Homilía para el Domingo Trigésimo Tercero del ciclo litúrgico (A)
15 Noviembre 2020
Lectura: Prov 31,10-31
Evangelio: Mt 25,14-20
Autor: P. Heribert Graab SJ
Este Evangelio provoca a no pocos de nosotros.
Muchos preguntan: ¿Refleja esta parábola verdaderamente la justicia de Dios?
¡Seguramente no!
Más bien es verdad lo contrario:
la parábola relata la idea corriente de la justicia
del “Reino terrenal” de este mundo.
Y ¡cuánto más ganas, tanto más vales!

Para resolver el problema de la justicia en el sentido de Jesús,
hay muy diferentes interpretaciones de esta parábola,
en las que hoy, sin embargo, no quisiera entrar.
En la preparación de la homilía me estimuló sobre todo la sabia Lectura del libro de los Proverbios,
con algunas ideas, que son actualmente significativas.
Y ya que el Evangelio del domingo se corresponde por regla general con la Lectura veterotestamentaria,
yo quisiera interpretar los “talentos de plata”, de los que trata el Evangelio, como capacidades humanas:
Y en el Evangelio también hoy se trata del
“Reino de los Cielos”, por tanto del Reino de Dios,
Jesús seguramente no nos quiere decir como debiéramos emplear nuestras capacidades
para una carrera con éxito.
Más bien se nos han regalado nuestras muy diferentes capacidades para ponerlas totalmente al servicio del Reino de Dios que ya despunta.
Nos anima ahora la liturgia de la Iglesia
a leer la parábola de los talentos humanos
en el contexto de la sabia alabanza de una mujer genial, presentando también lo que distingue a esta mujer para servicio de Dios, es decir,
para servicio al Reino de Dios.
Esta mujer no se presenta sólo como esposa y madre
y como eficaz ama de casa.
También es competente como artesana,
como administradora de finanzas e inmuebles
y en general como ejecutiva.

Esta mujer consciente de su valía dirige
una manufactura textil autónoma.
Junto a esta competencia económica,
cuenta con una gran competencia social,
que expresa en bondad, sabiduría y misericordia.

Cuando hoy en nuestra sociedad se discute
sobre el mismo salario de mujeres y hombres
o sobre mujeres en puestos directivos o directoras
de grandes empresas, entonces queda claro como la imagen de las mujeres de la literatura bíblica sapiencial ya hace dos milenios y medio iba muy por delante de nuestro tiempo.

La característica verdaderamente decisiva de aquella imagen bíblica de la mujer del libro de los Proverbios falta todavía:
La dimensión religiosa-espiritual.
Nuestra Lectura dice expresamente:
“Muchas mujeres se mostraron como eficaces,
pero tú las aventajas a todas…
sólo una mujer que teme al Señor merece alabanza…
Cuando una mujer sabia y temerosa de Dios abre su boca e inteligente y “bondadosa enseñanza sale de su lengua”.
La descripción de esta ampliamente “eficaz mujer” de la Lectura contiene además muchas alusiones a la sabiduría divina, que precisamente en el libro de los Proverbios (Prov 8,22-31) se personaliza como “mujer sabiduría”.

Así primero queda redondeada la imagen de esta mujer notable y se mantiene mediante la liturgia actual también de la Iglesia actual como un espejo ante los ojos.
En la tradición de la Iglesia sólo una mujer es destacada así: María, la Madre de Jesús.
La alabanza de la Madre de Dios supera incluso bajo mucha consideración la alabanza de la mujer de los proverbios.
Pero al mismo tiempo se da en la historia de la Iglesia una serie total de mujeres sobresalientes
tanto inteligentes teólogas
como sensibles pastoras de almas,
como devotas y al mismo tiempo competentes ejecutivas,
como misericordiosas diaconisas
y también hay mujeres aptas en puestos de dirección.

* Sólo unos pocos ejemplos:
Esto comienza aproximadamente con María Magdalena:
Ella estuvo personalmente muy cerca de Jesús
ocupó ya en el círculo de las discípulas y discípulos de Jesús una posición sobresaliente.
En la primera Iglesia fue muy estimada no sólo como “Apostola Apostolorum”,
incluso se le atribuyó también un Evangelio propio.
En la Iglesia posterior se la consideró sobre todo como pecadora arrepentida.
En el año 2016 fue equiparada por el Papa Francisco
a los Apóstoles al menos litúrgicamente.
* En el siglo XI, Hildegarda von Bingen fue no sólo una piadosa mujer de una orden religiosa y fundadora de monasterios
sino además teóloga y predicadora, poetisa y compositora y una erudita importante universalmente.
También como consejera fue altamente valorada por los poderosos de su época.
Nunca fue oficialmente canonizada,
pero desde muy pronto fue venerada como santa por el pueblo de Dios.
En mayo de 2012, el Papa Benedicto XVI extendió la veneración de santa Hildegarda a toda la Iglesia.
y la escribió en la lista de las santas.
* El 7 de Octubre de 2012 siguió su elevación a Maestra de la Iglesia.
En la Iglesia católica hay sólo cuatro maestras de la Iglesia- todas son a su modo mujeres significativas e influyentes:
Teresa de Ávila, Catalina de Siena, Teresa de Lisieux y finalmente Hildegarda von Bingen.
* Con respecto a la dirección y competencia en la dirección quisiera nombrar a las Abadesas y Princesas abadesas.
Tuvieron como mujeres en la Iglesia de modo temporal un “poder”, que hoy sería inimaginable:
Las Abadesas de Santa Cecilia, aquí en Colonia
fueron, por ejemplo, exentas eclesialmente y autónomas de forma considerable:
Ellas designaban, p.e., al párroco de Sankt Peter,
que como párroco no estaba subordinado al Obispo sino a la Abadesa.
Algunas Abadesas tenían como princesas
poder y jurisdicción mundana, así sucedía con las Abadesas de la fundación de Essen
desde 1226 princesas del sacro imperio romano.
Esto no significa de ningún modo que todas ellas estuvieran llenas de sabiduría divina y del Santo Espíritu como la mujer fuerte de la Lectura de hoy.

Tanto las mujeres como también los hombres estamos llamados todos, con nuestros “talentos” regalados por Dios, a ponerlos al servicio del Reino de Dios creciente.

Amén.
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