Homilía para el Domingo Vigésimo Noveno
del ciclo litúrgico B

17 Octubre 2021

Evangelio: Mc 10,35-45
Autor: P. Heribert Graab S.J.
En parte según las propuestas de Helmut Gabel de “Gottes Volk” ("Pueblo de Dios") 8/2021.
El domingo pasado se trató en los textos de la Escritura (del domingo 27) del igual valor de la pareja en lugar de la supremacía y subordinación.
Hoy, en el domingo XXIX del ciclo litúrgico,  retomamos los textos bíblicos de este tema
y los afinamos otra vez en el contexto de los sueños-carrera de los Apóstoles Santiago y Juan.

Pero sin embargo, el Evangelista Marcos muestra como la aspiración a una posición sobresaliente de uno y, por tanto, la supremacía y subordinación conduce continuamente:
A la envidia y enojo entre todos los demás y finalmente a la riña, el descontento, el abuso de poder o incluso a la opresión y a la violencia.

Sin embargo, el propio Jesús confronta la petición
de los “ambiciosos” con Su propia misión,
que está bajo el signo de la impotencia y de la Cruz.
Jesús ha venido para servir
y entregar Su vida por muchos.
Pero ambos ambiciosos se representan el Reino de Dios como un Estado,
que es dominado por los poderosos.
Donde los seres humanos en este mundo ejercen
el poder,
se produce también siempre un abuso de poder.
Las personas individualmente y todos los grupos, incluso pueblos son oprimidos y convertidos en víctimas de este abuso de poder.

“Pero entre vosotros “, dice Jesús “¡no será así!”
En el Reino de Dios sólo pueden asumir responsabilidad los que como Jesús se ponen
al servicio de los seres humanos
y especialmente de los pobres, de los débiles,
de los perseguidos y de los excluidos.
Para ser consecuentes con esto también los discípulos de Jesús serán conducidos con frecuencia y en todos los tiempos a un camino de padecimiento,
por el que el propio Jesús tuvo que caminar.
Ellos estarán en conflicto con este mundo,
frecuentemente con sus compañeros y
con los influyentes y poderosos.

Por consiguiente, se hallarán continuamente ante la pregunta:
¿Es verdaderamente serio para mí el seguimiento de Jesús, el ser cristiano?
Y ¿hasta qué punto debo y puedo contraer compromisos?
¿Dónde comienzan los “compromisos sospechosos”?
¿Cuándo y dónde tengo que conformarme con las desventajas,
si quiero permanecer fiel  a mí mismo y a mi fe?
En Su comunidad de discípulos Jesús espera la renuncia al status:
Servir en lugar de dominar.
Es un programa de contraste para los ambiciosos
por hacer carrera.”

La disposición para servir
e incluso en caso de necesidad para aceptar
la muerte violenta, tiene fuerza liberadora:
la entrega de la vida de Jesús es "rescate para muchos" (Mc 10,45)
Se trata de salvación en el sentido de liberación,
que aparta de la violencia.
No se trata de una satisfacción
que exige un Dios ofendido por ofensas pasadas
y que sólo mediante una muerte en Cruz
puede cumplirse.

Cuando miramos con ojos abiertos y despiertos
reconocemos como muy actual
un servicio de entrega y liberador de los más posibles para que la vida en este mundo sea digna
y ¡cómo muchas personas muy concretas también necesitan nuestro servicio!
En lugar del "yo como referencia", narcisismo, círculos alrededor de uno mismo,
en lugar de aspiración de poder y honor,
necesitamos pertenencia con la mirada puesta en los otros, la vista en la gran totalidad
y aquel compromiso apasionado,
que en el lenguaje religioso y bíblico se denomina "entrega".
De ello depende la supervivencia de la humanidad.

Amén
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