Homilía para el día de Difuntos
2 Noviembre 2013
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
En este día bramaba la primera tormenta de otoño también sobre Colonia.
Fascinado contemplé un gran árbol del cinturón verde.
Sus ramas se doblaban por la embestida de las huracanadas ráfagas.
Sus hojas de colores ya otoñales bailaban una impetuosa danza;
pero, a pesar de la tormenta, se agarraban de forma pertinaz a su árbol.
Yo tenía la impresión de que se resistían contra el otoño de su vida,
¡se resistían contra su muerte!

¿No observamos este ‘resistirse contra la muerte’ por todas partes en la naturaleza?
¿No nos encontramos también entre personas,
que hace ya largo tiempo mantienen una verdadera lucha contra la muerte?
¿Es lo que hoy se denomina con frecuencia ilusión de juventud un rebelarse contra la edad y la muerte?
Naturalmente nos hacemos mayores;
pero observen ustedes
¿quién habla ya abiertamente de que se hace ‘mayor’ o de que se es mayor?

A veces yo me pregunto:
si no se manifiesta también a veces más de uno
de los nuevos modelos de sepelio en ese ‘resistirse contra la muerte’.
Sepelio en el mar o sepelio anónimo,
el que no haya ninguna tumba visible,
evita una persistente llamada a la conciencia de la realidad de la muerte.
Pradera de la paz – la vida de un ser humano transcurre en la vida de un árbol.
En el lugar de la muerte está el ciclo de la vida.

Hoy celebran los católicos este aniversario de los ‘difuntos’ contra el ‘defenderse contra la muerte’.
Muy conscientemente nos situamos en el aniversario de nuestros difuntos.
con ello nosotros también nos acercamos a la muerte y le hacemos espacio en nuestra tristeza, en nuestra oración y esto en el centro de nuestra vida.
Por tanto ¿capitulamos ante la inevitable realidad de la muerte?
¿Capitulamos ante su poder que ya hoy se ejercita sobre nosotros, allí en cualquier parte donde choquemos con sus límites?

¡Yo pienso que no! Ciertamente se trata del caso contrario:
mirando la muerte a los ojos y situándonos en su poder real
en lugar de dejarle paso o de huir ante ella-
-¡la podemos resistir verdaderamente con la fe!

Como cristianos apostamos por la vida-
contra la muerte en todas sus formas de aparición.
Sólo así podremos llevar con justicia el nombre de Jesucristo.
¡Toda su vida terrenal es un único ‘resistirse contra la muerte’!
- Él lucha por la supervivencia de los enfermos y de los frágiles, curándolos.
- Incluso Él va a sacar a Lázaro, a la hija de Jairo y al hijo de la viuda de Naín de la muerte a la vida.
- Y Él lucha por una vida digna para todos aquellos que por la marginación están condenados a una ‘muerte’ social.

Él tampoco tira por la borda su propia vida.
Muy sagazmente Él se encuentra con muchos intentos de los poderosos para apartarle del camino.
Todavía en el Monte de los Olivos lucha por su propia vida.
Ciertamente por el amor a la vida no accede a ningún compromiso.
Por eso los poderes de muerte finalmente le clavan en la Cruz.
Hasta este momento Jesús es un admirable luchador por la vida, que –dado como este mundo es- finalmente es derrotado.
Pero lo que sigue va más allá de la comprensión humana.
El mensaje pascual de nuestra fe atestigua al Dios Creador como el Dios fiel,
- que apoya la vida, que Él ha creado;
- que este ‘resistirse contra la muerte’,
que Él ha puesto dentro la Creación
ayuda a la victoria definitivamente:
“Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto ni dolor,
porque todo lo viejo se ha desvanecido…
Mirad, yo lo hago todo nuevo.” (Ap 21,4-5)

La celebración de los ‘Difuntos’ sin esta fe pascual sería solamente guardar en nuestra memoria a nuestros muertos.
Después de poco tiempo se extingue esta memoria.
Más tarde, la muerte es definitiva.
Pero contra esto se halla el mensaje definitivo de Jesús:
“Yo soy la Resurrección y la vida.
Quien cree en Mí vivirá, no morirá
y todo el que vive y cree en Mí
vivirá para siempre.” (Jn 11,25-26)

Esta es nuestra fe, que confesamos el día de los Difuntos.
En esta fe se fundamenta nuestra inquebrantable esperanza.
En esta fe y como signo de esperanza para todo el mundo encendemos nuestras luces en estos días sobre las tumbas de nuestros muertos.
Aprovechen aún todo el mes de noviembre para hacer esto:
- Recuerden con ello a los muertos.
- Fortalézcanse a sí mismos en su fe y en su esperanza.
- Pongan un signo alentador de vida para todos aquellos que hoy en día tienen dificultades con su confianza en la vida.

Amén.