Homilía para el Domingo Décimo Sexto del ciclo litúrgico (B)
19 Julio 2015
Lectura: Jr 23,1-6
Evangelio: Mc 6,30-34
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Sobre todo en Estados Unidos hubo alguna crítica sobre las conversaciones y discursos,
que el Papa Francisco mantuvo en su viaje por Latinoamérica:
Sobre todo se dijo que el Papa debía mantenerse al margen de la política.
Jeff Bush, por ejemplo, uno de los más conocidos candidatos a la presidencia,
se confesó expresamente como católico,
pero opinó que en cuestiones de política y economía él no se dejaba mandar por su Iglesia.

Seguramente sería altamente problemático
si la Iglesia o el Papa
se inmiscuyesen en la política concreta de partidos.
Pero el Papa Francisco ha defendido de forma vehemente su compromiso también político libre de dudas en Latinoamérica:
No ha hecho otra cosa que concretar la enseñanza social de la Iglesia católica en la situación concreta de grandes partes de Latinoamérica.

Se trata de mucho más que de política.
Se trata al mismo tiempo de la evangelización del mundo, de la concreción de lo que nos tiene que decir a todos el mensaje de Jesucristo y el mensaje de toda la Sagrada Escritura y esto no es precisamente sólo del ámbito privado.

Esta mirada retrospectiva a un aspecto esencial del viaje más reciente del Papa tiene una inmediata referencia a las Lecturas de la Escritura de este domingo.
Se trata del fallo de los “pastores del pueblo” en tiempos de Jeremías y no menos en tiempos de Jesús.
Sobre todo Jeremías nos lo deja inequívocamente claro:
Estos ‘pastores’ que no se han preocupado de sus “sus rebaños” ¡no sólo son los cargos religiosos!
Por el contrario, son sobre todo los responsables políticos.
Dios mismo hará venir otros pastores – así se dice-  para Su pueblo y a su cabeza un ‘Rey’,
y finalmente “se preocupará del derecho y la justicia en el país”.
Las palabras proféticas de Jeremías sólo pueden interpretarse políticamente.
Pero naturalmente en segundo plano se halla una comprensión política que rebasa ampliamente la política moderna secularizada.
En la tradición totalmente profética se orienta la comprensión de la política a la justicia de Dios.
Por tanto, las palabras de un Jeremías, por ejemplo,
hay que comprenderlas de forma política, teológica y catequética al mismo tiempo.
Fe y política forman una unidad indisoluble.

Jesús también ha crecido en esta tradición.
Esta comprensión de la fe y la política le ha marcado.
A esto hay que añadir que también en tiempos de Jesús las autoridades religiosas son,
al mismo tiempo, las autoridades políticas.
Esto es válido para el Sumo Sacerdote tanto como para el Sanedrín.
Y sobre todos estaban las autoridades de la fuerza de ocupación romana.
Pero también en ellos política y religión formaban una unidad:
el Emperador romano, que estaba en la cumbre de todo, era adorado como “Dios”.

En correspondencia a esto, Jesús tiene ante la mirada todas estas autoridades y sobre todo naturalmente los representantes políticos y religiosos de su pueblo,
cuando Él dice de forma crítica,
que muchas personas, que sufren necesidad y falta de orientación, están “como ovejas sin pastor”,
en todo caso ningún pastor cumple con su deber
y, por tanto, se aflige por estas personas y aboga
por ellas.

En sentido amplio aboga hoy el Papa Francisco por las personas de nuestra época t sobre todo por los pobres y por los venidos muy a menos.
Él hace esto con los medios que tiene a su disposición:
Con su palabra, con muchos gestos, con sus visitas a los hospitales, a los barrios bajos y a las cárceles.
Esto lo hace hablando continuamente a la conciencia de los políticos, de los economistas y de todos nosotros.
Esto lo hace también, por ejemplo, cuando respalda a aquellos activistas que se han unido en muchos movimientos populares.
Los alienta, reforzándolos en su compromiso.
Él sabe que las palabras sólo no valen para nada,
si no se les añaden hechos valientes.

Casi todos los discursos y empresas de Francisco son ciertamente también políticos.
Pero sobre todo se trata de anunciar el Evangelio de Jesucristo hoy y de llenarlo con vida y esto en todas las dimensiones que integran la vida humana.
En este sentido tiene para él mismo, como también para Jesús, la oración totalmente personal y aparentemente ‘privada’ una dimensión política.

Me parece que estamos en nuestra Iglesia bastante al principio de aprender de Francisco y mediante él y con él a prender de los profetas bíblicos y del propio Jesús.

Amén.