Homilía para el Domingo Vigésimo Noveno
21 Octubre 2012
Evangelio: Mc 10,5-45
Autor: P. Heribert Graab S.J.
En la traducción conjunta de la Sagrada Escritura reza así el título para el texto del Evangelio de hoy:
“Del dominar y del servir”
Naturalmente esto es exacto.
Pero además el texto recibe un giro algo diferente cuando se lee en el contexto del llamado
‘Tercer anuncio de la Pasión’, que en Marcos
le precede inmediatamente.

En este anuncio de la Pasión, Jesús hace inmediatamente referencia en Su reacción
a la exigencia de los hijos del Zebedeo.
Se trata de conseguir para ellos estar sentados
a la derecha e izquierda del Señor
en el Reino de Dios futuro.
Expresado de otra forma:
Se trata sobre todo de conseguir para ellos
el poder y la influencia.
La respuesta de Jesús refleja la Pasión, que ya parece inevitable en este momento.
“¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber?”,
por tanto el ‘cáliz-sangre’ de la Pasión
y muerte.

Es evidente que Santiago y Juan aún no habían comprendido nada del ser de Jesús y de Su deseo central.
Y la disputa entre los otros discípulos, que se indignaron contra los dos hermanos, significa que todos ellos conocen muy poco a su Maestro.

Jesús -hablando humanamente- habría podido dar rienda suelta a Su frustración por esta incomprensión y reaccionar muy enfadado.
Pero Él no hizo esto.
Por el contrario: con suma paciencia comienza, por así decirlo, otra vez de frente y les enseña de forma repetida cómo Su propia comprensión, Su modo de vida y Su mensaje del Reino de Dios contrastan mucho con todo lo que en este mundo –entonces como ahora- es habitual, incluso más exactamente natural:
    Quien tiene dinero o prestigio se deja servir.
    Los importantes oprimen a los humildes.
    Y los poderosos abusan de su poder sobre los seres humanos.

Y después ‘el remache’:
“Pero entre vosotros no será así, sino que quien quiera ser grande entre vosotros debe ser
¡el servidor de todos!”
Más fuerte no podía ser el contraste;
y Jesús muestra hasta dónde Él mismo lleva
el servicio por los demás:
Él entregará Su vida “como rescate por muchos”.
Éste es de nuevo el tercer anuncio de la Pasión,
que constituye el punto final de la discusión actual de los discípulos como ya estuvo en el principio.

¿En qué consiste la conexión interna de todo este párrafo del texto?

Ya el domingo pasado hemos escuchado la pregunta de los discípulos:
“Señor, Tú sabes que nosotros lo hemos abandonado todo;
¿qué recibiremos ahora por ello?”
Esperan evidentemente un puesto destacado en el Reino de Dios y con él prestigio, influencia y poder.
Pero así entran en competencia unos con otros y finalmente en disputa.
Jesús les deja muy claro con el ejemplo
de los poderosos y los humildes a dónde conduce finalmente esto:
El dinero y el poder conducen a la opresión y a la explotación.
El dinero y el poder conducen al desprecio de la dignidad humana.
El poder corrompe, decimos hoy.
Y el poder y el dinero tienen como consecuencia
 la fuerza.

Por el contrario, Jesús propone el principio
de la no violencia y del servicio.
Por ejemplo en nuestros oídos suenan las exigencias del Sermón de la Montaña de Jesús de forma increíblemente radical:
“Pero Yo os digo que no hagáis frente al que os hace mal; al contrario, a quien te abofetea en la mejilla derecha, preséntale también la otra. (Mt 5,39)
“¡Y al que te exija ir cargado con él mil pasos
ve con él dos mil!” (Mt 5,41)

Pero de forma tan absurda como estas exigencias pueden sonar también demuestran verdaderamente el sentido de la no violencia:
Hay personas, que han experimentado el consejo
de Jesús de poner la otra mejilla.
Ellas han hecho por lo general la experiencia
de que el oponente no percibe la oportunidad
y no golpea otra vez.
Quizás aún se halle en el ser humano el resto de un viejo instinto:
Por ejemplo, en una manada de lobos es habitual
que en una pelea de rivales el lobo derrotado mantenga descubierta, por así decirlo, ante los dientes del más fuerte su parte más vulnerable,
la nuca.
Pero aquel no le muerde.
Su instinto se lo impide.

En los años setenta yo mismo participé con frecuencia en grandes manifestaciones del movimiento de paz contra el rearme atómico y contra la llamada doble resolución de la OTAN.
Varios grupos pacifistas enviaron por delante de estas manifestaciones correctas formaciones
de no violencia.
Estas y muchas otras estrategias de la no violencia fueron representadas de forma concreta y ensayadas de forma práctica.

Por de pronto cuando hoy manifestaciones pacifistas –por ejemplo, actualmente en Grecia–derivan continuamente en violencia, esto tiene que ver también seguramente con que falta la fe de Jesús
en el camino de la no violencia y con que en este mundo nunca fue practicada.

Pero sobre todo contemplémonos a nosotros mismos y nuestro propio entorno cercano.
Sobre todo en la profesión, pero también en el vecindario y en el círculo de amigos e incluso
en la familia se trata continuamente
    de acercarse a la luz correcta,
    de imponer la propia opinión,
    de defender la propia posición y mejorar lo más posible,
    de dejarse atender y también de practicar el poder.

En todo esto con frecuencia juega también un papel la fuerza – como mínimo la fuerza de las palabras, pero también la fuerza corporal incluso en el matrimonio y en el trato con los hijos.

Esta mezcla de ansia de notoriedad y ergotismo,
de fuerza y poder, destruye la comunidad y la vida en común en las cosas pequeñas,
precisamente de la misma forma que en las cosas importantes destruye la paz entre los pueblos.

Finalmente sólo es posible poner término a esto mediante un retorno al modelo de contraste de Jesús.
Esto no tiene que ir como en Él hasta la entrega de la propia vida, aunque, en casos excepcionales también hay ejemplos admirables,
pero nosotros también debiéramos tener en nuestro entorno estrategias de consideración, de admitirse mutuamente, de comprender y de soportar, de reconciliación y sobre todo de desarrollar y
de ejercitar la no violencia.

Para ello es muy ayudadora la praxis vital de Jesús, Su mensaje y también interiorizar el Sermón de la Montaña.
No se trata de cambiar todo palabra por palabra.
Más bien se interpela también nuestra propia fantasía y creatividad:
¿Qué significa la enseñanza y la praxis de Jesús
para mí y para mi convivencia hoy y en la situación muy concreta ante la cual estoy?
¿Qué consecuencias prácticas resultan de esto?
Y ¿cómo puedo convertirlas en realidad?

¿Cómo sucede la reconciliación?
Aquí y ahora y ante las heridas, que esta o aquella persona me ha causado?
¿Cómo se pueden llenar de vida en la cotidianeidad palabras como “servir”, “perdonar”, “renuncia a la violencia” o incluso la gran palabra “amor”?

Acostúmbrense ustedes a echar una mirada retrospectiva al día.
E intenten hallar respuestas concretas a estas y
a semejantes preguntas.
No necesitan para ello ningún espejo de la conciencia;
pero sí mucha fantasía y creatividad que se orienten continuamente a Jesús y Su Evangelio.

Quizás tomen ustedes como una especie de resumen del Evangelio de hoy, las siguientes palabras de Jesús en esta semana:
“Quien quiera salvar su vida, la perderá;
pero quien la pierda por Mí, la ganará.
¿Para qué le sirve a un ser humano ganar todo el mundo si pierde su vida?” (Mt 16,25-26)

Amén