Homilía para la Gran Fiesta de la Admisión de María en el Cielo
15 Agosto de 2010
Lectura: Gn 28,10-2.8-19
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Homilía en el marco de una semana de Ora-et-Labora en Neuerburg/Eifel.
La homilía hace referencia al tema marco de la semana “la escala de Jacob”
 
Probablemente necesitéis algo de tiempo,
hasta que se haya producido una conmoción
con esta cursilería.
Admitido que yo también hablaría de cursilería sobre esta imagen, quizás incluso de cursilería esotérica.

Sin embargo, yo quisiera pediros
que permitáis, libres de prejuicios, la aproximación
del lenguaje simbólico.
Este lenguaje simbólico es en gran parte el lenguaje bíblico.

En primer lugar aquí aparece el arco iris.
Nosotros le conocemos como signo de paz.
Este signo de paz vuelve en el relato bíblico de Noé.
También aquí es ciertamente el arco iris un signo de paz.
Pero no responde en primer lugar de la paz entre seres humanos y pueblos.
Más bien corresponde a la paz de Dios con los seres humanos.
Más aún: responde de una Alianza amistosa,
que Dios concierta con los seres humanos,
después de la gran inundación.
Entonces de esto también se sigue su significado de paz entre los seres humanos y con toda la Creación.

Desde tiempos inmemoriales, el arco iris se ha visto como un puente entre cielo y tierra.
Dios mismo construye este puente para salvar
el insuperable abismo,
que los seres humanos continuamente abren a consecuencia de su culpa.
Dios se acerca a nosotros los humanos por este puente.
Este puente es viable definitivamente en ambas direcciones por la Muerte y la Resurrección de Jesucristo.

La escala de Jacob es también, en el mismo sentido, una imagen bíblica de puente:
También con esta escala, Dios promete a Jacob
y finalmente a los seres humanos en general vínculos de amistad:
“Yo estoy contigo, te guardo donde tú vayas.”
Los ángeles que bajan y suben responden del propio Dios, al cual le importa, que esta unión no se rompa.

En estrecha conexión con las imágenes veterotestamentarias del arco iris
y de la escala de Jacob está el acontecimiento neotestamentario de la Encarnación de Dios en Jesús de Nazareth y de la Resurrección de Jesucristo
en la mañana de Pascua.
Dios “pisa” el puente del arco iris y de la escala
de Jacob en ambas direcciones:
de “arriba” a “abajo” y de nuevo de “abajo” a “arriba” y esto lo hace ¡como ser humano, como hermano nuestro!
¡Él abre este camino de unión entre el cielo y la tierra por nosotros, los seres humanos!
¡Todos nosotros somos llamados al camino de la resurrección en la luz pascual!

Una forma de cerciorarse de esta llamada,
la Iglesia de Jesucristo la ve en la fe en la acogida de María en el cielo –en cuerpo y alma.

Contemplemos aún las flores, que ribetean de arriba abajo los “peldaños iluminados”.
Hablan por sí mismos de un símbolo de vida
y de su belleza.
No es casual que adornemos las tumbas de nuestros muertos con flores.
E incluso aquellos que hoy en día no hacen ninguna reflexión sobre esto, sin querer dan con ello un testimonio de fe en la resurrección.
Por último, escuchemos la leyenda muy antigua y maravillosa  del “fallecimiento de María”:

“Cuando María sintió que se acercaba su final,
llamó a todos los Apóstoles
para que se reúnieran a su alrededor.
Rezaron los textos sálmicos antiguos
y María expiró apaciblemente.
Después de su muerte los amigos de Jesús
colocaron el cadáver en una tumba excavada
en la roca y la cubrieron con una losa de piedra.
El Apóstol Tomás no estuvo presente en el entierro.
Cuando llegó más tarde
quiso ver de nuevo a María.
Se le condujo a la tumba y se quitó la losa.
Pero no se encontró ningún cadáver,
sino sólo una tumba llena de flores.
Desde aquel día se cree en la acogida corporal
de María en el cielo.”

Amén.