Homilía para el Quinto Domingo
del ciclo litúrgico C
10 Febrero de 2019
Lectura: Is 6,1-2a.3-8
Evangelio: Lc 5,1-11
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
¿Se han encontrado con una persona fascinante o incluso una santa, ante la cual se sienten ustedes mismos pequeños o miserables?

En todo caso estas experiencias se dan.
En este segundo plano hay que comprender también la reacción de Pedro en el encuentro con Jesús y
en esa pesca enormemente abundante.:
“Cayó a los pies de Jesús y dijo:
Señor, apártate de ti que soy un pecador.”

Aún debió ser algo más grandioso para Isaías
la visionaria experiencia de Dios,
como la describe la Lectura.
Como consecuencia de esto también es comprensible su reacción:
“Pobre de mí, estoy perdido.
soy un hombre con labios impuros
y vivo en medio de un pueblo con labios impuros,
y mis ojos han visto al Rey,
al Señor de los Ejércitos.”

De forma totalmente diferente suena una canción de Willy Millowitsch,
que (no sólo) durante el carnaval se canta de forma convencida por muchos habitantes de Colonia:
“Todos somos pequeños pecadorcitos,
así fue siempre, así fue siempre.
El Señor Dios nos perdonará siempre,
así fue siempre, siempre así.”

Con la mano en el corazón:
¿No pensamos la mayor parte de nosotros de forma muy semejante?
¡Naturalmente cometo errores!
Pero fundamentalmente son todo ¡bagatelas!
Yo quisiera abordar esto de forma más cercana.
Se trata de preguntas, que cada uno de nosotros tiene que clarificar ante su propia conciencia.
Pero hace mucho tiempo que me preocupa
el problema,
de que todos nosotros y yo mismo estamos integrados co-responsablemente
en las grandes conexiones sociales culpables de nuestra época.
Y aquí no se trata ya de bagatelas,
se trata más bien de pecados graves estructurales,
para ser exactos incluso de crímenes,
en los que la sociedad es totalmente co-responsable
y en los que todos nosotros más o menos, consciente o inconscientemente, reflejados o no reflejados estamos implicados.
Isaías habla de esta conexión expresamente,
cuando dice:
“Soy un hombre con labios impuros
y vivo en medio de un pueblo con labios impuros.”

Algunos ejemplos quizás aclaren esto,
lo que en la actualidad podría expresar:

* La mayor parte de nosotros compramos posiblemente a buen precio, a precio reducido y
a menudo también “barato”.
Pero simultáneamente todos sabemos, o podríamos al menos saber, que muchos precios bajos
se consiguen mediante la explotación.
Sobre todo en el ámbito textil
se da esta praxis de producción inhumana,
la cual ha sido con frecuencia expuesta y discutida.

En el ámbito de los alimentos, muy posiblemente
los precios bajos conducen a la cría de animales a gran escala
y esto es no solo un pecado grave contra nuestros semejantes sino contra la totalidad d nuestro ambiente…

* Sabemos o debiéramos saber
que para ganar en nuestro nivel de vida y en tierra para la cría de animales, cultivos de soja, plantaciones de palma …
se devastan las selvas vírgenes de la tierra:
aportación culpable a las catástrofes climáticas y
a la destrucción del medio ambiente,
pecados sobre todo contra los aborígenes de estas regiones.

* Aún un último ejemplo entre otros muchos:
Nuestra economía y con ella todos nosotros vivimos en una parte considerable, directa o indirectamente de la producción de armamento y de la exportación de armas,
sin un verdadero control efectivo
de dónde van estas armas finalmente.
De este modo nosotros somos cómplices de muchas guerras,
actualmente sobre todo de la guerra del Yemen
y de los innumerables muertos de esas guerras
y del número de desplazados, hasta ahora sin precedentes.

Todo esto y lo que se sigue es un pecado social:
y nosotros somos partícipes,
porque nos aprovechamos de ello,
porque callamos,
porque en una democracia somos co-responsables de la correspondiente política.

Con seguridad Millowitsch tiene razón en un punto:
“El Señor Dios nos perdonará,
esto fue siempre, siempre así.”
Sí, siempre fue así – porque eres misericordioso.
Esto lo atestigua la Lectura de Isaías de hoy;
pero en Isaías queda claro también que
perdón presupone purificación con un carbón incandescente,
y tiene la consecuencia de volver al camino de Dios:
“¡Señor, estoy aquí, envíame!”

También Pedro hace la experiencia en el lago de Genesaret:
Es ingenuo creer que el podría despedir al Señor sencillamente.
También su confesión: “Soy un pecador” tiene como consecuencia la conversión.
Jesús le invita concretamente: “Desde ahora serás pescador de hombres”.
Y Pedro como también sus amigos y colegas,
“arrastraron sus barcas a tierra y, dejándolo todo, Le siguieron.”

Por tanto conversión es requerida no sólo con vistas a nuestras debilidades, faltas y pecados totalmente privados,
sino igualmente o incluso aún más con vistas a nuestra implicación en la culpa social.
Por tanto, la pregunta es:
¿Qué “misión” se sigue de este examen concreto a nosotros y no en último término a mí personalmente y a mi forma de vida?
O expresado de otra forma:
¿Qué consecuencias prácticas tiene este examen con vistas a nuestra “misión” para co-responsabilizarnos por el Reino de Dios en nuestra época?

Como conclusión aún una mirada
al mensaje verdaderamente central del Evangelio:
Se trata sobre todo de la promesa de la abundante plenitud,
que con nuestro SÍ a la misión de Jesucristo
queda estrechamente vinculada con la misión de Dios.

Por una parte, entramos cada vez más en razón
de que nuestro modo de vida actual nos hace más pobres,
y a la larga aniquila esta tierra como espacio existencial humano.
A esto se contrapone hoy en el Evangelio la imagen de la abundante pesca de Jesús, que anuncia:
Si seguimos nuestro creciente examen y cambiamos y si nos situamos como co-responsables sociales
en el servicio del Reino de Dios y de Su futuro,
entonces la creación de Dios superará el previsible aniquilamiento y
finalmente se convertirá en el “Paraíso”, como fue pensada:
No sólo a nosotros los seres humanos, sino
a toda la Creación de Dios le será ofrecida una vida en plenitud.
Finalmente entonces la Creación estará completada.
Finalmente entonces será verdad la fase final de la Creación bíblica:
“Dios miró todo lo que había hecho y vio que era muy bueno.”

Amén.
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