Homilía para el Quinto Domingo
del Ciclo litúrgico ‘A’
- 9 Febrero 2020
Lectura: Is 58,2 (!) - 10
Evangelio: Mt 5,13-16
Autor: P. Heribert Graab, S.J.
en parte según las propuestas de Monika Kettenhofen en ‘Pueblo de Dios’ 2/2020
A lo largo de estas semanas hemos celebrado juntos:
La Luz del Señor ha aparecido entre nosotros - ¡Epifanía’!
Jesucristo, el Hijo de Dios Encarnado,
es ¡la Luz de Dios en este mundo!

Ahora suena Su mensaje para nosotros:
“¡Vosotros sois la Luz del mundo!”
Él no dice: “¡Vosotros debéis ser la Luz del mundo!”
Él dice más bien: “¡Vosotros sois la Luz del mundo!”
Y: “¡Vuestra luz debe resplandecer entre los seres humanos!”

¿Qué quiere significar esto?
Y ¿cómo armoniza con nuestra actual experiencia
de que la Iglesia de Jesucristo se hunde en la obscuridad de los escándalos?
Y ¿cómo armoniza con nuestra insuficiencia, a menudo sin límites?

Silencio

Una respuesta fundamental a estas preguntas
nos la da el versículo del Aleluya, que hemos escuchado hoy.
También este versículo cita una palabra de Jesús:
“Así habla el Señor: Yo soy la Luz del mundo.
Quien me siga, tiene la Luz de la vida.”

Por tanto, no se trata de cumplir con una cosa,
de ser especialmente ‘piadoso’ o comprometido caritativamente.
Sólo una cosa es importante: Seguirle a ÉL,
y admitirLE totlmente
abandonarnos en ÉL
y vivir por ÉL y con ÉL y en ÉL.   

Silencio

Expresado de otra forma:
Se trata de dar espacio en nosotros a SU Espíritu,
dejar que obre en nosotros SU Espíritu.
De esto se sigue exactamente no una piedad formal,
que se mantiene en las tradiciones religiosas
y en las reglas y mandamientos transmitidos.
Más bien se sigue de esto lo que ya Jeremías
puso entonces en el corazón al pueblo de Dios:
“Comparte tu pan con el hambriento,
acoge en casa a los pobres sin techo,
si ves a un desnudo, vístelo,
y no rehúyas a tus parientes.
Entonces resplandecerá tu luz como la aurora.”

Esto es, por ejemplo, en lo que el Papa Francisco sirve de ejemplo a aquellos como seguimiento vivo de Jesús,
a los que retendrían las enseñanzas transmitidas, jerarquías y formas de piedad,
totalmente como círculo determinante del pueblo de Dios en tiempos de Isaías.

Silencio

Mirar con los ojos de Jesús
y dejarnos conducir por Su Espíritu,
que abre nuestros corazones y nuestras manos
no sólo para los hambrientos y los que padecen necesidad.
Una fe vivida en el seguimiento de Jesús
se acredita además fundamentalmente
en una verdadera comunidad humana,
totalmente en el sentido del Profeta Isaías,
que habla de forma insistente también de la opresión, difamación y mentira.
Por tanto si alguien en particular como también el pueblo de Dios en su totalidad lucha activamente contra la comunidad de conducta perjudicial
y se preocupa por los débiles,
“entonces brota en la obscuridad tu luz
y la tiniebla se hace clara como el mediodía.”

Silencio

En un mundo, en el que la mayoría de las personas están ocupadas consigo mismo,
en el que nosotros tenemos que funcionar siempre mejorando,
en un mundo, en el que sólo se conoce a los vencedores y las personas apenas encuentran orientación,
en un mundo en el que están omnipresentes el temor, el odio y la violencia,
en este mundo ¡podemos resplandecer los cristianos, actuando de modo diferente!

Silencio

Aunque nuestra propia fe sea pequeña como un grano de mostaza:
Vivimos de otra forma, más libres, estamos menos ocupados de nosotros mismos,
así actúa nuestra fe en el mundo,
así aportamos aquella Luz en el mundo quizás por medio de hechos y palabras insignificantes,
en este mundo en el que Jesucristo ha aparecido.
Plenificados por el Espíritu de Jesucristo los cristianos somos de otra forma
y tenemos otros criterios.
Ciertamente también caemos muy rápidamente en dificultades
¡como Le sucedió al propio Jesús entones!
Pero podemos ser autoconscientes y convencidos
de que los cristianos somos irresistibles en este mundo;
ya Jesús dijo:
“Vosotros sois la sal de la tierra. Vosotros sois la luz del mundo.”

Amén.
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