Homilía para el Domingo
del Bautismo de Jesús

8 Enero 2023
Lectura: 1 Jn 3,22-4,6
Evangelio: Mt 4,12-17.23-25
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
“El cielo se abre sobre todos…”
Lo hemos oído en el Evangelio,
quisiéramos creer este mensaje con gusto;
y, sin embargo, a muchos de nosotros nos parece
que el cielo está cerrado.
Continuamente tenemos la impresión de que Dios calla o es impotente para darle un giro a la miseria de este mundo.

Pero como cristianos celebramos la Epifanía,
celebramos “la manifestación de la gloria de Dios”;
la aparición de Su Amor y Justicia en medio de este mundo.
Este misterio es incluso originalmente el contenido nuclear de la fiesta de Navidad.
En consecuencia, el verdadero Evangelio de esta fiesta era el relato del Bautismo de Jesús en el Jordán:
“Se abrió el cielo…
Y una voz habló desde el cielo.
Éste es mi Hijo Amado.”
El abismo entre el cielo y la tierra es franqueado.
Dios mismo se ha manifestado como ser humano entre nosotros.
Nada es ya como era antes.

Aún en otros textos evangélicos, los primeros cristianos vieron confirmada esta experiencia de fe:
- En la estrella de los Magos de Oriente,
que anunciaba el acontecimiento que cambiaría
el mundo.
- En aquel “primer signo”, que Jesús obró
en las bodas de Caná,
y cuya consecuencia fue que Sus discípulos creyeron en Él..
- Y después naturalmente también en el cielo abierto
sobre los pastores de Bethlehem
y en el alegre mensaje del ángel.

Aún en nuestros días todos estos Evangelios pertenecen al ciclo festivo navideño y el Evangelio del Bautismo de Jesús cierra hoy este ciclo festivo:
Celebramos hoy otra vez la Epifanía – Manifestación del Señor.

En el Bautismo de Jesús, que es algo así como
el preludio de Su Vida pública,
se pone ante el punto de mira toda Su Vida:
Su revelación de Dios como Padre amoroso;
Su mensaje totalmente cambiado a los seres humanos y al mundo,
que halla su punto culminante en el Sermón
de la Montaña;
Su comprensión de la justicia amorosa,
Su afecto a los pequeños, a los pobres,
a los venidos a menos,
y Su actuación curativa
y Su afecto que perdona a los pecadores.
En el Bautismo en el Jordán -así informa el Evangelio-
ve Jesús el Espíritu de Dios, que desciendo sobre Él como una paloma.
En esto se halla una alusión al relato de la Creación:
“La tierra estaba (todavía) desierta y vacía,
la tinieblas yacían sobre las aguas primordiales
y el Espíritu de Dios flotaba sobre el agua”.
Con esta alusión caracteriza el Evangelio de hoy
el acontecimiento del Jordán como el comienzo de una nueva Creación,
en la que se bosqueja detalladamente
la vida de Jesús hasta Su muerte en la Cruz.

Por medio de la Epifanía de Dios en Jesús,
aquella nueva Creación, que ya fue prometida siempre por los profetas, toma una forma concreta:
“El trae a los pueblos el derecho.
Él no camina, Él no hace ruido…
Él no quiebra la caña abatida,
Él no extingue el pabilo que arde sin llama.
Sí, Él trae verdaderamente el derecho.”

Él anuncia no sólo una nueva alianza de Dios con Su Pueblo-
Él mismo es esta nueva e irrevocable Alianza.
Él no señala sólo la Luz –
Él mismo es la Luz para los pueblos.
Él abre ojos ciegos,
Él conduce a los presos fuera de la cárcel,
Él libera a todos los que se hallan en la oscuridad.

En todo lo que aparece realmente la gloria de Dios
y se hace visible y experimentable para todos
los que tienen ojos para ver
y oídos para escuchar.
Y precisamente los que se han puesto en camino
-por aquellos días comenzados en el Jordán-
con continuidad para seguir a este Jesús
para colaborar con Él en el “Reino de Dios”,
es decir, en la nueva Creación.

En Su Nombre también estamos bautizados
y por ello llamados a Su seguimiento.
Él no puede atacar
el que nos lamentemos por la oscuridad de este mundo y por el cielo cerrado.
Nuestra vocación es
descubrir el cielo de Dios en todas partes,
aunque sólo se abra a nuestros ojos
un resquicio de él.
Nuestra vocación es
en toda oscuridad ser luz nosotros mismos
y encender en el corazón de los seres humanos la Luz de Jesucristo.
Nuestra vocación es
vivir el Reino de Dios y Su Justicia en este mundo
y esto con todas las consecuencias privadas y también con todas las consecuencias políticas.

Amén.