Homilía para el Domingo Vigésimo Noveno
del ciclo litúrgico C

20 Octubre 2019
Lectura: Ex 17,8-13
Evangelio: Lc 18,1-8
Autor: P. Heribert Graab S.J.
El pasado miércoles, por tanto, el 16 de octubre,
fue el 75 aniversario de la muerte
del P. Jón Svensson,
un jesuita de Islandia , al que todo el mundo llamaba “Nonni”.
Escribió en total doce libros, sobre todo relatos autobiográficos de su patria Islandia.
Fueron traducidos a 46 idiomas y en millones de tiradas fueron devorados sobre todo por jóvenes, pero también por adultos.
En “todo el mundo” estaba presente en la boca de muchas personas cuando escribía;
y, sin embargo, hoy apenas le conoce nadie entre nosotros, aunque, por ejemplo, aquí en Colonia hay una calle Nonni, una fuente Nonni y, sobre todo un  club de jóvenes muy activo.

Un acto conmemorativo en el aniversario de su muerte, fue para mí ocasión de volver a ocuparme después de largo tiempo de Nonni y descubrí:
Precisamente este narrador que entusiasmó y que fascinó a innumerables jóvenes,
podría ser para nosotros un maestro de oración
y – en cuanto al texto de la Escritura de este domingo – especialmente un maestro de la oración de petición.

Él mismo aprendió a orar en su niñez
y sobre todo de su madre.
Cuando abandonó Islandia con trece años,
su madre le dio varios consejos para el camino
que sobre todo concernían a la oración.
Una regla fundamental de su madre decía así:
“Si estás preocupado de ser un amigo de Dios,
nunca te faltará de nada.
Dios te ayudará en todos tus deseos
y te sostendrá en Sus manos, en todas partes donde estés.”

Esta confianza fundamental y sin reserva en el amor de Dios, es una condición esencial previa
para el fruto de la oración.
Esta confianza en Dios sin reservas induce
a la madre de Nonni a una recomendación,
que espontáneamente nos parece naiv y necia.
Ella dice:
“Si una persona tiene un deseo muy fuerte
y lo que ansía no es algo malo ni nocivo ni necio, sino algo bueno o al menos razonable
puede conseguirlo siempre.
Hay un medio infalible:
Sólo se necesita pedirlo a Dios.
Él es infinitamente bueno y sólo quiere
hacernos el bien.
Incluso Él ha prometido expresamente
que quiere darnos todo lo que Le pidamos.”

“Pero toma nota” continua la madre de Nonni,
“Dios tiene una curiosa peculiaridad:
Con frecuencia hace esperar a los seres humanos
por sus ruegos largo tiempo,
a veces incluso mucho tiempo.”

De esto se sigue prácticamente:
Además de la confianza en Dios
es muy importante orar con mucha paciencia
e insistir día tras día.
¡No Se necesitan largas oraciones!
Una breve oración y ésta continuamente,
algo así como la exposición que hace sin cesar
la viuda del Evangelio de su deseo al juez.

O también como Moisés no se relaja en su oración
para pedir la ayuda y el auxilio de Dios en su lucha  contra Amalek,
como sucedió en la peregrinación por el desierto
por la libertad y la existencia del pueblo.
Cuando nosotros, como individuos, decaemos
en la oración, nos ayudamos y nos apoyamos mutuamente,
del mismo modo que Aaron y Hur –de forma totalmente literal– sostuvieron a Moisés.

En las Lecturas de la Escritura queda muy claro:
Confianza en Dios, paciencia y perseverancia conducen al éxito,
dado el caso también la ayuda y el apoyo de los demás.
También Nonni hizo esta experiencia en su larga vida.
Dos deseos ardientes determinan su vida:

El gran deseo de este joven de la solitaria isla del lejano Mar del Norte fue:
Conocer el amplio mundo y los muchos pueblos de este mundo con sus diferentes culturas
y personalmente viajar y experimentar.
De ningún modo con brusquedad,
más bien continuamente frenado, por ejemplo,
por las guerras de la época;
en pequeños pasos y a lo largo de los años aparentemente estancado, llegó a su plenitud con muchos miramientos, como era esperado:
Finalmente el conocido autor pudo emprender un verdadero viaje alrededor del mundo a la edad de ochenta años e incluso al otro lado de la tierra, al Japón, donde grandes salas se llenan con personas,
que lo tienen en sus labios.
Con ochenta y cinco años llegó al final de su viaje existencial aquí, en Colonia-
donde murió tranquilamente en una noche de bombardeos.
Probablemente se halla, considerado desde la fe,
en el camarote de un vapor oceánico en alta mar.
El segunda gran deseo de Nonni,
por cuya realización oraba insistentemente,
fue más tarde trabajar como “misionero”
en los países del norte.
También este deseo se realizó,
ciertamente de forma muy diferente a la que él
se había imaginado, muy diferente también de lo que correspondía entonces a las ideas misioneras eclesiales.
Él mismo escribió sobre su “misión” con los seres humanos:
“En mis libros quise conducir a todos mis lectores
a la verdadera alegría y felicidad, ya en esta vida,
aquí en la tierra,
por tanto, fomentar la verdadera, grande y auténtica alegría de vivir.”

Entendiendo Nonni su misión, conscientemente cristiana, para hacer este mundo más feliz,
se sitúa de forma bastante cierta en lo que Jesús piensa cuando anuncia continuamente
el Reino de los Cielos.
Esta realidad de Dios prometida y ya despuntada es en la idea de Jesús un mundo lleno de justicia, paz y amor, es decir, sencillamente un mundo feliz.

Con una comprensión misionera, que es de lo que
se trata, para hacer más felices a las personas y
el mundo de estas personas,
es el P. Jón Svensson un adelantado a su época
como mínimo en una década.
Si esto es la realización de su segundo gran deseo existencial,
entonces Dios va mucho más allá de lo que Nonni entonces podía soñar:
Verdaderamente cambió la antigua idea misionera del siglo XIX, situándose no ya al servicio de un crecimiento cuantitativo de la Iglesia,
sino en un amplio servicio a la paz de este mundo y a la dicha de los seres que viven en este mundo.

Como Jón Svensson, también nosotros, cuando oremos, debiéramos estar abiertos a una realización de nuestra oración con los acentos propios,
que el propio Dios aporte.

Amén
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