Homilía para el Tercer Domingo, ciclo C
23 Enero 2022
Lectura: Neh 8,2-4a.5-6.8-10
Evangelio: Lc 4,14-21
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Comienzo de las Lecturas del Evangelio según Lucas:
La “homilía de la toma de posesión” en Nazareth.
Jesús elige una cita de Isaías:
“El Espíritu del Señor está sobre mí
porque el Señor me ha ungido.
Él me ha enviado,
para que traiga una buena noticia a los pobres;
para que a los presos les anuncie la liberación
y a los ciegos les dé la vista;
para que a los destrozados los ponga en libertad
y anuncie el año del Señor.”

Jesús termina Su declaración con las palabras:
“Hoy se ha cumplido la Palabra de la Escritura,        que habéis escuchado.”

¡Este mensaje es, en primer lugar, un regalo para nosotros mismos!
¡Podemos hallar en él esperanza, consuelo y estímulo!

Nosotros somos –si somos honestos- los “pobres”,
que ansían una ¡buena noticia”!
Nosotros ansiamos esperanza, consuelo y estímulo,
cuando se nos van a pique amistades o incluso un matrimonio,
cuando nuestros hijos toman caminos, que nos decepcionan profundamente,
cuando por la noches estamos sentados en casa solos y nos observamos aislados a nuestro alrededor,
cuando una prometedora carrera queda interrumpida abruptamente,
cuando enfermedades y golpes del destino o también apuros financieros tiran nuestra vida por la borda,
cuando aparentemente se derrumba todo y se impone la pregunta:
¿Qué sentido tiene aún esta vida?

En tales situaciones nos sentimos como “hechos polvo” y “sin suelo bajo los pies”.
Nos experimentamos como “ciegos” en una oscuridad sin salida.
Nos experimentamos como “presos” en situación de necesidad, en injusticia supuesta o verdadera,
como presos en decepción, frustración o tristeza abismal.

Necesitamos muy urgentemente algo a nuestro alrededor para poder alegrarnos de nuevo la vida:
    un “tiempo de gracia”,
    una luz “al final del túnel”,
    ¡una estrella en el cielo”.

Imagínense ustedes por un momento
qué útil, alentador y feliz sería
    poder creer verdaderamente en la predicación de Nazareth de Jesús,
    poder comenzar de nuevo totalmente con la confianza en Su Palabra
    y estar convencidos de ello de forma muy profunda en el corazón:
¡Hoy se cumple esta Palabra del Evangelio-
 de forma totalmente personal para mí!

Pero Jesús ensancha nuestra mirada más allá de nosotros:
Él ve al comienzo de Su obrar en Nazareth
la variada necesidad de los seres humanos de
Su alrededor:
los muchos pobres que está atrapados en su miseria, los enfermos, los excluidos
y los destruidos de forma inimaginable.

Y entonces Él hace sencillamente lo que hay que hacer, lo que sólo para Él es posible:
Él cura enfermos, se vuelve hacia los muchos excluidos
y empuja fuera a todos los “demonios”,
que entonces como hoy empujan a las personas a la ruina.
En nuestra Iglesia se trata continuamente de la “fe recta”, de la “ortodoxia”.
Para Jesús está en primer lugar el “recto hacer”,
la “ortopraxis”.
Ciertamente cuanto le falta para ello en nuestra Iglesia, nos lo enseñan los muchos escándalos de abusos.
En la ortopraxis de Jesús tiene que dejarse medir actualmente también la institución eclesial.
Pero también nosotros mismos tenemos que dejarnos medir porque somos Iglesia en el seguimiento de Jesús:
“Si nos amamos mutuamente”
- con manos y pies, en toda nuestra actividad-
entonces “Dios permanece en nosotros
y Su amor ha llegado en nosotros a la perfección.” (1Jn 4,12)
Por tanto entonces –y sólo entonces- estaremos en la “recta fe”.

La tradición bíblica, en la que Jesús  está profundamente enraizado,
no trata nada sobre los que están en necesidad
de forma individual;
la tradición bíblica piensa
en las conexiones sociales y sociopolíticas.

Por tanto, en el seguimiento de Jesús tenemos que acostumbrarnos a esto,
a sacar de nuestra fe consecuencias prácticas en situaciones sociales y políticas
y, conforme a esto, actuar.

Esto es válido para cuestiones de política interna-
por ejemplo para cuestiones de política sanitaria.
Hemos aceptado una “medicina de dos clases”-
tendencia ascendente.
Detrás de esto está una imagen del ser humano en profundidad no cristiana.
¡Como ciudadanos corresponsables, los cristianos
debemos tomar medidas en consecuencia!

Esto es válido no menos para las cuestiones de política exterior:
Adónde miramos-
Todos los participantes – también en la república alemana-
persiguen en primer lugar los intereses propios.
Pero, ¿quien verdaderamente piensa en estos países maltratados con frecuencia durante largo tiempo por revoluciones y guerras?
¡Violencia y guerra crean en todos los tiempos
claramente más sufrimiento que el que mitigan!
Considerado desde el Evangelio, es una vergüenza
que un múltiplo de lo que verdaderamente tendría que servir para el desarrollo de los países y de los seres humanos de allí, sea empleado en acciones militares.

La situación de Haití es una muestra que puede servir como ejemplo:
terremotos, tormentas tropicales, pero también intranquilidad política y guerras civiles,
circunstancias que conducen continuamente
al derrumbamiento del orden estatal interior.
Consecuencia: Haití se cuenta entre los países menos desarrollados del mundo.

Ciertamente es admirable
y fueron conmovedoras las imágenes
de las consecuencias de los tornados de 2010 y 2021
que despertaron en todo el mundo deseos de ayuda
-como también entre nosotros en la catástrofe de las inundaciones.
Pero ¿quién piensa en las personas afectadas,
cuando los medios de comunicación han perdido
su interés?
¿Quién ayudará después de una catástrofe así a Haití también políticamente con el agua al cuello
y así hacer bien de nuevo los muchos errores y la deuda del pasado?

Jesús dice: “Hoy se ha cumplido la Palabra que habéis escuchado.”
También en el Año 2022 después de la “aparición de la bondad de Dios y Su amor a los humanos” se trata de este “Hoy:
“Ahora es el tiempo, ahora es la hora.
Hoy se ha hecho o también se ha desperdiciado,
lo que importa es cuando Él llegue!”

Amén.
www.heribert-graab.de
www.vacarparacon-siderar.es