Homilía para el Segundo Domingo
del ciclo litúrgico B
17 Enero 2021
Lectura: 1Sam 3,3b-10.19
Evangelio Jn 1,35-42
Autor: P. Heribert Graab S.J.
¿Cómo se dejan ganar los seres humanos?
•    ¿Cómo clientes?
•    ¿Cómo interesados en una idea o una tarea?
•    ¿Cómo colaboradores?

A estas preguntas da respuesta hoy todo un sector económico:
El ramo de la publicidad.
Se emplean una inimaginable cantidad de métodos creativos,
para influir y convencer a las personas y finalmente
ganar algo o a alguien.

Dios apenas juega un papel en la publicidad moderna:
Pero también mete baza en este sector no sólo en los tiempos bíblicos, sino también hoy de forma potente.
Esto lo atestiguan los textos de la Escritura del domingo actual:

La Lectura de hoy relata
cómo Él gana a los profetas tardíos y al juez Samuel
para que se adapten a este sobresaliente servicio para el pueblo de Dios:
* Esto comienza con un impulso espontáneo
(rayo del Espíritu…)
que sobrecoge a Samuel por la noche-
en el ensueño, al conciliar el sueño o en el insomnio.
En todo caso este impulso no le abandona ya
sino que le empuja.
* Como Samuel no puede aclarar este impulso espontáneo,
entra en juego su maestro y profesor:
Elí es un experimentado consejero espiritual.
Él cuenta con la actuación de Dios en lo íntimo de un ser humano y abre a Samuel a esta posibilidad,
con la que tampoco entonces se cuenta sin más.

Hoy también puede dirigirse a los seres humanos de forma totalmente igual;
y también hoy es ayudador un asesoramiento espiritualmente experimentado para comprender y para aclarar,
lo que ciertamente sucede en mi interior.

Naturalmente Dios puede mover sin intermediarios hoy como entonces a las personas o incluso verdaderamente “derribar”
como lo hizo ante Damasco que “arrojó del caballo”
a Saulo, para tomarle a Su servicio como Pablo.
Pero esto es la excepción:
Por regla general Dios gana a las personas para sí y
para Su causa por medio del testimonio de otros,
como, por ejemplo, en el  Evangelio de hoy
a los dos discípulos de Juan
por medio de una sugerencia de su maestro hacia Jesús.

Algo así tampoco sucede por regla general de hoy para mañana.
Juan ya los había preparado para esto hacía mucho tiempo
diciéndoles que “después de él vendría uno que es más grande que él mismo.”
Y ahora Juan les señala concretamente a este Jesús,
que pasa por delante, al que ambos le siguen titubeantes,
al principio muy tímidos y a distancia.
Cuando Jesús les dirige la palabra directamente
reaccionan con confusión y Le preguntan:
“¿Maestro, dónde vives?”
Jesús responde: “¡Venid y ved!”
Por tanto, Él reacciona con una sencilla invitación,
a contemplarle a Él y Su vida.
Por tanto, deben probar si “pueden” con Él.
Por tanto, Jesús les posibilita un “tiempo de prueba”, es decir,
 una “prueba de convivencia”.

Por tanto, dos aspectos de este "relato de llamamiento" que llaman la atención
y son también para nosotros hoy actuales:
Hay personas que hallan a Jesús, estando atentos a Él
mediante otros.
Aceptan el papel demostrativo de Juan acto seguido también
los dos discípulos: Ellos hacen que Pedro también muy pronto esté atento a Jesús.
Jesús deja tiempo para formarse un juicio, a ambos discípulos y también a otros, que se quisieran unir a Él más tarde.

Este relato del Evangelio de Juan es denominado sencillamente una “historia de llamamiento”.
En la Iglesia se interpreta actualmente a menudo
como un llamamiento para una profesión eclesial.
Para Jesús y también para nosotros hoy se trata en primer lugar de un llamamiento a Su seguimiento,
por tanto de un llamamiento a ser cristiano convincente y comprometido,
es decir, naturalmente también al servicio del Reino de Dios venidero.
Si en algún caso aislado también es un llamamiento a una profesión eclesial es otro asunto.

El llamamiento no es en absoluto sólo para unos pocos ¡”elegidos”!
Más bien la pregunta de Pablo ante Damasco debía ser la pregunta de todos nosotros:
“Señor, ¿qué quieres que haga?” (Biblia de Lucero, Hch 9,6)

Para hallar nuestro muy personal camino existencial,
debierámos dejarnos conducir por esta pregunta
no sólo en los años jóvenes,
cuando se trata de “cambiar las agujas”,
sino siempre y continuamente ante importantes decisiones:
“Señor, ¿qué quieres que haga?”

Amén

Dado que en situaciones de decisión nos conducen muy diferentes pensamientos, motivos y también influjos exteriores,
es sensato tener criterios en la mano,
que nos ayuden a discernir los diferentes “espíritus” en nosotros.
Tales criterios ayudadores los encontramos en los Ejercicios de Ignacio de Loyola en:
Las “Reglas para el discernimiento de los espíritus”.
En una simplificada versión reducida las encuentran ustedes aquí.


www.heribert-graab.de
www.vacarparacon-siderar.es