Homilía para el Domingo Vigésimo Primero del ciclo litúrgico (A)
23 Agosto 2020
Lectura: Is 22,19-23
Evangelio: Mt 16,13-10
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
Más que nuestro idioma vive la Biblia de las imágenes.
En la Lectura de Isaías de hoy encontramos la imagen de la “llave”.
Esta imagen se refiere al poder político.
Este poder político se le quita al mayordomo Sobná y se transfiere a otro.
Al cargo de “mayordomo de palacio” se aproxima hoy el cargo del “ministro canciller”.
Sin embargo, entonces el “mayordomo de palacio” era más bien un nivel más alto:
Era prácticamente el segundo hombre del Estado:
‘Ministro presidente’ al servicio del Rey.

A mis ojos no es problemático
que en la ordenación de la liturgia eclesial
en tiempos tempranos este texto de Isaías y
la imagen de la fuerza de la llave apoyen el Evangelio de Pedro, como la roca, de forma explicativa e interpretativa.
Por ello queda descartada también la imagen de Jesús de la roca y por tanto del papel de Pedro y de sus sucesores sobre todo en el contexto de la cuestión de poder.

Pero en el sentido de Jesús no se trata en primer lugar del poder.
Jesús habla más bien de la fe de Pedro y sobre todo de su clara confesión de Cristo:
Jesús de Nazareth es el Mesías prometido,
el ‘ungido’ de Dios, incluso “el Hijo del Dios vivo”.
Esta fe en Cristo de Pedro debe ser la Roca
sobre la que se asiente la Iglesia de Jesucristo,
y que contribuye esencialmente a
que tampoco sea vencida por el oleaje ni por las tormentas de las épocas.
Al mismo tiempo Jesús también sabe naturalmente
la debilidad de Pedro y de su fe:
Él no es una roca imperturbable por su propia fuerza.
Él es una roca más bien por la fuerza de Dios-
totalmente en el sentido de una oración de David, que la Biblia transmite:
“Señor, Tú eres mi roca, mi castillo, mi
salvador,
Dios mío, roca mía, en la que me resguardo,
mi escudo y mi salvación más segura,
mi ciudadela , mi refugio, el que me ayuda…
(2 Sam 22,1-3)

En el Evangelio, Jesús ora por Su discípulo Pedro:
“Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado
para zarandearos como al trigo.
Pero yo he rogado por ti,
para que tu fe no decaiga.
Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos.”
(Lc 22,31-32)

Por tanto, está claro otra vez:
¡No se trata de la Iglesia como institución
y del poder en esta institución!
Se trata más bien de la Iglesia como comunidad de creyentes y de la misión (no sólo) de Pedro,
por medio de una fe imperturbable para fortalecer en su fe (de ellos y ellas) a las hermanas y hermanos.

Totalmente en este sentido se refiere Pablo en la Primera Epístola a los Corintios a la imagen de la Roca.
Habla de la fuente de la roca que Dios abrió a Su Pueblo por medio de Moisés para que pudiera paliar su sed en la larga peregrinación por el desierto.
Pablo escribe: “Todos bebieron la misma bebida espiritual; pues bebieron de la roca que da la vida
Y esta Roca era Cristo.” (1 Cor 10,4)

Aún una breve mirada sobre la imagen de la llave,
que en el Antiguo Testamento representa el poder político.
Éste también es un regalo de Dios
y, por consiguiente, hay que utilizarlo de acuerdo con Dios.
Jesús utiliza esta imagen precisamente en el Evangelio de hoy-
¡expresamente en un sentido no del poder político!
Jesús más bien habla del ‘poder’ del perdón y la misericordia.
Pues en este sentido Él aclara en Mt 18,18 s la misión del atar y desatar:
“Setenta veces siete” – por tanto siempre y continuamente debemos perdonar.
Tanto nuestro perdón como nuestra negación de perdón, tenemos que tomarla (¡textualmente!)
muy en serio:
Porque tanto la una como la otra tienen consecuencias en la eternidad.

Totalmente en el sentido de Jesús, el actual Papa Francisco mantiene las llaves cruzadas en el escudo:
La reforma de la Iglesia y sobre todo de la curia fue desde el principio su deseo:
Él intenta sacar adelante este deseo con los medios del perdón y de la misericordia.
Este intento amenaza naufragar en una interpretación dura como la roca de la ‘tradición’
de las imágenes bíblicas de la llave y de la roca
en el sentido del poder (eclesial) político,
mediante no pocos funcionarios de la institución Iglesia y Vaticano.
En esta situación es tanto más insistente el ruego de toda nuestra oración por el Papa Francisco
y por su comprensión según Jesús de la dirección de la Iglesia.

Amén.
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