Homilía para el Domingo de la fiesta de la gratitud por la cosecha del ciclo litúrgico (B)
3 Octubre 2021
Lectura: Ap 22,11-3.5
Evangelio: Jn 2,1-11
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
consultar homilía para la fiesta de gratitud por la cosecha del 7 octubre 2018.
Quizás les sorprenda hoy en la fiesta de la gratitud
por la cosecha, el Evangelio de las bodas de Caná.
Pero hay motivos precisamente para este Evangelio.

Aquí está sobre todo el término de la “abundancia”:
la “abundancia” es ya signo de la Creación de Dios Y después esta “abundancia” se manifiesta mediante toda la historia de Dios con los seres humanos y sobre todo con Su pueblo,
Dios acompaña esta historia con la “abundancia” de Su bendición.
Y también el primer signo de Jesús al comienzo de Su vida pública es un signo de “abundancia”:
- no un par de botellas de vino de la esquina de un sótano, sino seis barriles de 100 litros cada uno, llenos hasta el borde.
Y después en la actuación de Jesús siempre hay “abundancia”:
Pensemos en la multiplicación de los panes o en la abundante pesca.
Y finalmente la historia de Dios con este mundo alude a la “abundancia” del Reino de Dios.
Una idea de esto nos lo podría proporcionar
la Lectura, por ejemplo, con los árboles que mensualmente portan rico fruto.

Silencio

Pero contemplemos aún antes de los testimonios de “abundancia” en la Biblia, la abundante “abundancia” en la naturaleza de Dios:
Ya la primavera nos colma con la abundancia de flores.
Todo lo que sirve para la subsistencia de la vida,
la naturaleza lo crea en “abundancia” mucho mayor de lo que es necesario.

El Salmo de la Creación canta lleno de júbilo
la riqueza de la naturaleza:
“¡Señor, que numerosas son tus obras!/
Con sabiduría lo has hecho todo,
la tierra está llena de tus criaturas.
El mar es tan grande y largo
que en él hay un hervidero sin número:
pequeños y grandes animales….
Todos esperan de ti, que a su tiempo les des
su alimento.”

Silencio

Pero al mismo tiempo aquí se plantea la cuestión sobre el hambre, que mata a innumerables personas.
Los científicos dicen que nuestra tierra puede alimentar a todos los seres humanos y a muchos más.
El hambre es únicamente la consecuencia
de la codicia, del egoísmo, del afán de lucro
y también de la comodidad y de la incapacidad.
* Sabemos que es absurdo por pescar dejar el mar vacío y, sin embargo, lo permitimos.
Sabemos que mares sucios aniquilan la vida en el agua
y, sin embargo, nuestras aguas residuales desembocan en gran parte en el mar,
y, sin embargo, nosotros mismos usamos cantidades enormes de plásticos, que finalmente contaminan el mar.
* Sabemos que mucho de lo que adquirimos "barato",
lo producen personas, que tienen que trabajar por salarios de hambre (textualmente).
Y, sin embargo, compramos tan barato como sea posible.
* Por otra parte sabemos que los precios altos se hacen subir de modo artificial,
(p.e. mediante la destrucción de los alimentos)
y, sin embargo, no nos resistimos.
* Finalmente sabemos que la naturaleza es un regalo de Dios para todos nosotros.
Y, sin embargo, nos negamos a compartir honradamente los dones de la naturaleza.

También es un regalo de Dios que podamos colaborar en la ampliación de Su Creación.
Pero tenemos que colaborar en el sentido del propio Creador, en el servicio a la Creación y en el servicio a las personas.
Todo lo demás en último caso es mal uso
y acaba en la destrucción de la vida y de la naturaleza.
Algo así son los cebaderos un mal ejemplo de abuso:
¡Producen carne en cantidad, pero no en "abundancia"!

Silencio

Con este fondo contemplemos brevemente los textos bíblicos:
* Recordemos la multiplicación de los panes de Jesús:
Esta multiplicación es verdaderamente un “milagro”,
que impulsa un niño.
Había cinco panes y dos peces y lo puso todo
a disposición de Jesús para los demás.
Así comenzó un milagro del partir y contagió
hasta sobrar finalmente doce canastas,
ciertamente un signo de abundancia.

* Recordemos también la pesca abundante,
que los Evangelios transmiten por dos veces:
Una vez él garantiza la abundancia del Reino de Dios a los pescadores, llamados por Jesús para Su seguimiento.
El segundo relato garantiza la abundancia de la nueva vida, que nos es regalada mediante la muerte y la resurrección de Jesús.
Ambos relatos de rica pesca pierden su fuerza declaratoria si por culpa nuestra ya no hay ningún banco de peces.
Entonces el mensaje de vida de la naturaleza y también el mensaje de vida de Jesús se quedan vacíos de contenido.

Silencio

* Contemplemos finalmente otra vez
en el Evangelio de las bodas de Caná.
Como primer signo Jesús transforma
al principio de Su vida pública, el agua en vino.
“El vino alegra el corazón del ser humano”, según el Salmo, que es algo así como la clave del Evangelio,
por tanto la alegría, que pone contento con la abundancia del mensaje que regala Jesús.
Jesús no es ningún asceta muy serio.
Comprende que se festeje la fiesta y Él sabe
que la alegría es indispensable para una verdadera vida humana.
Nuestra gratitud en la fiesta de la cosecha es por tanto una gratitud por la alegría que se nos regala en todos los dones:
"Tú coronas el año con tu bondad,
a tus huellas les sigue la abundancia.
Rezuman los pastos del páramo    ,
y las colinas se orlan de júbilo.
Las praderas se cubren de rebaños
y los valles se visten de mieses
que aclaman y cantan." (Salmo 25)
Y no en último lugar:
"El vino alegra el corazón del ser humano"
(Salmo 104)
¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Amén!
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