Homilía para el Domingo Trigésimo
del ciclo litúrgico A

29 Octubre 2017
Lectura: Ex 22,20-26
Evangelio: Mt 22,34-40
Autor: P. Heribert Graab S.J.
El fariseo pregunta a Jesús:
“¿Qué mandamiento de la Ley es el más importante?”
Yo me he preguntado:
¿Cómo tendría que sonar esta pregunta
si la actualizase y me la dirigiera hoy a mí mismo?
A mí se me ocurren las siguientes formulaciones:
•    ¿Cuál es la verdadera pauta de mi vida?
•    ¿Qué está en primer término en mi lista de prioridades personales?
•    ¿Qué es verdaderamente lo determinante y decisivo de mi modo de vida personal?

Silencio

Con respecto a esto una historia: La historia del cántaro.
Un profesor de economía de empresa que había propuesto a sus alumnos una disertación sobre la gestión del tiempo,
tomó al final de su clase un cántaro y lo puso sobre un pupitre.
Después colocó grandes piedras, una tras otra, en el cántaro.
Cuando estuvo lleno hasta arriba
y no cabía ninguna piedra más preguntó
a los alumnos:
¿Está lleno el cántaro?
Todos asintieron en el aula.
“¿De verdad?” volvió a preguntar el profesor
y sacó un cubo con gravilla.
Volcó una parte en el cántaro y lo removió
para que la grava pudiese rellenar los huecos que había entre las piedras.
De nuevo preguntó a uno de sus alumnos: “¿Está lleno el cántaro?”
Éste fue ahora más cauto y dijo: “¡Probablemente no!”
“¡Correcto!” gritó el profesor y tomó después un cubo con arena y la echó en los huecos aún vacíos del cántaro.
De nuevo preguntó si el cántaro estaba lleno
y  de nuevo los alumnos dieron una negativa.
“¡Muy correcto!” dijo,  buscó un jarro con agua y llenó el cántaro con agua hasta el borde.
Miró a su alrededor y preguntó: “¿Qué creen ustedes que yo he querido ilustrar con el cántaro?”
Un alumno anunció:
“El asunto es: Aunque nuestra agenda esté llena,
si nos esforzamos , siempre podemos introducir un par de citas adicionales”
“¡No!” protestó el profesor, “¡No se trata de esto!”
El verdadero mensaje es:
Ustedes tienen que colocar en primer lugar en el cántaro las piedras importantes, podrán colocar después cantos rodados, arena y grava.
Esto mismo es válido para la vida.
Si ustedes invierten todo su tiempo y energía en cosas secundarias, no encontrarán nunca sitio para las cosas importantes.
¡Fijen ustedes las prioridades! ¡El resto es sólo arena!
(Autor desconocido)

¿Qué es lo más importante? “¡Fijen ustedes prioridades!, dice el profesor de nuestra historia.
Por tanto ¿qué es verdaderamente importante?

Silencio

El Evangelio fija realmente prioridades:
Amar a Dios y al prójimo,
y a todo lo demás por añadidura.
Jesús cita el mandamiento del amor de la confesión de fe Israel:
“¡Escucha Israel! Yahwe es nuestro Dios, Yahwe es único.
Por ello, debes amar al Señor tu Dios con todo el corazón. con toda el alma y con todas tus fuerzas.” (Dn 6,4-5).
Esta confesión es día tras día parte de la oración de la mañana y de la noche de un israelita.
Sólo este contexto pone de relieve el mandamiento del amor más allá de todas las demás instrucciones
y le da la máxima prioridad.
Y el amor a Dios no sin el amor al prójimo.
Más aún: el amor a Dios y el amor al prójimo
forman una unidad indisoluble.
Lo que se quiere resaltar en la traducción alemana con el término unidad es “que es igual de importante que la segunda” y significa en el texto original griego que “la segunda es igual” o incluso “idéntica”.
Amor a Dios y amor al prójimo
son, por tanto, grandes e importantes piedras
que deben colocarse en primer lugar en el cántaro.
¿Qué podría significar esto para nuestra vida como cristianas y cristianos?

Silencio

La Lectura del Éxodo puede ofrecer puntos de referencia.
La gran palabra del amor es deletreada de forma muy concreta en todas las relaciones interpersonales en la vida diaria.
En el foco están sobre todo los débiles:
Extranjeros, viudas, huérfanos y también deudores.

Los extranjeros – entonces como hoy:
•    en absoluto o de mala gana sólo soportados,
•    explotados como mano de obra barata,
•    forzados a una vida en condiciones inhumanas.

Las viudas y los huérfanos:
•    Entonces personas en necesidad social y sin la protección del hombre y en dependencia económica;
•    hoy como solteros o como padres o madres solteras, precisamente en muchos casos en necesidad económica y empujados al borde del camino.
Quien abandonase o incluso se aprovechase de la pobreza de estas personas, a éste se opone Dios con sanciones decisivas.
(Si tú te aprovechas de ellas y ellas me gritan a mí, escucharé sus gritos de lamento.
Mi cólera se encenderá
y os mataré con la espada,
de modo que vuestras esposas se convertirán en viudas y vuestros hijos en huérfanos.)

Los deudores:
* En la antigüedad no eran absoluto personas, que con la ayuda de créditos realizasen inversiones lucrativas;
eran más bien pobres, que sólo con un poco de dinero prestado, en general, podían sobrevivir.
De ello el mandamiento estricto de que no se les podía quitar el único manto que tuviesen.
* Hoy tales personas no reciben ningún crédito.
Hoy se sientan delante de la catedral y piden un par de céntimos.
El amor también hoy impone darles lo necesario para una vida digna-
vengan de dónde vengan
y si se encuentran en esta situación de necesidad.

Ustedes pueden rebuscar en el Antiguo y en el Nuevo Testamento de arriba a abajo,
ustedes chocarán continuamente  con que
Dios es un amigo de los pobres
e ilimitadamente toma partido por ellos.

Finalmente una conocida expresión de San Ignacio de Loyola, que expresa muy brevemente el mensaje conjunto de las Lecturas de este domingo:
“El amor hay que ponerlo más en las obras
que en las palabras.”

Amén.
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