Homilía para el Domingo Trigésimo  Segundo
del ciclo litúrgico (B)

11 Noviembre 2012
Lectura: 1 Re 17,10-16
Evangelio: Mc 12,38-44
Autor: P. Heribert Graab S.J.
Las palabras ‘viudas y huérfanos’ corresponden a ideas mantenidas hasta hoy también en nuestra lengua.
Esta combinación semántica la hemos tomado de la tradición bíblica.
Allí se encuentran siempre continuamente.
Sobre todo es expresión de la donación amorosa
de Dios a los discriminados y necesitados,
y esto fueron en todas las épocas las ‘viudas’ y los ‘huérfanos’.
Por ejemplo, así lo dice expresamente en el libro del Deuteronomio:
“Dios hace justicia a las viudas y a los huérfanos.” (10,18)

Esta predilección de Dios por los insignificantes y los débiles se refleja también en Su ‘ordenamiento’ social para Su pueblo de Israel:
•    Los huérfanos y las viudas, que habitan en tu ciudad, vendrán, comerán y se saciarán, para que el Señor tu Dios, siempre bendiga tu trabajo y lo que hacen tus manos. (Dt 14,29).
•    Cuando tú en el año tercero, el año del diezmo, hayas terminado de separar el diezmo de tu cosecha y se lo hayas dado a los levitas, a los emigrantes, a los huérfanos y a las viudas y ellos en tu ciudad, han comido y se han saciado, entonces puedes decir ante el Señor, tu Dios: He apartado entre los frutos de mi casa lo consagrado a ti y se lo he dado a los levitas, a los emigrantes, a los huérfanos y a las viudas, como me has mandado; no he quebrantado tus mandamientos ni los he olvidado. (Dt 26, 12 s)
•    No sólo se trata de la ayuda material, sino que también deben compartir con las viudas y los huérfanos la riqueza cultural y religiosa así como la alegría de Israel:
Tú debes estar alegre ante el Señor, tu Dios,
tú, tu hijo y tu hija, tu esclavo y tu esclava, también los levitas, que viven en tu ciudad, los emigrantes, los huérfanos y las viudas que viven entre los tuyos. (Dt 16,11)
•    Finalmente el lenguaje en este asunto se expresa de forma incluso dura e inflexible. Se dice:
“Maldito el que viole el derecho de los emigrantes, de los huérfanos y de las viudas.
Y todo el pueblo responderá: Amén.” (Dt 27,19)
•    En el Evangelio escuchamos continuamente, que Jesús vive totalmente de la tradición de la antigua legislación social y de su Espíritu- también de lo que afecta a las ‘viudas y a los huérfanos”: Por ejemplo de algunos escribas Él dice: “Estos, que devoran los bienes de las viudas, con el pretexto de largas oraciones, tendrán un juicio muy riguroso.” (Mc 12,40)

Ciertamente nuestra legislación social hoy se ha desarrollado de forma más diferenciada y más amplia.
Sin embargo, yo, a veces, desearía algo más del espíritu de la justicia y también de la misericordia de Dios
que la Torá de Israel pone como fundamento
y que también se expresa en el maravilloso relato sobre la viuda de Sarepta- por no hablar de los encuentros
de Jesús con ‘las viudas y los huérfanos’.
Pensemos en Su encuentro con la viuda de Naín,
a cuyo único hijo, Él volvió a la vida desde el féretro.

Pero ¿quiénes son hoy ‘las viudas y los huérfanos’?
No están en primer lugar las mujeres y los niños,
que han perdido a su marido y padre por una muerte temprana.
Lo son mucho más las madres y padres solteros que tienen que sobrevivir con el Hartz 4.
Pero también lo son los mayores que están solos
y tienen que vivir con una pensión mínima.
Por eso suena a ironía el que se discuta
en este momento que esta pensión mínima debiera incrementarse, ya que como mínimo supera en 5 o 10 euros al seguro básico.

Pero la Lectura y el Evangelio del domingo de hoy desplazan nuestro campo de visión hacia un punto
de vista más amplio:
Precisamente aquella viuda de Sarepta,
que está arruinada y que teme morir de hambre
con su hijo- precisamente ella ofrece Elías,
un completo desconocido, hospedaje.
Y Jesús observa en el cepillo del Templo
a una pobre viuda, que saca hasta sus más pequeñas monedas para echarlas.
Por el contrario, otros no dan mucho más
“de su enorme riqueza” o ni siquiera esto.

Lo que describen ambas Lecturas podría suceder ciertamente en nuestros días:
En muchos viajes con grupos de jóvenes a regiones manifiestamente pobres y lejos de las rutas turísticas
yo mismo he encontrado muy a menudo
una fascinante hospitalidad.
Nosotros no estábamos acostumbrados a ver las puertas de las casas abiertas.
Entre nosotros se han construido algunas urbanizaciones, en que cada casa individual
con su pequeño jardín, se aísla como una fortaleza contra sus vecinos.
Pero en Irlanda llamamos a una modesta casa de pueblo con el ruego de que pudiéramos montar nuestras tiendas en una parte del erial.
¡Naturalmente pudimos hacerlo!
Pero antes fuimos invitados a pasar todos a una habitación y allí nos invitaron generosamente.

La observación de Jesús del cepillo del Templo,
puedo confirmarla durante el tiempo en que fui párroco:
Todas las colectas
-si se trataba de un servicio caritativo o de una urgente renovación de los espacios parroquiales,
todas las colectas se alimentaban casi totalmente de  muchas donaciones modestas de gentes humildes.

Yo dejo a su criterio sacar consecuencias personales de las observaciones de Jesús entonces y de las observaciones de nuestro tiempo, que son semejantes,
y, sobre todo, hacerse sensible a tales observaciones.
También yo dejo naturalmente a su propio criterio
qué consecuencias políticas podríamos sacar
de las discusiones sociales actuales,
en vista de las diferencias cada vez mayores
entre pobres y ricos.
Además reflexionen continuamente sobre el ‘espíritu’, que respira tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, cuando se trata de cuestiones sociales.

Amén.