Homilía para el Trigésimo Tercero Domingo
del ciclo litúrgico “C”

13 Noviembre 2022
Lectura: Mal 3,19-20b
Evangelio: Lc 21,5-19
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
En mi juventud después de la Segunda Guerra Mundial
había no sólo el slogan “Nunca de nuevo guerra”-
sino que era inimaginable un cambio de dirección,
que volviésemos a experimentar algo así.
Y, sin embargo:¡las guerras se extendieron por el mundo!
Pero durante largo tiempo fueron inimaginables.
¡pero ahora experimentamos de nuevo la guerra en el centro de Europa-
delante de la puerta de nuestra casa!
Una ilustración concreta para nuestro Evangelio al final del año litúrgico:
Para las ciudades de Ucrania ha llegado esta época
en las que de todo lo que allí pudiéramos haber visto
no queda piedra sobre piedra;
todo fue derribado y bombardeado.

Silencio

Más aún: Todo el mundo está lleno de desgracia, caos y violencia;
las catástrofes naturales, hambrunas y plagas se extienden
como consecuencia de la explotación abusiva de la naturaleza por el ser humano.
Diariamente leemos y escuchamos de guerras y agitaciones.
Pueblos se alzan contra otros pueblos.

Los “ancianos” ven en todo esto signos amenazadores para el fin del mundo y el inminente Juicio de Dios.
Sin embargo hoy los propios seres humanos tienen el poder y la posibilidad de aniquilar la Creación de Dios y sobre todo nuestra tierra.
¡La humanidad se arruina!
Ningún milagro se extiende con temor hacia el futuro,

Silencio

Los “ancianos” podían confiar en la justicia de Dios y en Su misericordia,
así como Malaquías y en general todos los profetas lo hicieron;
así como también para Jesús era evidente:
Él anunciaba Su Evangelio sobre esta base de confianza;
sobre esta base de confianza salvaba a Sus discípulos del temor:
“¡Si permanecéis firmes, ganaréis la Vida!”
“¡Todo irá bien!”

Silencio

Nuestro Problema hoy es:
Si todavía sólo las personas ejercen el mando
y si sobre todo los poderosos
no se orientan a Dios y a Sus mandamientos,
la esperanza de justicia y de misericordia
ya no tiene ningún fundamento.
Con ello ¿la expresión consoladora “todo irá bien” pierde su fuerza consoladora y con ella su sentido?

Silencio

Por tanto, ¿qué hacer?
¿Qué consecuencias sacamos del mensaje de Malaquías o del Evangelio de Jesucristo?
Por así decirlo ¿esperamos a ciegas contra todo temor y desesperación?

Silencio

En este contexto podemos pintar “a ciegas”
y entonces hallaríamos eventualmente una respuesta a la pregunta: Por tanto, ¿qué hacer?
Escuchemos atentamente el texto de una “Nueva canción espiritual” del compositor de Colonia Heinz Martin Lonquich:

1. Esperar contra toda esperanza,
creer que el camino sigue.

2. Amar, donde casi ya no es posible,
para que el mundo mañana todavía exista.

3. Estar despiertos, reconocer signos claros,
ayudar a pesar de la gran necesidad propia.
Levantarse contra la injusticia, el asesinato y la mentira,
sencillamente no callar, donde el mundo amenaza.

4. Confiemos en Aquel, que nos ha dicho:
“Ved que Yo estaré con vosotros en todo tiempo”
Con nosotros está Él también en nuestra búsqueda,
hasta que Le veamos en la Luz de la Eternidad.

Silencio

Esta esperanza se extiende como un hilo rojo a través de los textos bíblicos.
Sobre todo los Salmos, pero también los textos proféticos fundamentan esta esperanza mediante una mirada al pasado.

Por ejemplo, así comienza el Salmo 126 con la mirada a la acción liberadora de Dios para Su pueblo en Egipto:

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
a todos nos parecía soñar.
Nuestra boca se llenaba de risas y nuestra lengua de júbilo.
Se decía entre otros pueblos:
“el Señor ha estado grande con ellos”

A esta experiencia fundada en Dios del pueblo de Israel en Egipto, sigue en el Salmo la oración llena de confianza para restauración de la ciudad de Jerusalem destruida radicalmente:

¡Cambia, Señor, nuestra suerte!
¡Los que siembran con lágrimas cosecharán con júbilo!
“Será como un sueño, cuando el Señor nos libere;
para nosotros mismos y para dicha de Su mundo venidero.”
Así se dice en una canción infantil moderna.
El salmista sueña este sueño ante la faz de la destrucción de Jerusalem y él está seguro de que:
¡Este sueño se cumplirá gracias a la bondad y a la fidelidad de Dios!
¡Todo irá bien!

Silencio

También para nosotros podría ser una gran ayuda
que recordásemos continuamente los grandes hechos salvadores de Dios en la historia de la humanidad,
pero también en la historia personal de nuestra vida:
comencemos tranquilamente con las antiguas tradiciones bíblicas.
Pero recordemos también nosotros, por ejemplo,
como entre nosotros tuvo éxito, superar de forma pacífica, la partición de Alemania y de Europa.
Y: ¿No recuerdan ustedes aún historias muy personales de este modo?
Nuestros antepasados contaban estas historias a sus hijos y también a nosotros para fundamentar en ellos y en nosotros esta confianza:
Nuestro Dios se deja conducir en todo lo que Él hace
por la justicia y la misericordia.
Así también nosotros podemos confiar en que: ¡Todo irá bien!

Silencio

¡Nuestra confianza necesita también de nuestra colaboración!
Esto se aprecia claramente, por ejemplo, en la canción de Heinz Martin Lonquich:

Amar, donde casi ya no es posible,
para que el mundo mañana todavía exista.
Ayudar a pesar de la gran necesidad propia.
Levantarse contra la injusticia, el asesinato y la mentira,
sencillamente no callar, donde el mundo amenaza.
Y no finalmente:
Confiemos en Aquel, que nos ha dicho:
“Ved que Yo estaré con vosotros en todo tiempo”

Silencio

¡Cantemos ahora esta canción pensativamente como nuestra confesión de fe!


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