Homilía para el Domingo de Cristo Rey
21 Noviembre 2010
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Ideas fundamentales de la segunda y tercera parte se apoyan sobre la “Plattform” de la Juventud Estudiante Católica (JEC)
Desde 1925 existe esta fiesta de “Cristo Rey”.
Y esto, aunque el título de Rey para Cristo tiene enteramente fundamentos bíblicos.
Y, sin embargo, se han decidido por la nueva fiesta en los años veinte
del siglo pasado sobre todo corrientes intelectuales actuales e incluso de moda.

1. El ideal del seguimiento de Cristo, del Rey.

Pocos años después del hundimiento del imperio y del reino del Kaiser con el fin de la primera guerra mundial acentúa la fiesta el verdadero imperio
de Cristo.
En la Juventud Católica se recurre al ideal del caballero medieval y a la idea de los seguidores
del Rey y se pone como referencia a Jesucristo.
En los tiempos del nazismo los jóvenes católicos alemanes pusieron con el Domingo de la Juventud en la fiesta de Cristo Rey, un signo contra el culto al Führer y la ideología del nacionalsocialismo.
Un fundamento importante para la idea del seguimiento de Jesucristo Rey se encuentra ya en el libro de los Ejercicios de S. Ignacio de Loyola
del año 1533, en la famosa contemplación sobre
el llamamiento del Rey Eternal.

Ciertamente nosotros hoy ponemos en relación espontáneamente la palabra “Rey” con libros de cuentos y con la “prensa rosa”.
Pero también hoy es enteramente actual la contemplación del llamamiento del Rey, de Cristo
y continúa siendo la contemplación central de los Ejercicios, aunque quizás su lenguaje de imágenes es acomodado a las ideas modernas.

Se trata de tener oído sutil y de comprender:
•    ¿A qué me llama Jesucristo, a que me llama Dios a mí de forma muy personal en mi vida y en esta o aquella situación de la existencia?
•    ¿Qué quisiera no escatimar para seguir este llamamiento?
•    ¿Estoy ya preparado –para “esforzarme” como Jesús mismo- a fin de seguirle en toda Su “fatiga” y después precisamente también en Su “gloria”?
Para Ignacio, el seguimiento del Rey Cristo es un desafío a una generosidad ilimitada.
Expresado en una común denominador muy breve, se trata de un continuo “magis”, de un “más”.

2. La dimensión política de la fiesta de cristo Rey

Naturalmente la fiesta de cristo Rey ya en 1925
y tanto más en los tiempos del nazismo tuvo una dimensión política.
¡Naturalmente también la tiene hoy!

Las vida de Jesús y Su programa es el anuncio del “Reino de Dios” o mejor del “Reinado de Dios”.
Ahora y en cualquier situación histórica se trata de paz, libertad, justicia, dicha, seguridad y reconciliación-
dicho brevemente: de la salvación de Dios.
Para ello hay que estar abierto –no sólo personal e individualmente, sino en todas las conexiones sociales.
Pues el reinado de Dios ya despuntado en Jesucristo es una realidad social.

Todo reinado imaginado humanamente
es por ello fundamentalmente puesto en cuestión.
También en un estado democrático de derecho, en el sentido del Reinado de Dios, hay que:
•    abogar por las minorías discriminadas y oprimidas;
•    tomar postura contra la injusticia en política y en economía;
•    analizar, según su orientación al ser humano, la legislación en la política de la salud, en la política social, en la política de formación, en la política del medio ambiente etc;
•    descubrir y criticar los intereses de poder y de soberanía de la política exterior, la política de desarrollo y, sobre todo, la política militar.

Muchísimos de nosotros cerramos los ojos a todos estos concretos ámbitos de dominio muy importantes o se repliegan a un resignado
“no se puede hacer nada”.
Una praxis así, carente de crítica, es a mis ojos incompatible con la fiesta litúrgica de Cristo Rey.

3. Cristo Rey o el Reinado de Cristo en la Iglesia.

“Donde bajo la exigencia de Jesucristo se anuncia y se cree en el Reinado de Dios o donde las personas en su seguimiento buscan realizar el Reinado de Dios, aquí está la Iglesia”.
Dicho de forma concreta:
El dominio del ser humano por el ser humano no puede tener sitio en la Iglesia.
En la Iglesia se trata más bien de defender a las personas sin compromiso,
de hacerse creíble en el servicio a los seres humanos –
y esto no sólo en Jueves Santo en un Lavatorio de los pies simbólico.

No hace tanto tiempo que Pablo VI se quitó la tiara, la triple corona del poder papal.
Se la regaló a los pobres.
Éste fue un signo impresionante y esperanzador.
Por tanto, llama la atención
que en estos días se diga secretamente,
según noticias del Vaticano,
que este gesto de Pablo VI fue de naturaleza puramente privada y en absoluto obligatorio
para sus sucesores.

En este momento, con mucha razón la Iglesia se ve expuesta a la crítica porque ha encubierto el abuso de niños y jóvenes.
Pero quien aborda abierta y concretamente aquel abuso, ¿no esconde hacer carrera internamente en la Iglesia?

A esto responde por la otra parte, que muchas personas tengan temor en la Iglesia:
•    los teólogos no publican lo que consideran como correcto por miedo de una ukas de Roma;
•    los teólogos morales no se atreven por ejemplo, a ningún escrito sobre cuestiones de moral sexual porque esto podría costarles la cátedra;
•    los colaboradores en departamentos eclesiales, tienen miedo a hablar abiertamente porque la crítica no es deseada y sólo se hace en un clima de restringida discreción;
•    solteros que viven juntos, simulan mediante placas en su puertas, viviendas separadas, porque tienen que temer su despedida del servicio eclesial.

Así la Iglesia, de diversos modos, queda rezagada de la exigencia de estar al servicio de las personas y de anunciar de forma creíble, el Reinado de Dios que despunta.

No finalmente nosotros mismo quedamos rezagados de esta exigencia.
Finalmente nosotros somos la “Iglesia”-
y nosotros lo somos de un modo muy humano y
con bastante frecuencia de un modo demasiado humano o incluso de un modo ya nada humano.
De nuestro propio fracaso, que alguna vez alcanzamos a ver, callamos sobre todo en la Iglesia,
aunque debiéramos ser cristianos “mayores de edad”.

Naturalmente la Iglesia concreta es siempre una Iglesia de seres humanos con todas sus debilidades.
Pero ciertamente por esto, tiene que dejarse cuestionar continuamente,
también nosotros tenemos que dejarnos cuestionar continuamente,
porque puede caer también muy gravemente.

Sólo entonces –y cuando los seres humanos tengan la impresión de que la Iglesia misma y también nosotros, como cristianos, nos orientamos hacia Cristo, el Rey, sin intereses de poder ni de soberanía,
sólo entonces, podremos como Iglesia ser un signo de esperanza para el futuro de los seres humanos y para el futuro del mundo.

Amén.