Homilía para la Festividad
de
Todos los Santos
1 Noviembre 2020
1. Lectura: Ap 7,2-4.9-14
2. Lectura: 1Jn3,1-3
Evangelio: Mt 5,1-12a
Autor: P. Heribert Graab S.J.
 En la festividad de Todos los Santos –
¿A quién o qué celebramos verdaderamente hoy?

En primer lugar no celebramos el número
manifiestamente grande de personas,
que han sido declaradas santas por la Iglesia Católica
o el de cristianos que también siempre o en cualquier época son venerados como santos.

Más bien ambas Lecturas parten en la fiesta de Todos los Santos
de que todo el pueblo de Dios tiene parte en aquella santidad,
cuya fuente está en el Dios Santo.
En el Apocalipsis de Juan todos los que forman parte del pueblo de Dios y Le sirven llevan marcado
el sello de Dios en la frente.
Serán llamados como primeros entre aquellos
que están vestidos  con la túnica blanca de los santos.
El autor del Apocalipsis parte naturalmente de que
a todos los bautizados se les marca en la frente
en el Bautismo de forma irrevocable con este sello de Dios.

También la segunda Lectura de la Primera Carta de Juan, tiene ante la vista a toda la comunidad de los cristianos bautizados, cuando dice: “Nos llamamos hijos de Dios y lo somos.”
Y cuando se dice de nuevo:
“Ahora somos hijos de Dios.
Pero lo que seremos todavía no se ha manifestado.
Sabemos que seremos semejantes a él, cuando él se manifieste;
porque le veremos como es él.
Todos los que esperan esto de él son santos
como Él es santo.”
Con Jesucristo el Reino de Dios ya ha despuntado,
así que se puede decir: Nosotros los que confesamos el Reino de Dios, ya somos ahora hijos de Dios
y tenemos parte en Su santidad.
Pero al mismo vivimos de la esperanza
de la plenitud pendiente del Reino de Dios.
Cuando el propio Dios se manifieste y Le veamos,
como Él es,
llegará nuestra santidad a su plenitud.

Ciertamente es la fiesta de los hijos de Dios.
Cuando celebramos esta fiesta
hacemos consciente nuestra relación con Dios
y celebramos nuestra esperanza en el Dios viviente.

Ser hijos de Dios,
esto es lo que distingue en el núcleo la identidad cristiana.
Ser cristiano significa estar en una relación con Dios vital y de Él esperar que esta relación perdure más allá de la muerte y se intensifique.
Se habla de la semejanza a Dios, que alguna vez será,
si Dios se manifiesta y Le vemos como Él es.

La visión de la ciudad, del Reino de Dios en su plenitud, sirve al autor del Apocalipsis como imagen de consolación para los cristianos perseguidos de su época por los emperadores romanos:
Al escribir, él tiene ante la vista sobre todo
“a los que llegan de la gran tribulación”.
De ellos dice: “ellos han lavado sus vestiduras
y en la sangre del cordero se han convertido en blancas.”
También hoy los creyentes tienen que superar algunas tribulaciones.
El cristianismo es considerada universalmente como la Religión más perseguida.
Y tampoco en nuestro ámbito es fácil ser cristiano,
no a causa de la persecución,
sino a causa de todos los problemas internos caseros eclesiales, que obscurecen lo cristiano.
Piensen, por ejemplo, en el catastrófico manejo de la crisis de los abusos sexuales,
en la forma convulsiva de retener las estructuras de poder y el clericalismo
o en la estricta negación de las reformas necesarias.
¿Nos puede animar también a nosotros la visión del vidente Juan?

La festividad de Todos los Santos como filiación divina está también unida a la pregunta crítica:
¿Mostramos nuestra filiación divina de forma digna?
La auténtica filiación divina tiene consecuencias.
No sólo en Todos los Santos.

El amplio horizonte de la festividad de Todos los Santos no abarca sólo a los creyentes cristianos.
Nuestra mirada se dirige más bien a la humanidad completa.
Todos los seres humanos, independientemente de su religión e ideología,
fueron creados por Dios a Su imagen y semejanza.
Dios es sencillamente “el Santo”.
Como imagen de Dios, todo ser humano refleja
algo de la Santidad de Dios-
en todo caso alguien como imagen de Dios
la hace más o menos irreconocible.

El número 144.000 en el Apocalipsis es altamente simbólico:
Sin esta simbólica para interpretar en particular,
no se consideraría a los salvados como una multitud innumerable de todas las naciones y razas, pueblos y lenguas.
Al final del Apocalipsis, en la gran visión de la Jerusalem celestial se hablará de los tesoros y riquezas de todos los pueblos que aportan a la nueva Jerusalem, por tanto, a la perfecta ciudad de Dios.
En mi opinión es altamente significativa esta imagen:
No se deben percibir como amenaza culturas extranjeras y religiones.
Se pueden ver más bien como inestimable riqueza-
del mismo modo que Dios se alegra de las riquezas de todos!
Verdaderamente en Dios todas las personas tienen su sitio.
Dios aparece aquí como un Dios, que ama a todos los seres humanos del mismo modo,
que se alegra con toda la riqueza de la búsqueda humana, en lo que crea y piensa.
Este texto en todo caso da testimonio de un gran respeto ante personas de otras convicciones religiosas.
¡Y esto es hoy enormemente importante!

La fiesta de Todos los Santos nos invita
a dilatar nuestro propio horizonte como cristianos católicos del mismo modo que hacen los textos bíblicos de esta festividad.

Amén.
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