En lugar de una homilía para el
Domingo Vigésimo Cuarto del ciclo litúrg. C
11 Septiembre 2022:

Impulsos sobre el Evangelio
Evangelio: Lc 15,1-32
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Para el impulso de la “Parábola de la mujer que barre”, he aprovechado los estímulos de la Revista
“Cristo en el presente” (11.09.2022) del Dr. Katrin Brockmöller.
1. Parábola del Buen Pastor         Lc 15,1-7
     Impulso para esta parábola:

La imagen del “Pastor” corresponde a las imágenes primigenias de la convivencia humana, como por ejemplo las imágenes del “padre” y de la “madre” o la imagen del “Rey”.
La imagen del pastor significa cuidado y atención,
ciertamente para los seres humanos que son débiles o están enfermos,
pero también –como en esta parábola- para los seres humanos, que han fracasado y se han excluido a sí mismos.
Cuando nos miramos en el espejo sinceramente
reconocemos que a menudo nosotros mismos pertenecemos a los “débiles”.
Por eso, el conocido Salmo 23 nos dice de forma muy inmediata:

El Señor es mi Pastor,
nada me falta.
    En verdes praderas me hace recostar
y me conduce hacia fuentes tranquilas.

    Repara mis fuerzas
    me guía por el sendero justo, por el honor de Su Nombre.
        Aunque camine por cañadas oscuras
        nada temo;
        porque Tú vas conmigo;
        tu vara y tu cayado me dan seguridad.
        Tu me preparas una mesa
        enfrente de mis enemigos.

    Tú unges mi cabeza con óleo
    y mi copa rebosa.
        Tu bondad y tu misericordia me acompañan a lo largo de la vida
        y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Silencio

2. Parábola de la mujer que barre                               Lc 15,8-10
    Impulso para esta parábola:

La mujer que barre
es una de las muchas imágenes de Dios en la Biblia:
Por ejemplo, Dios puede llamarse como comadrona:
Salmo 22,10:”Tú eres quien me sacó del vientre,
                        me tenías confiado en los pechos de mi madre.”


O también como madre, profesora, amiga, hospedera.
El libro de Oseas incluso permite a Dios decir:
“Yo soy Dios y no hombre.” (11,9).

Jesús compara a Dios con esta mujer que barre
buscando una moneda perdida.

- ¿Puedo ver a una mujer con una escoba en la mano como imagen de Dios?

- Cuando dejo que actúe un poco en mí esta imagen,
¿qué clase de relación puedo crear con la mujer?
¿Qué palabras encuentro, puedo hablarle?
¿Qué me dice ella?

La imagen del pastor nos es más familiar:
Pero: Cuando un animal del rebaño se pierde
o una pequeña moneda desaparece,
entonces ambos asuntos forman parte de lo cotidiano.
Es perfectamente claro lo que hay que hacer;
¡Ambos son buscados y hallados
y todos se alegran del éxito!

Silencio

3. Parábola del Padre Misericordioso:
el hijo más joven que regresa                                        Lc 15,11-24
Impulso para la primera parte de la parábola:

Esta parábola es familiar para nosotros como
“parábola del hijo perdido”
En tiempo reciente decimos “parábola del Padre misericordioso”.
¡Una corrección esencial!
Pero también este modo de mirar más nuevo abarca
a otros que entran en juego:
Toda la familia y el entorno.

-¿Quén o qué ocasiona que este joven se “largue”?
-¿Quién o qué ocasiona hoy que las personas
renieguen de la Iglesia y a menudo también de Dios?
-¿Qué personas, qué instituciones y también qué influjos
externos juegan un papel en todo esto?

El “Padre” no sólo mirará a aquel que ha huido;
Él conservará “misericordiosamente” en la mirada a aquellos,
que le han quitado las ganas de quedarse…
¿Podemos también nosotros sacar algo de este aspecto de la misericordia?
¿Qué significa concretamente misericordia
cuando pensamos actualmente, por ejemplo, en el poder, en el ejercicio del poder y en el abuso del poder en la Iglesia…?

Silencio

4. …el hijo mayor se quedó en casa      Lc 15,25-34
 Impulso para la segunda parte de la parábola:

Finalmente la parábola se refiere al hijo que se había quedado
en casa.
Sus motivos para quedarse no se mencionan,
pero pueden ser tan diversos como
los motivos que tienen los que hoy se quedan -a pesar de todo.
Pero en todo caso el padre de la parábola los trata a todos ellos
¡con la misma misericordia y amor!

Todavía finalmente:
Cada una de estas tres parábolas
desemboca expresamente en una gran alegría
y en todas estas parábolas está al final la invitación:
¡Alegraos conmigo y con todos los participantes!
La última parábola culmina finalmente
en una gran fiesta de la alegría!

Silencio

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