Homilía para el Segundo Domingo, ciclo C
16 Enero 2022
Lectura: Is 62,1-5
Evangelio: Jn 2,1-11
Autor: P. Heribert Graab S.J.
El Evangelio de las bodas de Caná
forma parte aún de los misterios festivos de la celebración de la Epifanía.
Pero al mismo tiempo nos prepara también para el alegre mensaje,
que Jesús vive y anuncia.
Pues ciertamente una boda
garantiza una alegría festiva y desbordante.
Ésta es subrayada y fortalecida
por este “signo” de Caná:
la transformación del agua en vino
y esto equivale ¡a una tal plenitud!

Ciertamente la aparición de la gloria de Dios
en la vida y en el obrar de Jesús
constituye el núcleo de Su envío y Su alegre mensaje.
Y es el auténtico motivo de esta alegría festiva.
¡No es ninguna casualidad que esta alegría festiva
halle su expresión en la celebración de una boda!
Según la antigua tradición teológica
la boda de Caná se interpretaba como una parábola
del enlace de Jesucristo con la Iglesia de Sus discípulos, que creen en Él.

Si nosotros nos comprendemos como Iglesia de Jesucristo,
¡debiéramos estar llenos totalmente por esta alegría!
¿¿¿Estamos nosotros verdaderamente así???
O ¿esta alegría está amortiguada o incluso paralizada por el aspecto actual de la Iglesia?

Quizás nos ayude la Lectura de Isaías de este domingo
    para comprender mejor nuestra situación en la Iglesia, como la experimentamos,
    para reconocer caminos viables en esta Iglesia en el futuro.
    y para animarnos para andar estos caminos esperanzados.

Israel, pueblo de Dios podía regresar a Jerusalem del exilio babilónico aproximadamente a mitad del siglo VI.
Pero Jerusalem y el Templo estaban muy destruidos.
Los repatriados, por así decirlo, se hallaban ante la nada.
Ante lo que siempre había conducido a la catástrofe-las palabras proféticas de nuestra Lectura quieren animar al pueblo,
bosquejar un nuevo comienzo en justicia
y bajo la bendición de Dios
y prometer un futuro al nuevo Jerusalem,
que resplandezca en el mundo como una luz clara
y una antorcha ardiendo.

Escuchemos otra vez el núcleo de esta promesa:
 “Te llamará con un nombre nuevo,
que la boca del Señor determinará…
No se dirá de ti jamás “abandonada”
ni de tu tierra se dirá jamás “desolada”,
sino que a ti se te llamará “mi complacencia”
y a tu tierra “desposada”.
Porque como se casa el joven con una doncella,
se casará contigo tu edificador,
y con gozo de esposo por su novia
se gozará por ti tu Dios.”
¡A Israel se le regala un nuevo comienzo esperanzado!

También entonces había seguramente aquellos que se autodenominaban “realistas”, que decían:
“¡Tenéis la cabeza a pájaros!
¡Abrid los ojos!
Y aceptad la realidad tal como es!”
Sin embargo el profeta bíblico responde con otro realismo.
Su comprensión de la realidad no deja fuera a Dios,
sino que apuesta por Su fidelidad para con Su pueblo:
    ¡Dios responde de Su palabra!
    ¡Podría abandonaros a vosotros!
¡Con la confianza en Él aventuraos a un nuevo comienzo!
¡Sencillamente recoged!

Tanto como nosotros Iglesia de Jesucristo actualmente también estamos derrotados por el aspecto de la Iglesia,
sin embargo, podemos aún hoy pronunciar este alegre mensaje:
“Te llamará con un nombre nuevo.
¡Te conviertes en una espléndida corona en la mano del Señor!”
A pesar de todo Dios está en Su amor con Su pueblo, y también con Su Iglesia y también con nosotros!

Totalmente en el sentido de la Lectura de Isaías,
el Evangelio de hoy fue interpretado como una parábola para el enlace de Jesucristo con la Iglesia de Sus discípulos, que creen en Él.
Un elemento muy importante de esta parábola
es el regalo de vino en profusión.
Dios “aparece” en Jesús como el Dios que regala en abundancia.
El Dios, que aparece en Jesús nos regala con Su abundancia:
Donde nosotros siempre sólo ‘con agua cocinamos’
Él obsequia valioso vino.
Él compensa nuestra carencia en la vida abundantemente mediante una vida con alegría y
en abundancia.

El evangelista inicia el relato con las palabras
“Al día siguiente tenía lugar en Caná de Galilea una boda….”
Con lo cual él hace una referencia a aquel “tercer día”, en el que acaeció la Resurrección de Jesús:
En la Resurrección Jesús concluye,
lo que las bodas de Caná se insinúa en forma de signo:
El regalo de una vida en alegría y abundancia.

Mi recomendación hoy:
¡Desprendámonos del actual “realismo” deprimente en vista de cómo está la Iglesia!
¡Apropiémonos más bien del “realismo “ profético de la Lectura de Isaías
y del Evangelio de Juan!
¡Alegrémonos de la perspectiva visionaria de una Iglesia del mañana!
Si nosotros miramos fijamente descubrimos
que ésta hoy ya existe – aunque a menudo todavía en escondido.
¡Comprendamos esta visión como una invitación
a que gentes dedicadas a la construcción echen una mano en la terminación de lo que aquí es concebido en génesis!

Con confianza en la promesa de Dios
podemos seguir el consejo de Jesús Sirach:
“No te prives de la dicha presente,
no dejes sin cumplir un legítimo deseo.”

Amén.
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