplementario mediante la ‘jornada de paz en el mundo’ de la Iglesia católica que se celebra el primero de enero.
Por regla general, el Papa respectivo publica un mensaje de paz propio, actual y frecuentemente muy urgente.
El mensaje de paz de este año del Papa Francisco
se expresa bajo el tema:
“La no-violencia – estilo de una política para la paz”
Con ello se enlaza el mensaje de paz navideño
no sólo con la ‘Manifestación del Señor’ y
de Su Reino de paz prometido,
sino además con el Sermón de la Montaña,
por tanto, con la ley fundamental del Reino de Dios que comienza con el desarrollo memorial de lo que
el propio Jesús une con la ‘Manisfestación del Señor’, por tanto, con la presencia de Dios en este mundo.

Amén.
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